La película sobre la amistad de dos adolescentes durante un verano en Mallorca inauguró el festival de cine de Valladolid
24 oct 2021 . Actualizado a las 12:44 h.La Seminci lleva años apostando por abrir con una película española, en una jugada no exenta de riesgos, hasta el punto de que algunos directores desisten de hacerlo para ahorrarse el mal trago ante la crítica acreditada, que les esperaba con el cuchillo entre los dientes. La nómina de autores escaldados no es corta, y algunos lo fueron por mérito propio. Fracasar aquí, equivalía a hundir su posterior asalto a las salas. Con ese gesto de abrir el festival apostando por el cine local, Valladolid confirma la voluntad de erigirse como la cita por excelencia para la totalidad del sector audiovisual español. Como prueba los filmes, autores y profesionales varios que visitarán la Seminci durante estos días.
San Sebastián, con el peaje derivado de su condición de clase A y una cierta sumisión al cine de Hollywood trufado de glamur a la baja, y Sitges especializado en fantástico y de terror, conlleva a que en la ciudad del Pisuerga, el equipo dirigido por Javier Angulo, ponga en valor su principal capital: ser el segundo festival más antiguo de España y su apuesta decidida por la producción independiente, con una nómina de autores fieles que reservan sus estrenos para este festival, como este año es el caso de Robert Guédiguian con Mali Twist, entre otros.
De ahí que a Libertad, ópera prima de la barcelonesa Clara Roquet, se le concediera el privilegio de abrir esta «edición de tránsito hacia la normalidad», en palabras de sus organizadores, con un programa realmente espectacular y, desde luego, a prueba de maratonianos.
La crítica especializada se enfrenta a 23 largos de la sección oficial, que obligará a hacer virguerías a quienes deseen asomarse a otras interesantes secciones y propuestas. Roquet (Vic, 1988), que ya venía de una buena acogida en la Semana de la Crítica de Cannes, superó la prueba con creces, y aunque ya curtida como guionista y autora de cortos, en su primer largo confirma un envidiable dominio de la cámara, un asumible control del ritmo, y en particular, un sorprendente trabajo con los actores. Estamos ante lo que la crítica guay llama de coming-of-age, que hablando en plata viene a ser trama centrada en una protagonista enredada en cuestiones psicológicas, de moral y derivados. Tema que casi siempre suele resultar un peñazo, pero no es el caso. Una niña de 14 años que durante las vacaciones familiares en Ibiza, con su abuela atacada de Alzheimer, entabla amistad con una congénere colombiana, hija de la cuidadora de la enferma. Será un verano clarificador para la pequeña, que dejará atrás las trapalladas de la niñez.
Eso y otros palos que Roquet toca como de pasada -la diferencia de clase y lo que le cuelga-, pero que refuerzan el valor de un filme, en lo formal de una clara influencia francesa. Sin duda, Roquet llega para quedarse, y que su próxima película no pase, como fue el caso, por rodarse en el 2019, soportar la pandemia en un cajón, para dos años después asomar vía Cannes y ahora en la Seminci, que no se irá sin premio. Se admiten apuestas.
«A virxe roxa» por Galicia
En la sección Doc España, entra hoy la primera de las producciones gallegas presenten en la Seminci: A virxe roxa, con dirección de Marcos Nine.