Manuel Gallego Jorreto: «Me preocupa otro feísmo, no el del señor que pone una teja que nos parece fea, sino el de la especulación»
CULTURA
El autor del Museo de Belas Artes recogió ayer su segundo Premio Nacional de Arquitectura, este por toda su trayectoria
09 feb 2020 . Actualizado a las 13:13 h.No es un hombre de echarse flores -«hay arquitectos que han hecho mucho más»-, pero Manuel Gallego Jorreto (O Carballiño, 1936) reconoce que es un privilegiado, y no por conseguir ser un profeta en su tierra, sino por trabajar haciendo lo que le gusta. El autor de proyectos tan emblemáticos como el complejo presidencial de Monte Pío o el Museo das Peregrinacións recogió este viernes el Premio Nacional de Arquitectura 2018 a toda su carrera de la mano de José Luis Ábalos, actual ministro de Infraestructuras, al ser Fomento la institución encargada de promover el galardón, dotado con 60.000 euros.
La celebración fue en un espacio familiar para el que fue profesor de la Escola Técnica Superior de Arquitectura durante 40 años, el Museo de Belas Artes de A Coruña, edificio que ya le valió otro premio nacional en 1997.
Me preocupa el feísmo de la especulación, el que, por interés, hace que la gente viva mal
Con 83 años y en activo
«Tengo 83 años y sigo trabajando, pero cualquiera sabe que es el final. No pienso en eso. Pienso que soy feliz. Los proyectos son un acicate», dice quien no ha dejado de acudir a su estudio en más de cinco decenios de vida laboral. «No pienso retirarme, lo harán las circunstancias», avanza.
Con Rafael Moneo comparte el honor de hacer doblete en estos premios, en su caso «por una arquitectura comprometida con su Galicia natal y caracterizada por un diálogo honesto entre los materiales tradicionales, los oficios y la modernidad», destacó Fomento.
Tengo 83 años y sigo trabajando, pero cualquiera sabe que es el final. No pienso en eso
«Uno sabe cuándo encaja todo. Cuando es económico, bello bajo su punto de vista y no estropea el ambiente. Una obra es rotunda cuando es coherente», defiende Gallego Jorreto. La arquitectura, define, es la que permite «vivir y vivirla. Al hacer una casa lo que estamos es reflexionando sobre cómo vive la gente. Esto es muy humano, y muy de humanidades». ¿Y su estilo? «Soy yo, la personalidad de cada uno. No cambio de estilos, sería un actor».
¿Lo peor que le puede suceder a un arquitecto? «Que no se valore la arquitectura. Nadie le pone unos bigotes a un cuadro de Velázquez, ¿verdad?. En Galicia hay una gran afición a destrozar. También se han hecho cosas muy bien. Lo que acusamos de feísmo suele ser el de la gente con menos medios, muchas veces en ámbitos rurales. A veces, hay mucha creatividad en sus soluciones. Debemos ser muy cuidadosos y preocuparnos por otro feísmo. A mí no preocupa el del señor que pone una teja que nos parece fea, sino por el de la especulación, el que, por interés, hace que la gente viva mal», sostiene.