Ismael Serrano: «Tengo una vocación frustrada, que es la de hacer un musical»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Ismael Serrano
Ismael Serrano PEDRO WALTER

Jugando a desmitificar la figura arquetípica del cantautor, el artista llega a Galicia en la gira de «Seremos», su último disco. Actuará en Vigo y A Coruña

09 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Es una de las figuras claves de aquel bum de la canción de autor de los noventa. En los últimos tiempos, sin embargo, juega a poner contra el espejo aquella figura para relativizar la intensidad y, en el fondo, ser más feliz. «He perdido mucho tiempo en los bares cuando tenía veintitantos años. Uno va de safari por la noche creyendo que es un personaje literario y no eres más que un pringado que estás perdiendo el tiempo en un bar, por más que lo romantices», explica. La semana que viene estará en Vigo (viernes 18, Teatro Afundación) y A Coruña (sábado 19, Teatro Colón) presentando Seremos.

—¿Por qué se ha puesto de traje y corbata en la portada?

—Me resultaba divertido. Quería darle un aire de musical. En mis conciertos cada vez tengo una tendencia más teatral. Tengo una vocación frustrada, que es la de hacer un musical. Creo que eso me llevó a vestirme de un modo poco habitual.

—Canta mucho al amor, usted que dice que los músicos suelen hacer siempre la misma canción. ¿Pretendía ahora algo diferente?

—Siempre hay la intención de darle la vuelta. Si haces la misma canción de amor que siempre, esta tiene que ser muy buena, tener una hondura especial y trascender la propia experiencia.

—¿La vuelta viene quizá con versos como: «No soy aquel que un día te ayudará a montar los muebles del Ikea»?

—De lo que se trata es de encontrar esa poesía que habita lo cotidiano y que no siempre somos capaces de ver. Esto es como cuando digo: «Yo no seré tu copiloto en tu viaje». El que elige la música, da la charla y está pendiente de todo es un gran acto de amor y necesita su homenaje. Y montar un mueble del Ikea tiene también un amor que merece su homenaje [risas]. Sobre todo cuando lo acabas y te sobran varios tornillos, como a mí.

—¿Un trabajador de la poesía tiene que hacer un esfuerzo para llevar algo así a una canción?

—Para mí ese tipo de detalles son lo más difícil de conseguir: esa imagen que entiende todo el mundo y encierra la esencia de la historia. Es la clave de la canción. Cuando Víctor Jara canta en Te recuerdo, Amanda que suena la sirena volviendo al trabajo es muy potente. O «no hago otra cosa que pensar en ti, por cierto, al techo no le iría mal otra mano de pintura», que dice Serrat. Eso nos conecta con la canción y le da sentido a todo.

—«No quiero ser el verso que habita en tus canciones», le advierte Ede en un dueto.

—En las canciones aparece ese intento de desmitificar la figura del cantautor. Aquí le dice una chica: «Cállate ya y baila. Sé capaz de escapar del personaje que te devora». La vida no hay que vivirla como si fuera permanente objeto de canción. Para mí lo más importante no es la música.

—¿Quiere poner límites?

—Tengo artistas amigos que van con la guitarra a todas partes. Te descuidas y te están cantando. Se compone de manera casi competitiva. Yo no. La música me apasiona, es terapéutica y parte indispensable en mi vida, pero no lo es todo. La musica surge como resultado de vivir, yo no vivo para escribir canciones, aunque lo he hecho en alguno momento.