Zahara mira a los ojos a sus fantasmas con un concierto soberbio

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN

CULTURA

Cedida

El parque de Santa Margarita se quedó pequeño anoche para una actuación mágica y redentora, dentro de la segunda jornada del festival Noroeste

09 ago 2021 . Actualizado a las 12:18 h.

Puta, el álbum gestado por Zahara en la pandemia y editado este año, ha calado. Es algo más, mucho más, que un puñado de canciones. Si entre los paladares exquisitos se apela a la diferencia entre cultura y entretenimiento para ensalzar lo primero minusvalorando lo segundo, un álbum como este demanda otra clasificación. Funciona en un nivel diferente. Los cajones tienen más que ver con el latido de la vida, el estremecimiento del alma y las fibras nerviosas repartiendo sacudidas de conmoción por todo el cuerpo. Hay discos que generan eso y otros que producen otra cosa. Y Puta -con sus fantasmas, su humo espiritual y su corazón abierto- es de los que se pasea, vibrante, por la espina dorsal de las emociones

Se nota en cuanto uno pisa el Parque de Santa Margarita, en donde actúa en la segunda jornada del Noroeste de A Coruña. Hay otro ambiente. Casi ceremonial. Las largas colas para intentar entrar. El público -con una amplia mayoría de mujeres- que luce, en algunos casos, la banda de Puta que lleva la artista en las fotos promocionales. Los aplausos de bienvenida. El silencio, tremendo y extraño en un festival, con el que se la escuchaba todo. Las canciones que se siguen en los labios ocultos por las mascarillas diciendo/confesando cosas como «te producía placer el sabor de la derrota». La sensación, en efecto, de que Puta es mucho más que un disco. Y esta mucho más que una actuación.

Nada se le puede reprochar a Zahara en la puesta de largo del que probablemente sea el mejor disco del pop nacional de 2021, con permiso de C. Tangana. Su trasvase al directo resulta sensacional. Su formación de trío synth-pop de aroma ochentero recuerda a grupos como Mecano u OMD. Los músicos -sensacionales Martí Perarnau y Manuel Cabezalí- erigidos sobre plataformas flanquean Zahara. Todos vestidos de rojo, concentrados en un set que no reproduce temas, sino que los hace respirar de nuevo. Al contrario de lo que muchas veces ocurre en el pop electrónico contemporáneo, no existe sensación de frío karaoke sobre programaciones. El colchón musical de Zahara posee ética analógica. Cruje, vibra y suspira. Se amasa en vivo.

Con una puesta en escena sencilla pero efectiva, el trío arranca con Flotante, tema inaugural del disco, con una revisión más atmosférica si cabe. Lo recibe la luz del día del coqueto auditorio del parque. Y aunque el espectáculo se haya diseñado para la noche, la claridad le sienta de maravilla. Ver los rostros le otorga un plus de sinceridad. De sentir como el mensaje se cuela nítido entre el artificio. Que llega como una confesión redentora en un grupo de terapia colectiva. Porque ahí, muchos iban buscando su reflejo. Rectifiquemos: muchas, tal y como dice Zahara en todo el concierto hablando siempre en femenino. Todas ellas -la puta de la clase, la que vuelve a casa angustiada con las llaves en el puño, la que soportó de niña los abusos de un familiar criminal, la que se odió a sí misma por los delitos de los demás, la que fue manoseada en un baño, la que tuvo miedo de que todo eso le pudiera llegar a pasar- se ven proyectadas en el escenario.

El primer golpe certero lo da Ramona. Dos bailarinas colocan a Zahara la banda de Puta. Se produce un escalofrío entre la audiencia. Aplausos de esos que arrancan temores internos. Simbólicamente refleja lo que le ocurrió en Úbeda a los 12 años, cuando se convirtió en la “chica fácil” del pueblo, truncando su vida («dañado para siempre, dañado para siempre», canta en otro tema como un juguete roto). Ahí, ajustando cuentas con la portera de su antiguo edificio (la que tampoco escatimó el uso del adjetivo contra ella) y con bailes tremendamente expresivos y tremendamente fáciles de entender, se entra definitivamente en la propuesta. Cuando en Negronis y martinis se escucha con toda nitidez el graznido de una gaviota que sobrevuela el escenario, se palpaba ya la magia. Y la caricia del sol, lejos de estropear la jugada, incrementada el hechizo. El supuesto error de colocarla abriendo el evento, se reveló finalmente como un enorme acierto.

En una época como esta, de bolos alimenticios y artistas reteniendo material para tiempos mejores sin covid-19, la propuesta de Zahara impacta por su viveza. Llegará, seguro, un momento en el que canciones como Samsa, Joker o Merichane suenen a fondo de armario y clásicos de la artista (como El fango, El deshielo o Guerra y paz, rescatados anoche con tino). Pero ahora los temas de Puta arañan y turban. Y cuando el fondo del escenario gira en espejos y la artista se contornea ante ellos, el público ve ahí su rostro estampado. Su historia compartida. Su ansia redimida. Porque esa artista que le dedica La bestia a los que «me llamaron puta a los 12 años» -y de paso a los que le gritaron «maricón» a Samuel Luiz antes de matarlo, a los que piden el pin parental, a los que niegan la violencia de genero y los que «nos violan»- está poniendo voz a algo tristemente universal. Jugando con los significados y los significantes, para vaciarlos de de veneno y vaciarse ella misma. Y todo ello con una música tremendamente excitante.

Por eso Puta es algo más que un disco. Y estos directos de presentación, algo más que hedonismo y diversión. Cuando en la recta final, la propuesta toma ya formas de breakbeat, empieza a caer la noche. Es el único momento en el que, quizá, se echa en falta la oscuridad para disfrutar de Berlin U5 (e imaginar, cómo no, un día sin mascarillas y con la gente bailando libremente). Para el resto, mejor la luz. Que la artista mire a los ojos a sus fantasmas, pero también a los de un público que lucha con los suyos. Y juntos sentir que se está viviendo algo más, mucho más, que un set apresurado en el listado interminable de un festival. Es Puta, un trabajo inmenso que aún el queda mucha vida. No duden en acercarse a él. Pocas cosas en el pop nacional pueden superar esto ahora mismo.