Palma de Oro de la transgresión extrema para «Titane»

José Luis Losa

CULTURA

Julia Ducournau y Spike Lee
Julia Ducournau y Spike Lee ERIC GAILLARD

Spike Lee hizo estallar la ceremonia cuando anunció el ganador antes de tiempo

18 jul 2021 . Actualizado a las 13:10 h.

Nada resultó como antes en este Cannes. Por eso, la manera en que Spike Lee hizo estallar la ceremonia parece muy propia de la entropía y la furia con que se han vivido estos doce días en la Croisette. El norteamericano anunció, nada más recibir por primera vez la palabra, que la Palma de Oro era para Titane, la provocación mayúscula de la directora francesa Julia Ducourneau. Pensado de otra forma, parece existir una enorme justicia poética en la forma en que Ducourneau y su película de radicalidad innegociable han tomado Cannes y su reglado sistema al asalto, sin avisar. No se anuncian las revoluciones. Por eso semeja que el desconcierto que destrozó el tempo de la ceremonia es la mejor manera de dejar que irrumpa en el parnaso Titane.

El film premiado es como un esqueje brutal del universo del Crash de Cronenberg y Ballard. Una cabalgada por la libido indomeñable de la carne. En esa radicalidad, la directora Julia Ducurneau plantea la búsqueda de la identidad de su protagonista como un excurso por la mutación, por una dolorosa torsión transgénero. El pase de Titane consiguió generar ya un movimiento sísmico divisorio. La falla abierta por esta película que mueve placas tectónicas se tragó -como siempre- a los sectores de la crítica retardataria. Para ellos no hay ya norte. Titane representa otro anuncio de nueva era de ese cine visceral, el que te roba la libra de carne más cercana al corazón.

El jurado presidido por Spike Lee -cuyo uniforme de pinturero guardagujas hacía presagiar ya descarrilamiento en la ceremonia- no solo acertó con su Palma de Oro para Titane. También en muchas de sus restantes decisiones. Irreprochable en el Gran Premio del Jurado -la plata del palmarés- para Un héroe, del iraní Asghar Farhdai. Pero suena a delirio que Farhadi tenga que compartirlo con la infausta Compartment 6, donde puso dinero Putin para contar como una lesbiana finlandesa termina «redimida» por un minero ruso machirulo y acosador. Resulta marciano que Leos Carax sea mejor director por su musical horrísono Annette. Y que - en contraste- el dolor hondísimo de la colosal Drive my Car, de Ryusuke Hamaguchi, deba confirmarse con premio a su guion.

Es gran noticia que el israelí Nadav Lapid reciba Premio del Jurado por La rodilla de Ahed, su nueva formidable imprecación de la política excluyente de su país. Que a su lado se sitúe a la marcianada farsante del tailandés Apichatpong Weerasethakull en la selva de Colombia no se digiere ni con budismo zen ni con naves espaciales en territorio Pablo Escobar.

Impecable el premio como mejor actor a Caleb Landry Jones por el desorden cognitivo del golpeado monstruo devenido ametralladora humana en la brutal Nitram. Iba a decir que la noruega Renate Reinsve ?mejor actriz- resulta tan detestable como la película de Joachim Trier que protagoniza. Pero dado que su título es La peor persona del mundo habrá que entender que se adapta con creces a su meta.