La voz clásica y limpia del autor murciano alcanza una madurez casi abrumadora
29 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Es curioso cómo en un año aciago como el 2020 la poesía vive un instante de esplendor. Cuando las cosas pintan mal, unos echan mano de los dioses... y otros de la poesía. El Nobel para Glück, el Princesa de Asturias para Anne Carson, el Cervantes para Brines, las Letras Galegas para Xela Arias... ¿Qué es lo que tiene la poesía?, ¿qué busca en ella el lector? ¿Belleza?, ¿consuelo?, ¿reflexión?, ¿sabiduría?, ¿sosiego?, ¿verdad?, ¿todo a la vez? Una excelente forma de averiguarlo, o, mejor, de seguir interrogándose, es leer el último poemario de Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1949), La rama verde. Su voz clásica, siempre limpia, siempre coherente, ha alcanzado una madurez casi abrumadora. Sánchez Rosillo es la prueba fehaciente de que hay escrituras sanadoras, que, desde los rincones del silencio y la soledad, de la intimidad más secreta, iluminan la experiencia de la vida y no rehúyen los ecos de sus zonas opacas ni los territorios de la muerte. Y lo hace defendiendo la claridad, y evitando los efectismos y las veleidades sonoras de lo abstruso. Desde la naturalidad.