El popular autor gallego, que saca hoy al mercado su nuevo libro «La puerta», dice que siempre está buscando nuevas formas de romperse la crisma
29 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Al teléfono, Manel Loureiro (Pontevedra, 1975), suena cálido y convincente. Tanto que, cuando acabamos, me apetece comprar su nuevo libro, que hoy sale al mercado. Autor de éxito, mucho éxito, me hace pasar un buen rato lo cual, al parecer, es su especialidad.
-Lo primero es lo primero: hábleme de su nuevo libro.
-Se llama La Puerta, se trata de un thriller ambientado en Galicia y es una de las grandes apuestas de Planeta para estas Navidades. Estoy muy contento porque es mi primer thriller y lo que lo hace diferente precisamente es Galicia. Se trata de una historia que empieza en lo alto de una montaña, a los pies de un monumento megalítico, cuando unos operarios de un parque eólico encuentran el cadáver de una chica joven a la que han sacrificado de forma ritual a los pies de la Porta do Alén
-¿Esa puerta existe?
-Sí, está en un monte sagrado para los celtas. Es una puerta megalítica que, hace 25 siglos, tenía como finalidad cruzar del lado de los vivos al lado de los muertos a los que iban a enterrar. Es como un Stonehenge gallego prácticamente desconocido. Y lo mejor es que sigue en uso. Si va hoy encontrará flores, cartas... ofrendas en definitiva. Se usa como vía de comunicación con el más allá.
-Vaya, con las características del sitio ya tenía casi media novela.
-Cuando tropecé con el sitio, en una excursión, fue como un puñetazo. Enseguida vi que tenía que ser el escenario de una novela.
-Y explota lo que la gente espera de Galicia: un poco de misterio, meigas y todo eso.
-Exacto. A mí me gusta vender Galicia. Me encanta escribir historias desde aquí para todo el mundo. Aquí hay mucho potencial cultural, de folklore, paisaje... Estamos viviendo un momento de explosión, de empezar a creérnoslo.
-Usted empezó en la literatura de un modo casual.
-Soy un poco como Forrest Gump. Estaba en el momento justo en el lugar adecuado. Yo trabajaba como abogado en Pontevedra y, en 2005, el día de mi cumpleaños, aburrido de la literatura jurídica, decidí escribir algo totalmente alejado del mundo del Derecho: algo sobre un abogado que vivía en Galicia y que de repente ocurría lo impensable: los muertos comenzaban a andar entre los vivos. Esa historia que empecé a escribir en un blog se convirtió en un fenómeno viral y en seis meses tenía un millón de lectores. Publiqué mi primera novela y se convirtió en un best-seller.
-Y a vender.
-Me han traducido a un montón de idiomas y he vendido libros en un montón de países. Y por el camino desapareció el abogado y quedé yo. Ya llevo ocho libros.
-¿Cuántos ejemplares calcula que ha vendido?
-Solo en Estados Unidos, más de medio millón. No sabría decir, más de un millón de ejemplares, seguro. Pero hay que poner las cosas en perspectiva. Corín Tellado vendió millones de ejemplares. O Marcial Lafuente Estefanía. Soy muy afortunado, porque vivo de contar historias.
-¿Por qué cree que le gusta tanto a la gente las historias de zombis?
-Es un género muy curioso que aparece y desaparece. El zombi es el monstruo pop por excelencia y en el fondo proyecta nuestros temores; el principal, la pérdida de identidad.
-Hablemos del confinamiento, una situación ideal para un escritor. ¿O no?
-A algunos les sentó genial, porque escribieron como locos, pero hubo otros que no fueron capaces de juntar dos letras. A mí me vino muy bien, porque me pilló en plena corrección de esta novela. Hoy en día, el trabajo de escritor es el trabajo perfecto para un bipolar: te pasas la mitad del tiempo encerrado y la otra mitad, de promoción, hablando con todo el mundo, dando entrevistas y transformándote en un comercial. A la literatura le ha venido bien el confinamiento, porque han aumentado los índices de lectura.
-Haga un ejercicio de imaginación: ¿cómo será la vida post covid?
-Bueno, en 2017 publiqué una novela que se titula 20 en la que un virus sin control se propagaba por todo el planeta. Creo que vamos a un mundo distinto en la manera de relacionarnos, de viajar, más temeroso. Esto no nos va a poner de rodillas, pero será un pasito atrás en la manera de relacionarlos.
-Seguro que de pequeño ya era el que le contaba historias a sus amigos.
-Sí, sí que lo era. Incluso en los festivales del colegio. Siempre me ha gustado, me apasiona. Como abogado, también contaba historias, aunque se las contaba a un juez. Y a veces le contaba unas milongas alucinantes. Sin buscarlo he encontrado algo que se me da bien y en la que soy muy feliz.
-¿Qué quería ser de mayor?
-No lo sabía, porque era demasiado soñador. Yo empecé a leer muy pronto. Recuerdo leer con 8 años Rebelión en la granja, de Orwell. Y, cuando teníamos 12, 13, 14 años, mis amigos jugaban al fútbol y perseguían a las chicas mientras yo leía. No me planteé qué quería ser hasta bastante mayor. Quería contar historias y lo más cercano que encontré fue el mundo del Derecho.
-¿Con quién le gustaría cenar antes, con Paul Auster o con Stephen King?
-Sin duda con Stephen King. Yo no soy mitómano pero es una de las pocas personas a las que me gustaría conocer personalmente. Stephen ha sido capaz de contar historias que le gustan al gran público con una calidad técnica y narrativa espectacular. Hubo una temporada en la que estábamos muy pegados, él y yo, en la lista de ventas en Estados Unidos. Yo fantaseaba con que Stephen King se levantara, mirara esa lista en el periódico y se preguntara quién era yo intentando pronunciar «Loureiro», ja, ja.
-Hay críticos que hablan de literatura de aeropuerto. ¿Le molesta que le asocien a ese concepto??
-En absoluto. Me lo tomo con orgullo. Si lo que significa es literatura de evasión, es lo que yo hago; lo que pretendo es que la gente con mis libros se lo pase bien y se evada. Que cuando acabe el libro diga: «Vaya, ojalá hubiera tenido cincuenta páginas más».
-¿Celta o Dépor?
-El otro día escuché un comentario mordaz que decía que no está bien comparar un equipo profesional con otro que no lo es.
-Ahí va a perder lectores.
-Bueno, yo no soy futbolero, pero si tuviera que quedarme con un color sería el granate del Pontevedra.
-Defínase en cuatro palabras.
-Anárquico, creativo, pasional y curioso.
-¿Qué tal cocina?
-Muy bien, soy un gran cocinillas. En mi casa, el fin de semana, cocinábamos todos.
-¿Qué más le gusta hacer cuando tiene tiempo?
-Dicen que los escritores somos seres sedentarios, plantas de interior. Yo soy atípico, siempre estoy buscando formas nuevas de partirme la crisma. Salir fuera me desintoxica mucho. Me encanta la montaña, el mar, el surf, paddle surf, me encanta la nieve. Me gusta que me dé el aire. Y, aunque suene a tópico, me gusta leer. La literatura es lo que mejor nos permite entender la naturaleza humana.
-¿Qué le produce repugnancia?
-El abuso del débil.
-Una canción.
-Norwegian wood de The Beatles.
-¿Qué es lo más importante en la vida?
-Ser feliz y hacer feliz a los demás. El karma existe, tienes que dar buen karma para recibir buen karma.