«El pacto», rodar bien un asunto tosco

miguel anxo fernández

CULTURA

David Victori demuestra controlar los mecanismos del relato, su estructura dramática y su acabado visual. Pero a Belén Rueda no se la cree ni el que asó la manteca

26 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Rodrigo Cortés reflexionaba hace poco sobre lo injusto -y tiene mucha razón-, de que cualquiera con poder de opinión - léase ejercer la crítica en un medio de masas- se cargue en unas líneas o en unas palabras, el trabajo de todo un equipo durante mucho tiempo. Incluso con frivolidad y no poca ignorancia. A veces, y aunque eso no lo diga Cortés pero muchos lo piensen, condicionado ese juicio por un estado de ánimo adverso. Más expuesto queda todavía el autor si, como en el caso de David Victori, es primerizo en el reto de sacar adelante una película. Por eso El pacto me parece obra de indudable interés, porque el cineasta demuestra controlar los mecanismos del relato, su estructura dramática y su acabado visual. Se aprecia incluso una voluntad de estilo que intenta remontar a las nuevas tendencias formales del thriller -la foto, la luz-, Lucifer y sus circunstancias al margen. Hasta se luce en el aprovechamiento de muchos actores, como nuestro Antonio Durán Morris, camino de la excelencia y entre los mejores secundarios del actual cine español.

Pero sin salirse del reparto está el caso de Belén Rueda. Cualquier profesional de la escena debiera saber que un primer plano sobre su rostro canta más que Pavarotti la canción O sole mío. Si sucumbes a la tentación de cargarte las arrugas y afinar las facciones, la cámara te premiará con una máscara. Una profesional como ella, que sin duda luce aptitudes dramáticas, pierde fuerza cuando la pantalla se agranda. Por eso a su Mónica, esa madre que pacta para que su hija sobreviva a una crisis letal, no se la cree ni el que asó la manteca, que ya es decir. Nada que objetar al resto, pero el peso de la trama recae sobre ella y es una pena. Añádase a eso el asunto demoníaco -o la araña albina, que es lo mismo-, de escasa consistencia y muy rácano en lo emocional. El guion luce tosco y habría necesitado de mayor pulimento en cuanto a personajes y veracidad, dejando la sensación de ocasión perdida. Con todo, en el tono anotado al inicio del comentario, el cine español suma a otro valor al alza. Y esa es la mejor noticia.