Hay dictadores y dictadores... y luego está Santos Banderas. Con este personaje y un libro magistral Valle-Inclán cambió para siempre el género de la novela sobre tiranos
26 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Aunque ya se habían publicado algunos títulos de lo que más tarde se conocería como «novela de dictador», fue Tirano Banderas, de 1926, la obra con la que Valle-Inclán habría de influir marcadamente en todo un subgénero literario. Los grandes autores latinoamericanos que lo cultivaron están en deuda -y la reconocen- con el escritor gallego, de Roa Bastos a García Márquez, de Vargas Llosa a Miguel Ángel Asturias. Con la creación de su protagonista, Santos Banderas, el dictador del país imaginario de Santa Fe de Tierra Firme, Valle-Inclán creó un molde, un retrato en el que se habrían de mirar otros escritores, pero fue mucho más allá.
Para Margarita Santos Zas, directora de la Cátedra Valle-Inclán de la Universidade de Santiago y responsable de la edición del texto de Tirano Banderas que este domingo La Voz ofrece a sus lectores -por 2,95 euros más el cupón en el lomo del diario-, la novela es cumplida muestra del genio de Valle, uno de sus puntos culminantes como innovador, y que lo sitúa en la compañía de otros inquietos contemporáneos como Kafka, Dos Passos o Virginia Woolf. Un personaje clásico en la historia literaria, un argumento de alcance universal -en el espacio y en el tiempo- y una formulación narrativa que va desde una deslumbrante riqueza léxica a la síntesis temporal.
Viaje a México
Tirano Banderas parte de un conocimiento de la realidad latinoamericana de primera mano por parte de Valle-Inclán. Se trata, en concreto, del segundo viaje, en 1921, a México, «invitado nada menos que por el presidente de la República, Obregón, que además era manco, como él», explica Margarita Santos. Se celebra el centenario de la independencia y el escritor expresa en la prensa su defensa de las reformas agrarias que benefician a los campesinos, lo que, por otra parte, le ganará la enemistad de la colonia española, perjudicada por las reformas.
Pero precisamente esa tensión entre rebelión y tiranía será la que marque el espíritu de Tirano Banderas, en la que Valle ya trabaja en 1923, según le cuenta en una carta a Alfonso Reyes. Sus modelos son históricos, como Lope de Aguirre o Rosas, pero su dictador, Santos Banderas, es una genuina creación literaria que trasciende países y épocas. «Como todo dictador, es despótico, cruel, le gusta humillar a la gente», describe Santos. «Lo retrata como una permanente caricatura, grotesco, ridículo. Valle-Inclán se ensaña con él para mostrarnos la cara más cruel del tirano», añade.
A juicio de la especialista, «el gran acierto de esta novela es que está situada en un país imaginario, Santa Fe de Tierra Firme. Pero puede ser cualquier república americana, cualquier república que haya tenido un dictador». Como en muchas obras de Valle, hay también una conexión directa con su propia experiencia, ya que escribe Tirano Banderas durante la dictadura de Primo de Rivera en España. «Y fue un hombre muy observado por parte del directorio militar», recuerda Margarita Santos.
Pura literatura
La novela, por tanto, nace de un referente histórico directo, contemporáneo, en conjunción con el viaje mexicano de Valle y su genio para hacer con esas realidades pura literatura. Ese tratamiento literario es patente en el tratamiento del tiempo: la acción se desarrolla en poco más de dos días, que el escritor es capaz de condensar en las dimensiones de una novela. «Es asombrosa su capacidad para narrar tantísimos episodios y tantísimos personajes en tan poco tiempo», señala Santos. «Y lo hace con la simultaneidad temporal, no puede hacerlo de otra manera».
Otro hito de Tirano Banderas es su riqueza estilística, apoyada sobre un no menos asombroso uso del lenguaje. «Consigue un lenguaje extraordinario, mezclando términos chilenos, argentinos, mexicanos, y el resultado es un lenguaje panamericano, de ningún país pero de todos a la vez, en el que todos se pueden reconocer», explica Santos. «Acuña un lenguaje propio de una brillantez y una versatilidad abrumadoras: es una de las grandes aportaciones de la novela». Aunque no todos lo entendieron así. Firme candidata al premio Fastenrath de la Real Academia Española, Tirano Banderas no se llevó el galardón porque en el jurado hubo quien objetó que aquello no se entendía.
Una prueba más de cómo Valle-Inclán se adelantó a su tiempo porque estaba precisamente fuera del tiempo, como todo clásico. «Sus planteamientos trascienden lo inmediato, son universales», afirma Margarita Santos.