Arturo Fernández, el galán de toda la vida del cine español

CULTURA

Europa Press - Europa Press

El actor compaginó su larga trayectoria en las salas de cine con sus actuaciones en las tablas españolas

04 jul 2019 . Actualizado a las 17:42 h.

Tenía 90 años, pero nunca dejará de ser el eterno galán del cine español. No le importaba la edad, las arrugas o las canas. Siempre enfundado en sus trajes, Arturo Fernández, bromeaba con que había estado con más mujeres que su amplia colección de esa prenda de ropa. Su inconfundible fragancia, Varón Dandy, alertaba de que estábamos ante un clásico de los escenarios españoles. Toca decirle adiós, no sin pena, ya que deja un legado cinematográfico de más de 100 películas en las que demuestra su faceta más canalla y guasona.

Nacido el 21 de febrero de 1929 en la Puerta de la Villa, donde el centro de la ciudad se abría a los barrios obreros del extrarradio y la zona rural gijonesa, Arturo Fernández era hijo de un anarquista que tuvo que huir de España al final de la Guerra Civil. Para poder sacarse algún dinero, se trasladó a la capital, donde comenzó a trabajar como figurante en películas en los primeros años de la década de los 50. Su gran debut fue con pequeño papel en la cinta de Rafael Gil La señora de Fátima.

Su apostura física le permitió convertirse en uno de los galanes por antonomasia del celuloide y de las tablas españolas, pero además consiguió imprimirle su sello envolviendo su buena planta, que destacaba por su intemporal elegancia al gusto burgués y la socarronería típicamente gijonesa, que el actor consiguió darle una vuelta en Madrid.

Arturo Fernández interpretó diversos papeles en el cine español, pero su género preferido era, sin duda, la comedia romántica. Películas como Distrito Quinto (1957), La casa de la Troya (1959), Currito de la Cruz (1949) y No desearás a la mujer de tu prójimo (1968) llevan su inconfundible sello.

Pero a lo largo de su carrera, el actor compaginó siempre sus trabajos en la gran pantalla con sus papeles en las tablas españolas. Destacan así títulos como Dulce pájaro de juventud (1962), La chica del asiento de atrás (1984) y La segunda oportunidad (1985).

Su último trabajo teatral fue una de las obras que él mismo calificaba como «alta comedia»: Alta seducción (1989), una función con la que recorrió España durante tres décadas.

Sus últimos días

Arturo Fernández estuvo casado con Isabel Sensat, de quien se separó en 1978, y tuvo tres hijos -María Isabel, Arturo y María Dolores-, y era pareja de la abogada Carmen Quesada desde 1990. Arrastraba problemas de salud desde hacía tiempo. El último gran achaque fue en el pasado mes de abril, cuando el actor tuvo que ser operado de urgencia del estómago, lo que lo obligó a suspender una actuación en el Teatro Amaya de Madrid. A pesar de que la recuperación fue favorable, siguió teniendo diversas complicaciones. La noche del pasado martes tuvo que ser ingresado de nuevo, y tal como comunicaba su mujer, había llegado el momento de despedirse de él.

Gijón, que tenía a Arturo como hijo predilecto, decretó tres días de luto por su muerte. El teatro Jovellanos, que fue su casa durante toda su vida, acoge una capilla ardiente para decirle: Hasta siempre, chatín.