En la muestra, con obras de colecciones privadas, la mujer figura como nexo iconográfico desde visiones diferentes
11 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Luis Seoane emprendía en 1936 su exilio con destino a Argentina. Al año siguiente recorría ese mismo camino Maruja Mallo. Sus tres décadas en Buenos sirven de hilo conductor, con la mujer como nexo iconográfico, a la exposición que se abría en la noche del viernes en el museo municipal Ramón María Aller de Lalín y que podrá visitarse hasta el día 13 de marzo. A través de 43 obras, desde dibujos y tintas a alguna acuarela y gouache pero sobre todo óleos, permite acercarse a la labor creativa de ambos artistas gallegos, destacados representantes del vanguardismo histórico y con un lenguaje renovador pero «como fillos directos da arte popular», como destacaba el comisario de la muestra, Antón Castro, durante el acto inaugural.
Creaciones mágicas de medidas exactas. Maruja Mallo-Luis Seoane en Buenos Aires (1936-1965) está conformada por piezas de colecciones particulares, reunidas por primera vez para esta exposición y en su mayoría inéditas para el público. El conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, durante la inauguración, tildó de «bos e xenerosas» a las ocho familias coruñesas que cedieron las obras. Ensalzó la relevancia de ambos artistas, calificándolos como «dous galegos excepcionais», referencia del papel de Galicia en la pintura y la cultura universal.
Antón Castro resaltó la amistad que forjaron en Buenos Aires Luis Seoane —del que se exhiben 25 obras— y Maruja Mallo —18 piezas expuestas— donde compartieron vivencias con otros intelectuales gallegos y españoles exiliados. Resaltó que en la pintura de ambos creadores la mujer cobra un protagonismo esencial, como germen de todos los significados. En el caso de Seoane, «unha muller deusa, nai, que traballa, que loita en silencio»; en el de Mallo, «unha muller feminista, que pretende liberarse, que se rebela contra o decoro e a convención».
Mujeres trabajadoras del campo o del mar, en plena faena cotidiana o conversando, se plasman en los coloristas óleos de Seoane, de líneas depuradas y simples. En Lalín pueden verse además algún bodegón y protagonista masculino a caballo o tocando música. Obras significativas para explicar su visión del recuerdo de Galicia, la tierra nunca olvidada y que evoca bajo el tamiz de su conciencia emigrante, donde camina desde un expresionismo enraizado en el poscubismo a la reinterpretación de la herencia de Matisse o Picasso, como apunta Antón Castro.
Entre las obras expuestas de Mallo no faltan figuras femeninas en la playa o que hacen deporte, donde se reivindica su condición de igualdad frente al poder del hombre preponderante en aquella época. Los rostros geométricos, las máscaras, toda la carga simbólica siempre presente en la obra de la artista de Viveiro puede admirarse en las piezas exhibidas en el museo dezano. Como incide el comisario de la muestra, Mallo focalizó su posición renovadora del arte desde la profundidad festiva de los pueblos o desde la implicación social de los trabajadores, retomando el realismo mágico que propusiera Roh en los años 20 del pasado siglo, para recalcar que ambos confluirían en la geometría armónica de un artista al que admiraron, Joaquín García Torres, que también influiría en Laxeiro.
La exposición en torno al exilio argentino de Maruja Mallo y Luis Seoane supone el primer acercamiento conjunto en Galicia a esa etapa de sus vidas. Una oportunidad que llevó al alcalde de Lalín, José Crespo, dada la relevancia y dimensión de la propuesta, a animar a la Consellería de Cultura —que colabora en su organización y edición de un catálogo razonado— para lograr que pueda rotar por otras localidades y ciudades gallegas. Además, la apertura de la muestra supuso el arranque del variado programa cultural paralelo a la LII Feira do Cocido que se celebrará en febrero en la capital dezana.