
Tras el colapso pandémico, ahora se agolpan los lanzamientos discográficos. En las últimas semanas han editado disco grupos como Baiuca, Triángulo de Amor Bizarro, Bala y Sen Senra, entre otros
06 jun 2021 . Actualizado a las 15:28 h.La llegada de la primavera ha servido para quitar el tapón que impedía el fluir natural de la producción musical gallega desde marzo del 2020. La imposibilidad de hacer directos y la incertidumbre de la situación provocó que muchos artistas decidieran retrasar sus lanzamientos. Otros se vieron obligados a ralentizar grabaciones en pleno proceso. Y los hubo también que aprovecharon el encierro y las sucesivas desescaladas para crear nuevo material. El resultado de todo ello se lleva viendo desde abril, con un ritmo de lanzamientos sin precedentes. Al margen de los temas sueltos, no hay semana sin que se edite algún disco largo gallego, dejando una cosecha especialmente numerosa y variada.
Hay de todo en este escaparate sonoro. Música que sintoniza con la hierba verde, los primeros rayos de sol y las margaritas y otra que se sitúa en el extremo contrario. Es el caso de Unha fogueira intacta de Chicharrón, cuyo pop oscuro y obsesivo perturba y golpea muy fuerte. Dejando atrás aquel aire a Beach House de Cancións clínicas (2019), ahora se sitúan en un lugar intermedio entre Suicide, The Cure y Xiu Xiu con un disco muy notable. Otro más de este trío con un pie en Carballo y otro en O Grove.
También negra luce la portada de Embruxo, segundo trabajo largo de Baiuca que explora todo el mundo esotérico de Galicia, de seres mitológicos y meigas. Con su fórmula de reinterpretar el folklore desde la electrónica contemporánea, da un paso adelante aliándose con el percusionista Xosé Lois Romero y cantareiras Lilaina. Muestra lo dúctil de un sonido que no conoce fronteras. Nos hartaremos de ver a Álex Guillán, su alma máter, dando conciertos este verano.
Marco Maril deja paso a la luz en la cubierta de 15.11.18. Histórico del indie patrio (militó en los seminales Dar Ful Ful y funcionó durante dos décadas bajo el alias de Apenino), da un paso adelante con la filosofía de menos es más (en el disco solo hay piano, voz y cello) y abriendo un espacio a lo que llega después de la madurez. Su pop minimalista en formas pero maximalista en emoción y mensaje mira a los cincuenta con barba blanca y serenidad. Una joya fuera de tiempo, espacio y escenas.
Casi de la misma quinta y de un ambiente similar proceden Triángulo de Amor Bizarro. Los de Boiro lanzaron su espléndido elepé homónimo en los primeros días del confinamiento y apenas pudieron dar conciertos. Algo terrible: se trata de su mejor álbum y el grupo se crece sobre un escenario. Para vencer la frustración se aliaron con otros artistas como Esplendor Geométrico, J de Los Planetas, Carolina Durante, Soleá Morente o Biznaga para reinterpretar el álbum. El resultado es Detrás del espejo: variaciones y ecos, un experimento con resultados sorprendentes y que ofrece una nueva óptica para contemplar a un grupo que es bandera del rock independiente a nivel nacional.

Descongelando la rabia
Otras que lidiaron con la impotencia durante todo el 2020 fueron Anxela y Violeta, de Bala. Maleza, su tercer trabajo, se finiquitó en diciembre del 2019. Su gira de presentación incluía fechas por toda España e incursiones en Estados Unidos y Australia. Todo se tuvo que guardar en el congelador. Ahora ve la luz un elepé que combina las vertientes más melódicas y agresivas de un grupo que igual mira al grunge como al hardcore, y que siempre deja con ganas de más. Va a ser difícil aguantar quieto en una silla viéndolas en directo.
Recién salido del horno se encuentra el elepé homónimo de Grande Amore, debut para Ernie Records del proyecto del burelense Nuno Pico. Está llamado a convertirse en uno de los nombres centrales del pop gallego actual. Música que se inspira en Suicide y Sigue Sigue Sputnik para hablar de rayaduras posadolescentes, la angustiosa sensación del fin de la juventud y, por supuesto, el ligoteo nocturno que no siempre termina bien. Canciones repletas de ganchos para que muchos vean ahí reflejada su vida en un ritmo y un estribillo. Esto va mucho más allá de la simple anécdota.
A la compostelana Mariagrep su sello Raso la presenta como la «nueva diva del bedroom pop» en su debut Si un día. Otra de las sorpresas de la temporada. Sedoso y circular, ese sonido de dormitorio mira al r&b y a la psicodelia, remite a figuras como Solagne, Jeanette, Billie Eillish o Aires y parece dibujar como es, o debería de ser, el pop más fresco y excitante en este 2021. Acompañado de Manuel Blanco (la mitad de Blanco Palamera) ha logrado una receta sónica de lo más apetecible.

Del nuevo folk al «r&b», pasando por el rescate «trip-hop»
En la tendencia cada vez más acusada de revisar las raíces por parte de músicos gallegos curtidos en escenas independientes que miraban a lo anglosajón, se encuentra el trío pontevedrés Peña. Toño Magariños (diola, Unicornibot) Rubén Abad (Cro!, Trilitate) y Elena Vázquez (Trilitrate) han editado Carreiro, continuación del epé Fórmula. Disco de folk en el que Fuxan os Ventos se mezclan con Beach Boys o Low y en el que priman juegos vocales a la vieja usanza. Todo ello para acoger textos que escapan del mundo gris o se enfrentan a él con retranca agridulce («onte fun pedir traballo e déronme unha etiqueta»).
A la ascendente progresión de Sen Senra la pandemia le hizo una verdadera faena. Figura destacada en el nuevo pop nacional, se encontraba a principios del 2020 en un trampolín perfecto para el estrellato, del que se tuvo que bajar obligatoriamente. Ahora Corazón cromado lo devuelve al foco con un finísimo r&b cantando en falsete que acoge mensajes contra el lado más quinqui del trap («yo camino palante, los hay que buscan guerra / hay quien presume de calle sin pisar la acera»). En Qué facilidad se marca un dueto con C. Tangana, demostrando el sitio que tiene en este momento.
Programado para ver la luz en la primavera del 2020, Hope & Sespair de Allova tuvo que esperar un año entero para su salida. El confinamiento partió por dos la elaboración del disco de debut de Alla Mikhaylova, rusa afincada en A Coruña que bebe los vientos por el trip-hop y cierto rock atmósferico de los noventa. Apelando a Portishead, Radiohead o James Blake, en su trabajo logra un equilibro entre atmósferas y canciones. También entre sonidos orgánicos y electrónicos. Es el resultado de una grabación troceada en varias fases por culpa del virus, pero que no se resiente en ningún momento.