Costa-Gavras: «Todas las películas son políticas»

Oskar Belategui SAN SEBASTIÁN / COLPISA

CULTURA

Costa Gavras agradece el premio Donostia en reconocimiento a su carrera que le fue entregado este fin de semana en San Sebastián
Costa Gavras agradece el premio Donostia en reconocimiento a su carrera que le fue entregado este fin de semana en San Sebastián VINCENT WEST | Reuters

«¿Pero qué quiere decir europeo? Yo no puedo sentirme europeo con presidentes como Juncker o Barroso, que son personajes negativos por decir algo suave», lamenta el cineasta, ganador del premio Donostia

23 sep 2019 . Actualizado a las 19:00 h.

Costa-Gavras (Atenas, 1933) ha descolocado a la distribuidora española de su última película con una energía impropia de sus 86 años. Acepta jornadas maratonianas de entrevistas sin quejarse y conserva un discurso combativo que recuerda por qué estamos ante el gran autor de uno de los mejores ejemplos de cine político rodado en Europa y Estados Unidos. «Todas las películas son políticas», explica pocas horas antes de recoger el premio Donostia de esta edición. «Qué es la política, sino la relación entre la gente en cada momento. Digamos que mis películas hablan del poder», concluye.

Hijo de un funcionario que formó parte de la resistencia contra la ocupación nazi, Konstantin Gavras huyó de Grecia ante la falta de oportunidades y acabó licenciándose en Literatura en la Sorbona. Su tercera película, Z, la escribió otro exiliado en Francia, Jorge Semprún. Aquel thriller político sobre las intrigas del poder prohibido en España ganó dos Óscar y le abrió las puertas de un Hollywood que todavía permitía la disidencia. En Missing, Jack Lemmon buscaba a su hijo desaparecido en el golpe de estado de Chile; en La caja de música, Jessica Lange defendía a su padre, acusado de crímenes de guerra.

«El arte debe ser comprometido, debe entrar en las partes de la sociedad que no puede disfrutar de él, ya sea pintura, cine...», defiende en castellano este gentleman afable. «Las películas tienen una relación directa con la gente, no pueden ser como el fútbol: dos horas y a olvidar. El cine debe crear emociones y después el espectador es libre de hacer algo con ellas o no».

En Comportarse como adultos, Costa-Gavras adapta el libro escrito por el exministro griego de Finanzas Yanis Varoufakis durante la negociación del rescate financiero en el 2015 y su enfrentamiento con una Europa sumida en la burocracia y la corrupción.

Varoufakis, que ha dado plantón en San Sebastián, ya que estaba previsto que entregara el premio Donostia, aparece en el filme como un ejemplo de integridad. «No es un héroe, no es Superman», precisa el director. «No arregla los problemas del mundo, pero es coherente con sus ideas y su comportamiento. En la vida no necesitamos héroes, sino gente coherente como él. Todos se han quedado en Grecia y él se ha ido. Así el país puede hacer lo que le dicta Europa».

Al igual que sus anteriores películas, Arcadia y El capital, Comportarse como adultos posee un tono de farsa en su retrato del caos de Europa y el FMI. «Esto es una tragedia y una comedia», asiente. «La comedia da esperanza, aligera los problemas y es imprescindible».

El director de Amén solo tiene palabras de agradecimiento para Francia, «un país que me ha dado mucho más de lo que esperaba, algo que Grecia no hace con sus hijos». Cuenta que los licenciados universitarios griegos emigran ante la falta de un horizonte. El salario medio ronda los 400 euros, hay un 18 % de paro y la mitad de los jóvenes no tienen trabajo. «¿Cómo van a salir de la crisis si siguen pagando intereses enormes por la deuda? Como no hablamos de Grecia, parece que todo se solucionó».

Así que Costa-Gavras se interroga sobre el sentido de ser europeo. «¿Pero qué quiere decir europeo? Yo no puedo sentirme europeo con presidentes como Juncker o Barroso, que son personajes negativos por decir algo suave. Me siento bien con otros europeos, como usted ahora mismo. Viajamos, tenemos un dinero común. Pero la cultura no funciona como debería, ni la pedagogía, ni las medidas sociales. No, no hemos construido la Europa que esperábamos».

Pone el ejemplo de la industria aeronáutica, inexistente en nuestro continente antes de que los países se unieran. «Ahora hacemos mejores aviones que los americanos. A los europeos nos irá mejor unidos. Y el Reino Unido, que siempre ha sido distinto pero ahora ve que no puede serlo tanto, creo que acabará celebrando otro referéndum para quedarse», aduce.

El autor de Estado de sitio recuerda la primera vez que entró en Francia, cuando le miraron su pasaporte de arriba a abajo y le acribillaron a preguntas. «Nos hemos dado cuenta de que la vida es mejor sin fronteras, aunque sufrimos el drama de los refugiados que naufragan. Son humanos, no podemos tratarlos como los animales. Los sicilianos dicen que no comen pescado porque se alimenta de la carne humana de los naufragios.».

Reconoce que las cosas han mejorado mucho en Europa -«la salud, la democracia»- y que no nos queda otra solución que seguir confiando en los políticos. «Votamos y tenemos una responsabilidad. Nos gusta escuchar sus promesas, y cuando no cumplen les seguimos votando. Mantenemos una relación cuasi religiosa con ellos», admite. Los medios en esta era de fake news, apunta, tienen «una responsabilidad mucho más grande que el cine, que es un espectáculo».

Presidente de la Cinemateca Francesa, Costa-Gavras alaba la posibilidad que dan las plataformas de Internet de disfrutar de películas en la aldea más remota, pero se muestra muy crítico con el poder que están adquiriendo. «Cogen una película, la meten en una caja y no se ve más. No hay derechos de los autores, no se puede ver en una universidad. Si las cosas continúan así, las plataformas van a dirigir completamente el cine. Un pequeño grupo de productores decidirá qué películas se hacen», deplora el realizador griego.

Tal como han exigido en Francia, Netflix, HBO y compañía deberán contribuir a financiar el cine nacional. «Gracias a Juncker no pagan impuestos, todas esas empresas están radicadas en Luxemburgo», condena el director, que da un último consejo al periodista: «No quiero decirle cómo escribir su crónica, pero mejor que cine político ponga que la película tiene ironía y suspense. Eso a la gente le interesa», dice medio en broma y para concluir Costa-Gavras.