Premio Nacional de Arquitectura para el portugués por sus obras en España, entre las que se cuentan el CGAC y Xornalismo
09 nov 2019 . Actualizado a las 00:57 h.«En cierta manera, o así lo pretendo, lo que hago es intemporal. No hago edificios para veinte años». Si fuese posible resumir la larga trayectoria de Álvaro Siza Vieira (Matosinhos, 1933) y la complejidad y diversidad de sus proyectos, se podría condensar en ese ideario expuesto en dos frases: la misma depuración y esencialidad que también caracteriza su obra. En una entrevista del 2017 con La Voz con motivo de su ingreso honorario en la Academia Galega de Belas Artes, el portugués, aportaba algunas claves de una carrera que acaba de sumar el Premio Nacional de Arquitectura que convoca el Ministerio de Fomento: perdurabilidad, servicio social sin renunciar al placer, el dibujo como herramienta intelectual y la base de la arquitectura.
El galardón reconoce la contribución de Siza a la arquitectura española: aquí ha construido desde edificios académicos a viviendas sociales, instalaciones públicas o inmuebles residenciales. Galicia cuenta con dos obras emblemáticas, ambas en Santiago: el Centro Galego de Arte Contemporánea y la Facultade de Xornalismo. En el primero de los proyectos la intervención de Siza no se limitó a la construcción, sino que también trabajó en los contiguos jardines de Bonaval. Es un ejemplo de cómo el arquitecto entiende que su participación no se limita a levantar un edificio, sino su repercusión en el entorno, tomando como referencia una escala más amplia. Su voluntad fue que el CGAC dialogase desde la piedra con el antiguo edificio conventual, de estilo barroco, además de desde el vacío: ahí está ese largo espacio que se abre entre ambos inmuebles, como una invitación o puerta hacia el jardín.
El CGAC también plantea otras de las características de la arquitectura de Siza, su preferencia por los espacios interconectados; aunque forman parte coherente de un único todo, su disposición le permite dosificar la información general que el usuario recibe del edificio, tanto en el interior como en el exterior. En el caso del museo compostelano se trataba de un recorrido en zigzag que arranca en el parque y continúa en el inmueble, aunque Siza se ha quejado de que modificaciones posteriores han acabado por desvirtuar su propósito original.
Távora y Souto de Moura
Siza es uno de los representantes de la llamada Escuela de Oporto. Se formó con Fernando Távora como maestro y ha actuado como eficaz transmisor de su ejemplo y el suyo propio, lo que ha repercutido en generaciones posteriores, encabezadas por Eduardo Souto de Moura. Su obra y sus planteamientos han sido reconocidos con incontables galardones, el principal, el Pritzker, que recibió en 1992.
En la diversidad de su carrera ha influido también la vocación de Siza por no encasillarse: «Un arquitecto tiene que hacer de todo». En ese todo están el museo Serralves, el banco de Vila de Conde, el edificio Bonjour Tristesse de Berlín o la casa Alcino Cardoso, entre numerosos proyectos. También obras primeras como la Casa de Té de Boavista, con su juego interior/exterior, o las próximas Piscinas das Marés, donde combina desde la estética del hormigón con la influencia japonesa vista a través de Wright o el land art: una intervención a pie de océano que sigue funcionando a la perfección décadas después.
Con sus inseparables lápiz y cigarrillo, Siza ya se ha convertido en todo un símbolo de entender la arquitectura, admirado en su profesión. Como afirmó un colega gallego en el acto de homenaje de Belas Artes, «todo o que faga Siza estará ben feito».