La magia comprimida de C. Tangana

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

C. Tangana en su concierto de O Son do Camiño
C. Tangana en su concierto de O Son do Camiño Xoán A. Soler

El autor de «El madrileño» asumió un reto titánico al trasladar el espectáculo de «Sin cantar ni afinar» a la dinámica del festival como O Son do Camiño. Ofreció un gran concierto, pero se echó de menos la narrativa y ritmo del espectáculo original

17 jun 2022 . Actualizado a las 10:54 h.

En cuanto puso en marcha el espectáculo de Sin cantar ni afinar C. Tangana se propuso trasladarlo a los festivales con la mayor fidelidad posible. Un reto mayúsculo. La puesta en escena va mucho más allá de una banda con pantalla gigante detrás. Los fans, que una hora antes abarrotaban el foso para seguir al artista, pudieron ver todo un enjambre de personas colocando instrumentos y botellas de anís, midiendo el espacio entre mesas con un metro y ajustando manteles para que todo quedase perfecto. Tal despliegue merece el aplauso. El artista seguramente ganaría mucho más dinero eliminando el 80 % de parafernalia y el concierto funcionaría igual. Sin embargo, no se debe ocultar que quedó una sensación de «mmm...» que revoloteó en parte de la audiencia. Como diría su referenciado Alejando Sanz: «No es lo mismo, es distinto».

Ojo, que nadie se lleve a engaño: el recital fue de notable. El artista posee un repertorio excelso, tiene carisma de sobra y la extensa nómina de músicos y actores cumplieron. Pero en comparación con espectáculo madre, lo del ayer quedó incompleto. Aquel sencillamente es el mejor show musical que se puede ver ahora en España y lo de O Son do Camiño un gran concierto con mucho atrezo, pero sin la narrativa embaucadora de la versión expandida. Por momentos parecía el visionado de los momentos clave de una obra maestra a la que le faltaba metraje.

Fue una actuación que giró alrededor de la mutación de El madrileño, con puntuales guiños al pasado («¡se ve que hay mucho rapero aquí!», dijo tras ver como la gente se desgañitaba con Tranquilísimo) y con sus puntos fuertes en el fugaz paso por la mesa gitana a golpe de rumba y flamenco (Ingobernable, Los tontos) y ese delicioso Tú me dejaste de querer junto a La Húngara. Ahí resultaba inevitable imaginarlos bailando y alcanzando el cielo en la pasarela, la que el formato de festival no admite. Y es que al comprimir la magia, parte de ella se volatilizó. El 23 de agosto estará en Vigo él solo para ofrecerla al completo.