Pablo Ferrández: «La música que te acompaña cada temporada se vuelve parte de ti»

gala dacosta diehl REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Pablo Ferrández
Pablo Ferrández IGOR STUDIO

Ferrández actuará este lunes en el Auditorio Pascual Veiga de Mondoñedo en el marco del Festival Bal y Gay

22 ago 2022 . Actualizado a las 11:36 h.

El violonchelista Pablo Ferrández (Madrid, 1991) actuará este lunes, 22, en el Auditorio Pascual Veiga de Mondoñedo (20.30 horas). Su recital es una de las actividades programadas por el Festival Bal y Gay, que se celebra en A Mariña luguesa, donde en esta edición también se ha podido disfrutar de artistas como Elisabeth Leonskaja, y aún tocarán formaciones como el Cuarteto Quiroga (martes) y la Orquesta Sinfónica de Galicia (miércoles).

A sus 31 años, Ferrández, que ostenta el premio Princesa de Girona, es ya toda una figura en la escena actual de la música clásica. Recibió el prestigioso Opus Klassik Award el pasado año —algo así como un Óscar para los músicos— y ha debutado con la Filarmónica de Los Ángeles recientemente. En una llamada de teléfono desde Salzburgo, explica que procede de «una familia musical» y no podría imaginarse siendo otra cosa que intérprete. Su padre, el ferrolano Enrique Ferrández, toca en la Orquesta Nacional de España; y su madre, Paqui Castro, inventó un método para iniciar en la música clásica a los bebés. Cuenta entre risas que él fue el «conejillo de Indias» de este sistema que se emplea ahora con miles de niños.

—Vamos a escucharlo interpretar las tres primeras suites de Bach, ¿ha escogido usted mismo el repertorio?

—Para los chelistas, Bach y especialmente estas suites son monumentos de la música. Son piezas preciosas y muy emotivas que al público le encantan. Para mí, la emoción de este concierto es doble porque va a ser la primera vez que las interprete en España. Además, en Galicia, con la que tengo una conexión muy especial. Cada verano o en las fiestas que podemos vamos a Pontedeume, donde mis padres tienen una casa.

—¿Tiene un repertorio favorito?

—Uno siempre tiene sus referentes y sus preferencias, pero la verdad es que no tengo un repertorio favorito porque cada temporada me siento más cercano a lo que estoy tocando en ese momento. Por ejemplo, este año es el turno del doble concierto de Brahms y también de Shostakóvich, pero el año que viene seguramente sean otros. Al final, la música que te acompaña cada temporada se convierte en parte de ti. Y no me aburro durante ese tiempo porque siempre encuentro algo nuevo en la música de los grandes, aunque la haya tocado 40 veces.

—¿Y qué prefiere, tocar solo o con orquesta?

—Disfruto de todas las formas. Soy solista el 90 % del tiempo y me gusta ir acompañado de orquesta; pero el recital, que es lo que llevaré a Galicia, es una experiencia muy especial que no sabría explicar. Hice un recital por última vez en Canadá hace tres meses, y además con el mismo repertorio que voy a tocar ahora en Mondoñedo.

—¿Fue decisivo criarse en una familia de músicos?

—Mis padres fueron quienes me iniciaron en todo esto, y no podría imaginarme siendo de otra forma. Mi madre me usó como su conejillo de Indias para un método de aprendizaje que consiste en poner música clásica a los bebés. Mi padre tiene que trabajar en Madrid y no podrá verme en Mondoñedo, le da mucha pena, pero siempre me va a ver.

—Cuenta con una extensísima formación, pronto se escolarizó desde casa para asistir a la escuela Reina Sofía de Madrid, de referencia en Europa. ¿Hay en España tantas oportunidades para estudiar música a nivel profesional como en otros países?

—Yo no he visto grandes diferencias con otros países. Tampoco en la asistencia a los conciertos, que se llenan igual aquí que en Alemania. Estudié aquí desde los 13 hasta los 19 años en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, que tiene reconocimiento internacional. Fue mi etapa más decisiva y fue la oportunidad que me lo dio todo. Recuerdo especialmente a mi profesora, que era muy dura como son los músicos rusos pero fue un pilar fundamental.

—Se lo preguntarán mucho, pero ¿cómo es ser un chelista en la actualidad?

—La verdad es que noto la globalización porque desde cualquier rincón hay acceso a música clásica. Internet en general es una herramienta importante, y yo sé que parte de mi público, sobre todo joven, me conoce a través de la Red. Al final, puedes actuar una vez al año en una ciudad, pero en internet el aficionado puede ver a un músico las veces que quiera.

—¿Cree que la música clásica es un tema que se cubre lo suficiente en los medios?

—Yo creo que también es por causa del algoritmo, pero si alguien no suele buscar contenidos relacionados, es difícil que se encuentre con música clásica. A mí, por ejemplo, me sale todo el rato, claro. En los medios quizás no salga mucho, pero no lo sé porque yo me entero por las redes, y eso también funciona como funciona.