Cuando Talese aguantó la mirada a Sinatra

Iñaki Esteban COLPISA / MADRID

CULTURA

Frank Sinatra records  The Swingin' Session  - (Photo by Sid Avery/Capitol Records Photo Archive)
Frank Sinatra records The Swingin' Session - (Photo by Sid Avery/Capitol Records Photo Archive) Sid Avery

El periodista retrató a la estrella como un personaje desconfiado controlador y voluble

02 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A Gay Talese (Nueva Jersey, EE UU, 1932) no le gusta que le encuadren dentro del Nuevo Periodismo, etiqueta que Tom Wolfe puso para designar una forma periodística de contar la realidad más narrativa, personal y suelta que las noticias y reportajes de los diarios. Desconfiaba de esa soltura. Había trabajado durante diez años en The New York Times y llevaba en la sangre la escrupulosa lealtad a los hechos.

Pero había conseguido entrar en Esquire y tenía que justificar su contrato. No se lo pusieron fácil. La revista le encargó un perfil de Frank Sinatra que incluía entrevistarle, cuando el cantante había estado rechazando las propuestas de la revista durante años. Para demostrar que había sido un buen fichaje, se propuso realizar un plan que tenía mucho que ver con el Nuevo Periodismo. Se trataba de seguir sus pasos y los de su círculo durante tres meses. Quería meterse en él y ser uno más. Sinatra le dio con la puerta en las narices y lo tuvo que hacer todo a distancia.

Talese se lo explicó por carta a la estrella, entonces en su apogeo pero atemorizado ante amenazas como la emergencia de The Beatles. «Esta mañana he llamado a su encantadora y gentil hija Nancy (cantante como él, la que puso voz a These Boots Are Made For Walking) y le he expresado mi malestar. Si me hubieran permitido disfrutar de su compañía, si me hubieran permitido viajar con usted y sus amigos y entrever la calidez de su mundo interno, habría realizado un perfil clásico sobre usted», le escribió el 4 de diciembre de 1965.

Malas vibraciones Como no pudo hacerlo de manera frontal, tuvo que buscarse la vida por las esquinas, hablando con personas que le conocían o que estaban laboralmente relacionadas con él. El resultado fue Sinatra Has a Cold (Sinatra está resfriado), una pieza clásica. Talese dijo luego que la distancia le había beneficiado. No había podido enamorarse del personaje y eso le impidió sucumbir a la tentación del peloteo.

Después de haber sacado una edición para coleccionistas, con la firma del periodista, Taschen lo vuelve a editar para el público general con fotos de Phil Stern, que sí podía acercarse a La Voz.

El perfil se publicó en abril de 1966. Empieza con un Sinatra de mal humor en un club privado de Hollywood. Está preocupado porque sufre un resfriado que le impide cantar bien. En unas líneas, Talese es capaz de elevar ese catarro a un asunto de gran transcendencia.

«Sinatra con un resfriado es un Picasso sin pintura, un Ferrari sin gasolina, pero peor. Porque el resfriado le roba a Sinatra esa impagable joya, su voz, resquebraja el núcleo de su confianza y eso afecta no solo a su psique, sino también parece causar un moqueo psicosomático en docenas de personas que trabajan para él, beben con él, lo aman, dependen de él para su propio bienestar y estabilidad. Un Sinatra con un resfriado puede, a pequeña escala, enviar vibraciones a través de la industria del entretenimiento y más allá, de la misma manera que un presidente de los Estados Unidos, súbitamente enfermo, puede agitar la economía nacional», escribe Talese.

El periodista pinta al cantante como un personaje voluble, controlador, desconfiado. No podría haberlo hecho así si hubiera complacido al representante del artista, que le sugirió que si le enviaba el texto antes de que lo publicasen quizá podría hacerle un hueco. Sin llegar a verle de cerca, aguantó la mirada a la estrella.

Eran tiempos difíciles para Sinatra. Su pareja, Mia Farrow, tenía veinte años, o treinta menos que él. Emergían sus conexiones con la mafia Tenía negocios inmobiliarios, una productora, una discográfica y una compañía área. Contaba con 75 empleados que trabajaban directamente para él. Todo esto ocurría en la gran época de Esquire, que destacaba mucho más por su estilo punzante que por templar gaitas.

Talese salvó su primer encargo. Pormenorizaba la relación que tenía con sus exesposas Nancy Barbato y Ava Gardner, y con sus hijos. Mostraba su adicción a la fama. Si paraba su coche en un semáforo, no arrancaba hasta lograr que una mujer bella le mirase de frente. Sin sus palabras, Talese contó aquello de lo que nunca hubiera querido hablar.