Marián López Fernández-Cao: «El arte nos puede ayudar a restablecer esa relación de confianza deteriorada»
CULTURA

La catedrática de Educación Artística explica que la arteterapia es una disciplina orientada a favorecer la inclusión social
25 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Marián López Fernández-Cao es catedrática de Educación Artística de la Universidad Complutense e impulsora del Máster de Arteterapia y Educación Artística para la Inclusión Social, una disciplina pensada para ayudar a personas que han sufrido trastornos y a las que se les ayuda mediante procesos canalizados a través del arte, cuestión sobre la que habló esta semana en el encuentro Contextos para el diálogo entre arte y salud. El arte como motor de bienestar, organizado por la Fundación María José Jove, en A Coruña.
—¿Qué es la Arteterapia?
—Es un acompañamiento de las personas a través de procesos creadores y del arte. La persona va, por un lado, reflexionando y activando recursos que estaban adormecidos porque eran solo a través de la palabra. Algunos teóricos llaman a la arteterapia simbolización acompañada. La persona no solo reflexiona y estructura, a través de formas, aspectos que pueden estar desestructurados, sino que aprende a darle sentido a aquello que le está pasando y a desarrollar las potencialidades que tienen que ver con la creatividad.
—¿Sirve cualquier disciplina?
—Van desde la danzaterapia, dramaterapia, músicoterapia e incluso juegoterapia. Todas valen, algunas activan más el cuerpo, como puede ser la danza en movimiento, y otras aspectos más proyectivos como pueden ser las artes visuales. Hay algunas que están integradas y que mezclan un poco de todo, la conciencia corporal está muy olvidada en las escuelas y las terapias y es un elemento que ayuda a pensar.
—¿Y los principales beneficios?
—Todas las terapias creativas trabajan en equipo, depende de los objetivos que nos planteemos. En inclusión social trabajamos otros aspectos que pueden tener que ver con lo vehicular, con traumas anteriores, con la relación con el otro. Los procesos creadores siempre nos vinculan con el otro, por lo que el arte nos puede ayudar a restablecer esa relación de confianza deteriorada. Está muy relacionada con el concepto de proyecto, es decir, siempre trabajamos con el proyecto artístico en paralelo al vital. En la medida en que podemos permitirnos iniciar un proyecto artístico, simbólicamente nos damos la oportunidad de uno vital. Una cosa es trabajar con niños autistas, otra con personas con diversidad funcional o cognitiva, también hemos trabajado en cárceles con cuestiones que tienen que ver con cómo trabajar traumas o una disfuncionalidad social, con mujeres maltratadas. La arteterapia no tiene una receta estándar, sino que trabajamos con los objetivos que la persona quiere trabajar y es importante que haya una profesional que pueda acompañar y que dé ese espacio de seguridad y sostén en ese comenzar de nuevo.
—¿Es aplicable a cualquier persona o colectivo?
—A quien quiera, básicamente. Lo que hacemos es una alianza terapéutica, que la persona se comprometa a que quiera trabajarse a sí misma, con eso ya está. Si lo diferenciamos en las distintas terapias, hay gente que es mucho más corporal y en la dramaterapia los conflictos surgen mucho antes. No es lo mismo trabajar con fotografías o vídeo que con pintura o lápiz, cada técnica activa una manera de relación con la realidad y con uno mismo diferente. Estuvimos trabajando con trauma migratorio y, para las personas que habían sufrido violencia sexual, trabajar con fotografías era mucho más complejo, demasiado cercano a la realidad. Hay formas que no son tan análogas a la realidad como la pintura o un trabajo más abstracto hasta llegar a técnicas más cercanas a lo representado. Lo que está es la singularidad del sujeto, con uno se pueden trabajar unas cosas y con otros, no. Depende de la persona que sepa escuchar, que tenga una mirada atenta, respetuosa.
—¿Está muy extendida?
—En el mundo está absolutamente extendida. Como formación ya existe en las mejores universidades europeas y en el Reino Unido está dentro de la Seguridad Social. En Israel existe en todos los colegios, por lo que, además de un psicólogo, tienen una arteterapeuta porque se dan cuenta de que con los niños es mucho más fácil de trabajar.
—¿Y en España?
—Estamos luchando por el reconocimiento, está reconocida por los sindicatos para hacerte un seguro como profesional, pero no como una profesión, estamos en ello. Lo que falta es que se conozca y sus beneficios. Hay una federación de asociaciones que está trabajando en este aspecto y ahora, desde el consorcio europeo, estamos a punto de sacar un informe sobre la cartografía en Europa desde el punto de vista de la formación de la profesión y la investigación. El trabajo de Rebeca Zurru en Valencia, basado en la evidencia y con una fiabilidad estupenda, son investigaciones que ayudan a darle credibilidad y consistencia, y que se entienda que es un elemento que enriquece y añade a los equipos multidisciplinares.
—¿Cuál es el perfil medio del arteterapeuta?
—En general, como en todas las profesiones de salud y cuidado, hay una mayoría de mujeres, igual que en medicina o psicología. El perfil es muy variado, viene mucha gente de Psicología, Bellas Artes, Historia del Arte, Magisterio, Terapeuta Ocupacional, Enfermería, incluso Medicina o Arquitectura. Cuando iniciamos los cursos nos encontramos una maravillosa mezcla, hay interés en ver cómo los procesos creadores les han ayudado a dar sentido a determinadas cosas o mejorado su relación o su vida, por eso se quieren formar, que es un aspecto muy importante.