Margaret Atwood: «Los hombres están legislando sobre el cuerpo de la mujer»

Íñigo gurruchaga LONDRES / COLPISA

CULTURA

DYLAN MARTINEZ | REUTERS

La autora de «El cuento de la criada» publica su secuela, «Los Testamentos», que explora los regímenes opresivos

10 sep 2019 . Actualizado a las 20:39 h.

En el final de El cuento de la criada, los lectores no saben el destino de la furgoneta en la que va la protagonista, Defred, y tienen como epílogo el balance que un profesor especializado en la historia de la creación del régimen de Gilead ofrece a los asistentes a un simposium, en 2195. Por sus palabras saben que aquella primera encarnación de una sociedad concentrada en el sometimiento de las mujeres en edad de procrear colapsó.

Margaret Atwood comenzó a escribirla cuando vivía en Berlín Oeste, en 1984, el año que eligió George Orwell para su distopía de un régimen totalitario. Era también un tiempo en el que proliferaron los predicadores evangelistas en las televisiones de Estados Unidos. Su fantasía se basó en que una secta religiosa, que parece inspirarse en el puritanismo de los pioneros de la Nueva Inglaterra, tomaba el poder asesinando al presidente y a congresistas en un golpe sangriento.

Atwood publica ahora la secuela, Los Testamentos. Su novela original tuvo éxito comercial y la emisión de una serie de televisión basada en El cuento de la criada, que está ya en su tercera temporada, ha facilitado que el lanzamiento de la continuación se haya convertido en un acontecimiento literario de dimensión internacional. La traducción al español, por la editorial Salamandra, se distribuirá a partir de este jueves.

La autora ha explicado en una conferencia de prensa en Londres que nunca dio respuesta positiva o negativa a quienes le preguntaban si escribiría una secuela. «No sabía si iba a escribirla», explicó, «ni adelanto qué voy a escribir, porque he pensado en novelas que luego no he escrito». Pero en 2015 comenzó a especular sobre la trama de una secuela.

«El cuento de la criada es una novela con una sola narradora», explica Atwood. «No sabe mucho sobre cómo es Gilead. La escritura es un monólogo interior, intenso. No podía continuar con Defred. En Los testamentos hay tres narradoras y una de ellas sabe mucho, se han dedicado a recoger información comprometida sobre otros personajes».

Las distopías son, según Atwood, que en su prolífica carrera ha investigado y escrito sobre distopías y utopías, sociedades imaginadas que son peores que la actual. «El siglo XX fue la era de las distopías tras las dos guerras mundiales y, al mismo tiempo, regímenes como los de la Unión Soviética, la Alemania nazi, el fascismo, Pol Pot en Camboya,... tenían su origen en utopías».

A juicio de Atwood, las legislaciones contra el aborto en algunos estados del sur de Estados Unidos o la elección del presidente Donald Trump dan vigencia a su escritura: «Asambleas de hombres están legislando sobre el cuerpo de la mujer. El único paralelismo que existe en el caso de los hombres es cuando les obligan a cumplir el servicio militar, pero a ellos les pagan. Yo digo que al menos les paguen también a las mujeres embarazadas».

«La novela es una conversación sobre algo que ya está ocurriendo», dice Atwood. Según la canadiense, durante la Guerra Fría, se «hizo hincapié en que la sociedad americana era la tierra de la gente libre, de la igualdad de oportunidades». «Había ya entonces un lado más oscuro de la sociedad, que ahora ha emergido», añade. Mujeres estadounidenses, pero también en Croacia o Irlanda, han protestado contra las leyes que restringen la interrupción del embarazo vistiendo las túnicas rojas y los velos blancos de las mujeres reproductivas de Gilead.

A Atwood le han preguntado si se siente como una estrella de rock and roll. «Bueno, las estrellas de rock and roll mueren con una sobredosis de opio», responde la escritora con su humor constante. «Creo que (el éxito) sería dañino para alguien de 35 años -afirma- porque a dónde va desde ese momento. Pero yo tengo ochenta años y todos sabemos el desenlace».