Autorretrato de Emilia Pardo Bazán a los 30 años

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Ozores, posando en el coruñés teatro Colón, que el 10 de septiembre acogerá el estreno de «El reflejo».
Ozores, posando en el coruñés teatro Colón, que el 10 de septiembre acogerá el estreno de «El reflejo». CESAR QUIAN

Javier Ozores y Gabriel Bussi crean una pieza dramática sobre la escritora

28 ago 2021 . Actualizado a las 16:36 h.

Emilia Pardo Bazán siempre ha estado muy presente en la casa del empresario, gastrónomo y escritor Javier Ozores (A Coruña, 1942). Y es que era muy amiga de su abuelo. «¿Mi abuelo, escritor? Que va, era un trabajador normal [ríe]. Bueno, los escritores también son trabajadores normales. Lo que pasa es que en A Coruña entonces eran cuatro gatos. Todos se conocían. Y la condesa era una mujer muy sociable». Recuerda que en su casa se contaban muchas anécdotas de doña Emilia, como aquella de «la leche que se pegó cuando se cayó del andamio porque se empeñaba en gobernar las obras en las torres de Meirás». Esa familiaridad, acrecentada con el afecto, el conocimiento, el estudio y la admiración, lo ha llevado a escribir la pieza dramática El reflejo, cuyo estreno está fijado para el próximo 10 de septiembre en el coruñés teatro Colón, en el marco de la Programación Lírica 2021 pero fuera de abono. Era, además, un paso natural más en el camino posterior a la producción de la ópera La Tribuna, cuyo libreto también escribió él. En ambos proyectos la música corrió a cargo del compositor de origen uruguayo Gabriel Bussi, violinista de la Orquesta Sinfónica de Galicia.

Inicialmente, anota, la obra teatral fue un encargo del teatro La Zarzuela de Madrid, que iba a acoger la representación de la ópera después de que se estrenara en A Coruña. «Pero la pandemia echó todo por tierra. Decidí seguir adelante, asumí la producción y llegamos a un pacto con Amigos de la Ópera, que aceptaron encargarse de la parte artística», relata. Así, el proyecto prosperó: la actriz Estíbaliz Veiga encarna a Pardo Bazán, la soprano argentina Virginia Tola interpreta a la protagonista de la novela La Tribuna, Amparo, y al piano se sienta Alfredo Abbati. Al frente de todos ellos, Emilio López (Valencia, 1982), como director de escena, «un joven que hizo en A Coruña, hace apenas un año, y con muy pocos medios, una Verbena de la paloma estupenda».

La obra es un monólogo de Pardo Bazán a los 30 años, en la época en que escribe su novela La Tribuna, entre 1881 y 1882. La escritora aborda la creación de su protagonista, Amparo, un reflejo de su propia personalidad, por eso la pieza se titula El reflejo. Estructurado en cinco escenas, el monólogo de Veiga va jugando con otras tantas arias -extraídas de la ópera y arregladas para teclado- cantadas por Tola. Al piano, Abbati arropa las canciones y toca además algunos pasajes que subrayan dramáticamente la interpretación de Veiga.

Las arias están relacionadas con el contenido del monólogo, explica Ozores, con las reflexiones de doña Emilia, que, pese a sus 30 años, como empezó jovencísima a escribir, era una autora ya hecha, madura -poco antes había publicado Un viaje de novios.

El interés de abordar a la autora en esa época, detalla, reside en que sufre por entonces varias crisis personales, como la separación de su marido, José Quiroga, pero también porque es su gran arranque como narradora: La Tribuna es su primera novela importante. Rechaza Ozores que el espíritu del texto sea una voz de la conciencia o una confesión de carácter intimista: «Ella se presenta, cuenta quién es. Habla coloquialmente, como dirigiéndose al público. Expone sus opiniones, inquietudes, proyectos, qué cosas quiere hacer, sus preocupaciones... Tiene muchas caras su discurso, denuncia situaciones sociales o políticas, elogia otras. Pero además pretendo demostrar cómo a través del personaje de Amparo exhibe todas sus ideas laborales, sociales, feministas… Cómo retrata el universo de una ciudad, la sociedad, a través de la cigarrera. Cómo es el mundo laboral y cómo es la mujer con sus claros y oscuros, su ingenuidad, su valentía… También se para en sí misma. Muestra su admiración por sus padres, admite que la mujer solía ser la pata quebrada, ahí en casa, y que ella no tuvo que sufrir esto gracias a ellos. Confiesa la suerte que tuvo al poder acceder a la educación, la lectura, los viajes, etcétera». Es un autorretrato, sí, corrobora Ozores.

El escritor ha buscado la Pardo Bazán más cercana, la que se mostraba cómoda y campechana con sus amigos, donde era tratada como una más: «No quería el personaje público de escritora, que tenía que luchar contra todo en un mundo de hombres porque era prácticamente la única mujer escritora y además se comía a la mayoría de los escritores de moda de su tiempo. Tenía muchos amigos pero también muchísimos enemigos en el ámbito literario», prosigue.

Alrededor de La Tribuna, señala, ella encontró un mundo desconocido, que le era totalmente ajeno, y le costó mucho esfuerzo penetrar aquel medio laboral. «Quieras o no -subraya-, ella era una señora, y muchas de las operarias serían como el personaje de Amparo, de 18 o 20 años. De hecho, utilizó a su hijo, a Jaime, para congraciarse de inicio con las trabajadoras. Lo llevó a la fábrica de tabacos. El niño era simpático, muy mono, y finalmente le abrieron las puertas».

«Una liberal preocupada por una España sin rumbo»

La acción de La Tribuna transcurre en 1868, recuerda Javier Ozores, en la época previa a la Primera República. Ese escenario le sirve a Emilia Pardo Bazán para airear sus principios políticos. «Como buena coruñesa -recalca el autor de El reflejo-, es una liberal. La familia del marido es carlista, pero ella, como su padre, es muy liberal. Son el retrato típico del coruñés. Es un tiempo muy interesante políticamente. Anda por ahí Amadeo de Saboya, apodado popularmente Macarroni I... Doña Emilia es una liberal preocupada por un España sin rumbo, un país en el que no funciona nada, ni social ni laboralmente. Ella, que era monárquica, casi defiende la república, no es que la quiera pero entiende que se necesita algo, alguien que gobierne», incide Ozores, que afirma que la novela «es una obra tremendamente adelantada a su época, parece escrita en la España de hoy, ya que representa un poco el tema del Gobierno central y las autonomías, de la urgencia de que se haga algo».

Ese es un poco el escenario de La Tribuna, con la llegada a A Coruña de los cántabros invocando la forma federal republicana. Y, en medio, la mujer y cómo puede emerger por fin, abrirse paso laboralmente. «Amparo es una chica joven, que sabe leer, en un tiempo en había mucho analfabetismo. En la fábrica era la encargada de leer a las operarias, mientras trabajaban, las noticias de los periódicos. Ella entusiasmada, no sin ingenuidad, va hacia los visitantes republicanos y les expone sus ideas. Ahí es cuando la bautizan como La Tribuna, ella es la tribuna de la ciudad».

La novela, insiste, es «un retrato de la burguesía coruñesa, de la alta sociedad, y del, digamos, proletariado». En la obra teatral busca destacar el pensamiento político de Pardo Bazán y su fe en las rupturas sociales necesarias, pero a la vez «quise hacerla amena, no un ensayo teórico, y creo que la musicalidad ayudará a hacerla ágil, a que guste», invita Ozores.

La venta de entradas se realiza a en la web corunacultura.sacatuentrada.es, en la plaza de Ourense y después en la taquilla del teatro.