El genial cantaor revolucionó junto a Tomatito el Festival de Montreux de 1991 con su actuación
10 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Era una apuesta en la que muy pocos creían. Porque, en principio, el maridaje de un cantaor proveniente de Cádiz y un festival musical a orillas del lago Leman parece imposible. Muchos se negaron en un principio y hubo que convencer a mucha gente. Algo que ahora chirría menos, porque los festivales de jazz se abren a otros géneros sin ningún problema. Clásicos del rock, pop, reggae y por supuesto de la música negra -blues o soul- han visitado casi todas las citas importantes europeas. Pero el flamenco no era tan frecuente, sobre todo en el Festival de Montreux. Pino Sagliocco, productor italiano y promotor musical, sonríe cuando recuerda cómo se gestó la llegada de ese grupo de músicos españoles. Y a la cabeza de esa expedición estaba Camarón de la Isla junto a su inseparable Tomatito a la guitarra.
Era julio de 1991 cuando el genio de San Fernando se subió al escenario del casino de la ciudad suiza. Un concierto de siete canciones, con dos bises incluidos, que descolocó por completo a los espectadores. Un cantante que entró nervioso pero que, cuando comenzó a escuchar los primeros acordes de la guitarra, se transformó en un animal escénico que ofreció un recital que ahora se recupera bajo el nombre de Montreux 1991 (Universal Music).
Han tenido que pasar 27 años para poder recuperar este concierto. «Mucha gente ha oído hablar de él, de que Camarón es un mito, pero no sabe nada más. Ahora lo van a poder apreciar y descubrir lo vivo que está», explica el productor del disco, que participó en la grabación junto a Claude Nobs -fundador y director del festival- y Quincy Jones. Los tres intervinieron en la cita de Camarón en el país helvético.
Para conseguir ese momento histórico, 6 de julio de 1991, hay que irse un año antes. Nobs y Sagliocco hablan sobre el mundo de la música. Y Nobs, durante esa conversación, le dice que le gustaría hacerlo juntos. «Lleva a Camarón», le dice el promotor. El director del festival no lo ve claro. «Me dice que su público es internacional y que no entiende de flamenco. ‘‘Hazme caso, Claude, va a ser la bomba’’, le contesto. Él me pregunta que cómo lo puede vender y le digo que monte una fiesta española», añade Sagliocco. «Un día me llama y dice que haga una presentación, que para adelante», apunta.
Miles Davis y Quincy Jones
Y en este punto aparece Quincy Jones, que iba a participar con Miles Davis en un concierto dos días después de la noche española y era colaborador habitual de la cita en Montreux. Amante confeso del flamenco, se involucra tanto que decide que él mismo presenta la jornada del festival en Barcelona en mayo de 1991. Además recibe un Cobi de plata en el Ayuntamiento de Barcelona. «Quincy me dice que se va a presentar con un amigo y ese es Eddie Murphy, que era una megaestrella mundial. Toda Barcelona estaba emocionada», recuerda.
Camarón de la Isla encaraba el concierto con cierta tensión. Desde Jerez voló a Madrid, y luego a Ginebra. «Buscaba que todo estuviera en su sitio», recuerda Sagliocco. «Cuando subió al escenario me dio una alegría enorme verle ahí y disfrutar. El público se quedó extasiado, se puso de pie y aplaudió a rabiar», recuerda. Había cantado Alegrías, Tarantos, Bulerías, Tangos y Fandangos. Pero querían más y algunos de los artistas que habían participado en la noche española acompañan a Camarón y Tomatito en Soy gitano. El público pedía un segundo bis. «‘‘Chiquillo, ya está bien’’, me contestó José cuando bajó. Pero al final salió, volvió a cantar y la gente volvió a enloquecer», añade Sagliocco. Como dijo Quincy Jones en la presentación del concierto, el flamenco es tan auténtico porque proviene «del dolor».