Josele Santiago: «Yo no creo en la forma de vida del rock n' roll, pero es que ni un poquito»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Los Enemigos -Josele Santiago el tercero con gafas y gorra- en una foto de la formación actual
Los Enemigos -Josele Santiago el tercero con gafas y gorra- en una foto de la formación actual .

El líder de Los Enemigos, que actúan esta noche en el festival Fisterra Blues Experience, dice que es un «error vivir del pasado» y reivindica el grupo como una banda viva

18 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Leyendas del rock patrio, Los Enemigos disfrutan de una segunda vida que cortó abruptamente el coronavirus. Pocas semanas antes del confinamiento, lanzaban Bestieza (2020), segundo disco de esta etapa. Críticas inmejorables, fervor de su público y una ilusionante gira por delante que no se pudo hacer. Josele Santiago, su líder, le quita hierro al asunto: «Nos ha pasado a todos, qué se le va a hacer. No hemos podido presentar el disco ni nada. La idea es poderlo hacer después de este verano. Ahora estamos haciendo bolos en festivales en los que está presente, pero no las tocamos todas». Esta noche se subirán al escenario del Fisterra Blues Experience, a las 22.50 horas (campo de fútbol Ara Solis, 25 euros). Antes actuarán Marcos Coll y Sés. Las puertas se abren a las 19.30 horas.

-¿Su nuevo disco tiene una solidez de la que quizá carecía «Vida inteligente» (2014)?

-Bueno, cuando grabamos aquel disco la formación del grupo no estaba clara. Ahora, sí. Aparte, ahora la unidad de las canciones y la producción es mayor. En el otro nos acabamos de juntar y estábamos un poco dispersos. Yo tenía claro que teníamos que sacar un disco. Llevábamos ya dos años tocando y, si queríamos ser una banda viva, teníamos que grabar. Si no, seríamos unos zombis andantes. Pero yo estoy contento con Vida inteligente. Lo que pasa es que con Bestieza estoy aún más [risas].

-¿Teniendo en cuenta su pasado hacen equilibrios con la nostalgia?

-Sería un error vivir del pasado. Lo que hay que hacer es aparcarlo. Es difícil, porque es un peso en un momento dado. No te tiene que condicionar. Yo concibo el rock n' roll como libertad absoluta. Nada de ortodoxia. Todo este tipo de consideraciones están de más. Procuro dejarlas fuera del escenario y del local de ensayo. No hace falta ataduras. El rock n' roll es todo lo contrario, es poder hacer lo que quieras. Por eso me gusta tanto.

-El disco empieza con «7.000 canciones», que entra como una ráfaga. ¿Sintieron que era la canción perfecta para volver?

-Desde luego. Es un torpedo de canción. Está mal que yo lo diga, pero es que es así [risas]. Teníamos claro que iba a ser la primera. Cuando la grabamos, lo vimos.

-Es exactamente lo que deseaba un fan de Los Enemigos.

-Tuvo una acogida estupenda. Además hicimos un videoclip muy chulo. Incluso fuimos número 1 de ventas durante unos días. Que nosotros no nos creíamos lo que pasaba. Luego, vino el confinamiento. Nos quedamos chafados. Pero no nos podemos quejar, que estamos todos vivos.

-¿En la primera etapa habían sido alguna vez número 1 de ventas?

-¡Qué va! Ni de lejos. Esto fue algo totalmente novedoso para nosotros. De hecho, no nos lo creíamos. Decíamos: «Será número uno en Madrid sección rock». Y nos decían que no, que era en general. ¿No fastidies? ¿En serio?

-Todos ven versos proféticos de la pandemia. Ustedes cantan: «El futuro fue, desapareció».

-Claro, a toro pasado es un fácil decirlo [risas]. Pero las nuestras con las verdaderas predicciones. Las de los demás son pura imitación. No les hagan caso.

-En otro tema dicen: «No quiero saber nada de algoritmos». ¿Cómo se llevan con esa dictadura del algoritmo que rige la industria?

-No me refería a la industria musical en concreto, sino a la vida y a la predestinación. Eso coarta. Dicen que los algoritmos son el nuevo destino y me niego a creer en eso. Dicen que Internet nos hará libres. Antes era el trabajo y estaba escrito en las puertas de Auschwitz. Pero, vamos, no quiero entrar en polémicas, que me lío. A lo mejor con pataletas de viejo, pero es el cierto que el orden mundial ha cambiado mucho y a uno le cuesta.

-Habla del rock n' roll como libertad. ¿Continúa siendo como en los ochenta, cuando empezaron?

-No, claro. Pero en los ochenta ya no era lo que era en los setenta y setenta. Entonces era el centro mundial de todo. En los ochenta la cosa fue bajando y ahora es una manera más de expresión, junto a otras muchas. Pero creo que se debería caracterizar por la ausencia de ortodoxia y no por todo lo contrario, que es lo que muchos ven ahí: chupas de cuero, cervezas, motos... A nosotros todo eso nos interesa nada. Nos interesa expresarnos, desahogarnos y comunicar.

-Se dice que la idea del rock n' roll como actitud ante la vida caducó en los noventa, que a partir de ahí perdió su espíritu rebelde.

-No sé si los noventa fue una época pura. Para mí lo serían los sesenta o los setenta. El problema es que esa manera de vida del rock n' roll hace que ahora no quede ni Dios. Para nosotros el rock n' roll no es una manera de vivir, sino una manera de expresarse. No voy a tener una manera de vivir con unas normas porque no me da la gana [risas]. Yo no creo que la forma de vida del rock n' roll ni un poquito. Pero igual que no creo que la forma de vida de la pintura o el cine. Son todos estereotipos.