Su nuevo disco, «Si mi rayo te alcanzara» inaugura una nueva etapa en su carrera en la que delega funciones y amplía el espectro sonoro
03 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Un artista con la obra tan pegada a su vida como Xoel López se ve obligado a reinventarse cuando la segunda da un volantazo. Lo hizo, por ejemplo, con su marcha a América con Atlántico (2012). Y ahora, cerrada la trilogía iniciada con aquél y continuada por Paramales (2015) y Sueños y pan (2017), el artista ha vuelto a nacer. La ruptura de su matrimonio ha sido el detonante del cambio. Pero en lugar de manifestarse como un disco de ruptura al uso, se abrió en mil direcciones como una auténtica reinvención ligada a lo vital. Es decir, lo contrario a lo esperable. Una vez más.
Acompañado del también coruñés David Quinzán en las tareas de composición y dándole carta blanca al productor Campi Campón para que tratara las canciones con libertad total, Xoel López ha hecho en Si mi rayo te alcanzara todo un ejercicio de confianza en su entorno en pos de la libertad pop total. Apabulla. Hay tantos lugares para perderse en las diez canciones que lo componen como cables de colores en el poste eléctrico de su portada (obra de la luguesa Rebeca Losada, que sigue deslumbrando con su talento).
Quizá el goteo de adelantos haya quitado parte del factor sorpresa a un disco que juega constantemente a arquear cejas. Sí, pero también a incrementar el bombeo de sangre en el corazón. El destello lanza el primer verso: «A lo lejos en un rincón del mundo se cierra una puerta». Luego, el segundo: «Poco a poco, la memoria resuelve el dilema y se abre una ventana». Nueva vida. Nueva etapa. Nuevo sonido. En este caso, un tema surgido en la niebla con reminiscencias de Radiohead, voz en el filo del falsete e invitación total a cerrar los ojos. Para soñar con la música.
A partir de ahí se desarrolla un camino serpenteante y aventurero. Temas como Tigre de Bengala funden a Vampire Weekend con Juan Luis Guerra en lo que debería haber sido una de las canciones del verano, si el coronavirus no lo hubiera arruinado. Joana es un baladón que no se recordaba en el artista desde los primeros tiempos de Deluxe. La titular Si mi rayo te alcanzara surge como pop sintético en su tacto y perfecto en su desarrollo. Alma de oro se consolidó como single imposible y extraño, pero increíblemente pegadizo. Y Dancehall mira a África con unos coros fascinantes marca de la casa.
Para el final queda una dupla excelsa. Primero, La espina de la flor en tu costado con guiño a The Smiths en el título y una de esas sucesiones de círculos sonoros hacia la gloria ya típica en el artista. Segundo, Pez globo, de nuevo en suspensión y con toques espaciales, como espejo de la inicial El destello. Alice Wonder le da la réplica vocal. Y entre ambos -«¡oh, oh, oh, oh!» mediante- dejan al oyente ensimismado, con ganas de más y la sensación de que a este disco, repleto de palpitante vida en su interior, le quedan muchas escuchas. Volver al inicio de todo se presenta como la mejor opción.