«La anomalía», novela ganadora del premio Goncourt 2020, se ha convertido en un fenómeno literario y de ventas
09 ago 2021 . Actualizado a las 10:11 h.Profesor de matemáticas, luego periodista científico, Hervé Le Tellier (París, 1957) ha logrado el éxito y la fama a los 63 años y después de escribir una treintena de libros (novelas, relatos, ensayos, poemarios, obras teatrales) desde 1991. Desconocido por el gran público, el Premio Goncourt otorgado a La anomalía (Seix Barral) en el 2020 lo ha consagrado y ha convertido esta novela en un fenómeno literario, con más de un millón de ejemplares vendidos en Francia, cuando con sus anteriores obras no pasaba de 20.000. El argumento es muy atractivo y sorprendente: el 10 de marzo del 2021 un avión aterriza en el aeropuerto JFK de Nueva York tras unas terribles turbulencias y sufre un «desdoblamiento, un fenómeno de duplicación» -según el autor- que afecta a todos los pasajeros, a la tripulación y al propio aparato. Tres meses después, un avión idéntico aterriza de nuevo con los mismos pasajeros y la misma tripulación. Este suceso inexplicable desata una crisis política, científica y mediática sin precedentes. Ocho acaban encontrándose cara a cara con sus dobles, que son exactamente iguales, pero con tres meses de diferencia.
-¿Cómo surgió la idea de esta novela?
-A partir de un relato corto que decidí no escribir sobre el encuentro de un hombre y su doble, que hablaban de su propia vida hasta llegar a una charla esencial sobre la relación amorosa o sentimental y la mujer que ambos amaban. Rápidamente me di cuenta de que era una mala idea para tratar en un relato corto, pero buena para una novela, en la que podía explorar todas las situaciones posibles, desde la colaboración al odio, desde el sacrificio al asesinato. Hice lo que en cine se llama un casting para crear un grupo de personajes para cada una de las opciones posibles que ofrecía la confrontación.
-¿Cómo logró armar el puzle de la novela, en la que utiliza varios géneros literarios?
- Como decía antes , hice un casting de personajes que respondían a estereotipos literarios. Seleccioné ocho entre las doce situaciones que se me habían ocurrido. Cada uno de ellos se asocia de manera bastante natural a un género, desde la comedia sentimental al thriller, la novela negra, la ciencia ficción o, en algunos casos, la novela de introspección. Había que ordenar los capítulos para que la lectura y la fluidez fueran máximas. Una de las reglas que me impuse fue cambiar de registro cada capítulo de manera bastante clara para aumentar el interés del lector y la diversidad. Quise fusionar géneros en un relato único. -El tema del doble ha sido muy tratado desde los orígenes de la literatura, pero usted le ha dado una vuelta de tuerca.
-El tema del doble siempre ha estado presente en la literatura universal, pero yo lo traté de manera distinta, porque decidí que mis dobles no es que se parecieran, sino que eran exactamente los mismos con tres meses de diferencia, un pequeño desfase que hace que sean los mismos pero a la vez diferentes. Esto no se había propuesto anteriormente y es lo que crea una situación dramática única y la hace diferente. Lo que me interesaba era imaginar cómo varias personas reaccionan frente a un encuentro con su doble. Al ser exactos a nosotros mismos resulta insoportable porque implica la imposibilidad de la mentira, ya que nos conoce perfectamente.
-¿Por qué sitúa la novela en un futuro tan próximo respecto a cuando la escribió?
-La escribí en el 2019 y la acción transcurre en el 2021. Es una buena casualidad que en España se publique este año para que la acción no transcurra en un futuro próximo, sino en una fecha diferente. Como una especie de distopía más que ciencia ficción, porque la novela habla menos de anticipación que de divergencia temporal y, en el fondo, uno de los juegos con la proximidad en el tiempo se refiere a los códigos de la cultura popular, lo que me permite equilibrar la faceta fantástica a través de personajes de nuestro mundo, como Ed Sheeran, Elton John, Trump o Macron, que sitúan el relato en una realidad concreta. Era la primera vez que jugaba con códigos y métodos adictivos que enganchan al lector, un juego de cliffhanger al final de cada capítulo que dejaba en suspenso la acción, de modo que cuando empiezas el libro nunca lo puedes dejar hasta el final.
-¿Qué le diría a su doble si se lo pudiera encontrar?
-La novela habla de lo que es esencial en nuestras vidas, de lo que se puede compartir y de lo que no. El debate con mi doble sería una reflexión a dos de la forma más razonable y menos agresiva posible sobre lo que estamos dispuestos a ceder y aquello sobre lo que vamos a rivalizar, por encima de todo la relación íntima con nuestra pareja. Finalmente la rivalidad se convertiría en el centro, en el nudo gordiano.
-¿La vida puede ser vista como una simulación?
-La gran pregunta es saber si cuando vivimos nos estamos imitando constantemente a nosotros mismos, si estamos en una simulación de nosotros mismos, si somos realmente nosotros mismos. A veces me ocurre que dudo de la realidad del mundo en el que vivo. Pienso de hecho que la pandemia en la que seguimos viviendo, en la que hemos sentido momentos de soledad más profundos, ha hecho que la realidad no nos parezca la realidad. El reto que tenemos es reapropiarnos de la vida.
«La posibilidad de que seamos seres virtuales no es absurda»
La novela plantea la posibilidad de que seamos seres virtuales que viven en una suerte de simulación. Una hipótesis formulada por el filósofo sueco de la Universidad de Oxford Nick Bostrom, que Le Tellier considera que «no se puede descartar sin más, porque no es absurda, sino posible». Y señala que recientemente una revista científica, Scientific American, publicó un artículo en que se estimaba que había un 47% de posibilidades de que seamos seres virtuales, «una hipótesis magnífica para una novela».
-La idea de la simulación es muy potente y sencilla de explicar; en primer lugar, existe una ley para los ordenadores que establece que la potencia de computación se duplica cada dos años, esto quiere decir que cada diez años los ordenadores son mil veces más potentes. Esta ley de Moore es válida casi desde 1960, lo cual quiere decir que la potencia de computación de los ordenadores en la actualidad es mil millones de veces mayor que entonces. Creo que algún día, y no soy el único que lo cree, conseguiremos simular el funcionamiento de un cerebro humano y no solo eso, podremos transmitir a ese cerebro virtual información sobre el mundo que nos rodea.
Le Tellier asegura que el ser humano «tiene una capacidad asombrosa para la amnesia y la ceguera», por lo que «cuando se acabe la pandemia, olvidaremos lo vivido». Ante situaciones anómalas como la que plantea la novela «en lugar de encontrar explicaciones lógicas y científicas, buscamos razones y explicaciones puramente mágicas».
«Ser de OuLiPo da gran libertad y es un aguijón para trabajar de manera excéntrica»
Desde el 2019, Le Tellier es el presidente del movimiento OuLiPo (acrónimo francés de Taller de Literatura Potencial), un grupo de experimentación literaria del que formaron parte Raymond Queneau, Georges Perec, Italo Calvino o Marcel Duchamp. Algunos de sus integrantes, como el propio Le Tellier, son matemáticos. Siguiendo sus reglas, Queneau contó un episodio banal en un autobús de 99 maneras distintas y Perec escribió El secuestro sin usar la letra «e». El secretario del grupo, Marcel Benabou, define al escritor oulipiano como «una rata que construye ella misma el laberinto del cual se propone salir». Le Tellier ha construido uno propio en La anomalía.
«Lo que aporta OuLiPo a sus miembros es una muy gran libertad y confianza en el proyecto, que se elabora de manera solitaria pero recibe el apoyo de sus miembros», asegura. Por ejemplo, «un libro que podría parecer irrealizable como El secuestro debe mucho a que Perec formaba parte de un grupo al que no le parecía estúpido ni vano; al contrario, varios socios compartieron textos en los que también se omitía la letra ‘e’». Explica que «hay partes del libro que son un poco colectivas aunque Perec sea su autor incontestable». En conclusión, «ser miembro de OuLiPo es un aguijón para esforzarse y trabajar de una manera excéntrica».
La novela, además de jugar con teorías científicas, contiene guiños a la cultura pop y a las series televisivas, pero también a Ana Karenina de Tolstoi o a Aurélien de Louis Aragon.
Alineamiento de planetas
El autor francés atribuye el espectacular éxito de su novela a «una especie de alineamiento de los planetas»: el confinamiento, un largo período en el que nos tuvimos que concentrar en leer y ver series; el boca a boca al publicarse la novela; y las buenas críticas después. El impulso definitivo fue la concesión del premio Goncourt, que en Francia está es «el premio de los premios y que este año, más que nunca, lo ha demostrado por la magnitud de las ventas, la recepción del público y el fenómeno literario y crítico que ha supuesto la novela». Ademas, «en un momento en que estamos confinados, es una novela que hace viajar a los lectores por diferentes escenarios». Confiesa que es feliz por haberse «convertido en un tema de conversación, porque en un momento dado había que haber leído La anomalía».