El biógrafo de John Fante recupera de entre viejas revistas 18 piezas inéditas
24 ago 2022 . Actualizado a las 09:13 h.Es uno de los clásicos mayores ocultos (malditos) de la literatura norteamericana. Legatario de grandes genios del humor como O. Henry y Mark Twain y maestro y precursor de Charles Bukowski, Raymond Carver y hasta de la generación Beat, sin su figura, el realismo sucio estadounidense es un territorio más difícil de comprender. Hoy casi nadie discute a John Fante (Denver, Colorado, 1909-Los Ángeles, California, 1983), que con su obra poco prolija brilla con luz propia (personalísima) en lo más alto, sobre todo si se habla de la novela corta y del cuento.
Apenas ostenta una decena de libros, de los que cuatro los ocupan otras tantas novelas protagonizadas por su álter ego Arturo Bandini. Por eso —incluso por la razón de su escasez— cobra tanta relevancia el rescate, de entre viejas revistas y publicaciones desaparecidas, de dieciocho piezas —inéditas desde entonces—, unos textos por los que pulula libremente de nuevo Bandini, y entre los que además puede hallarse un prólogo maravilloso que preparó para su novela Pregúntale al polvo.
Precisamente, el lector ya conocía el que para esa misma obra elaboró Bukowski en 1979. Allí, el creador de Henry Chinaski se recordaba un joven harto de no poder leer algo que tuviese que ver con él, con las calles y las personas que lo rodeaban, harto de aquellos que «se dedicaban a hacer juegos de prestidigitación con las palabras», que «no tenían prácticamente nada que decir» y «pasaban por escritores de primera línea». Viajó a los autores rusos antes de la Revolución bolchevique, vagabundeó por las estanterías de la Biblioteca Pública de Los Ángeles dedicadas a la filosofía, la religión, la geología, las matemáticas, la cirugía... hasta que dio por azar con un volumen de Fante. Y, entonces, como «el hombre que ha encontrado oro en los basureros municipales», celebró a un escritor en el que había fluidez y energía propia —«allí se había esculpido algo»—: «He ahí, por fin, un hombre que no se asustaba de los sentimientos. El humor y el sufrimiento se entremezclaban con sencillez soberbia. Comenzar a leer aquel libro fue para mí un milagro tan fenomenal como imprevisto». Bukowski entiende que está ante un autor que escribe «con el corazón y las entrañas» y sus obras «no hablan de otra cosa». Y concluye, en una afirmación de la literatura sencilla, pura, sincera, ingenua y a la vez demoledora de Fante, que practicó una forma de escritura y una forma de vida en las que «se dan las misma constantes: fuerza, bondad y comprensión».
Enamorado de Camila López
Fante, en cambio, trata de explicarse, pero aflora una pieza de magnífica hermosura. Su Prólogo a «Pregúntale al polvo» es poesía en prosa. «Pero bueno, dejadme contar la historia. Me enamoré de una chica llamada Camila López. Entré en un bar una noche y allí estaba ella, incluso después, incluso ahora, esta noche, mientras escribo sobre aquello, me atraganto al pensar en la belleza de la chica». En el polvo de la calle, entre el serrín del Liberty Buffet, acaban los fragmentos de papel con los sonetos que le escribe, porque ella está enamorada de Sammy el americano. Fante, hijo de emigrantes italianos de origen humilde, sabe que su amada mexicana chocará con los prejuicios raciales. «Así que titulo mi libro Pregúntale al polvo porque el polvo del Este y del Medio Oeste está en estas calles, y es un polvo en el que no crece nada, una cultura sin raíces, es una frenética lucha por el arraigo, el frenesí vacío de personas desesperadas y perdidas que anhelan una tierra que nunca podrá pertenecerles. Y una chica desorientada que pensaba que los frenéticos eran los felices, y que intentó ser uno de ellos». E, interpelando al lector, insiste en la legitimidad de sus motivos: «¿No crees que esto da para una novela? Escucha, joder, conocí a Camila y la primera noche fuimos a la playa, nos bañamos desnudos, y se fue nadando muy lejos, mucho más allá del rompeolas de la bahía de Santa Mónica». Pero esto no es una comedia, ni un meloso romance. Tiene tintes trágicos como la vida. La chica no ama a Bandini, todo se estragará, y el triunfo o los sueños de escritor de Bandini no serán nada sin el aplauso de Camila, sin que él pueda ofrendárselos.
De hecho, la realidad no lo desmintió. Fante/Bandini hubo de esperar a que Bukowski saliera en su auxilio, lo reivindicara públicamente para que alguien tomara en serio su original narrativa, para que su obra comenzara lentamente a salir del ostracismo. Es más, y lo que fue clave en su paulatina rehabilitación, Bukowski aconsejó a su editor —John Martin, propietario de Black Sparrow Press— que rescatase Pregúntale al polvo.
Ahora el sello Anagrama acaba de editar este ramillete de cuentos que se hallaba perdido entre los manuscritos, cartas, fotografías, recortes, revistas y recuerdos del autor y que sacó a la luz Stephen Cooper gracias a la generosidad de la viuda del escritor, Joyce Fante, que le permitió acceder a sus habitaciones en el rancho de Point Dume, en Malibú, California. Fue en el verano de 1994 y trabajaba en la biografía de Fante, pero con aquellos valiosos papeles confeccionó el biógrafo hace ya más de veinte años Hambre. Relatos 1932-1959, que llega por fin al castellano.
Es probable que esta reunión de textos no sorprenda a los lectores fans del autor de La hermandad de la uva. Es verdad, no supera en calidad a otras obras editadas y conocidas, pero lo hará gozar igualmente. Y, sobre todo, puede funcionar como una perfecta antología, una muestra elocuente de su arte narrativo, de su peculiar universo, al que servirá como puerta de entrada. Por añadidura, la compilación supone una excelente fotografía de la evolución del autor, que sobresale por su peculiar humor y su sentido de la autoficción, además de por poseer una galería de personajes extraordinarios —no solo por su colorido y su credibilidad— y terriblemente humanos. Hambre contribuirá, por supuesto, a que la figura de Fante crezca, a la par que aumenta su poder de fascinación entre los lectores, que son cada día más numerosos.
Antihéroe frágil entre la mordacidad y el patetismo
Las novelas Camino de Los Ángeles, Espera a la primavera, Bandini, Pregúntale al polvo y Sueños de Bunker Hill conforman la cima de la producción de John Fante. Centró buena parte de su vida artística en esta tetralogía protagonizada por Arturo Bandini, que inició en la década de los años 30 del siglo pasado y ocupó sus desvelos hasta 1982, en que apareció Sueños de Bunker Hill, que dictó —ciego y a los 72 años— a Joyce desde su cama de enfermo terminal. Es más, Camino de Los Ángeles fue publicada de manera póstuma, por lo que no llegó a ser consciente del impacto que tuvo su creación. El escritor vivió en buena medida de la confección de guiones, lo que fue para él un arma de doble filo: el éxito en este mundo de oropeles, lujo, imposturas y cartón piedra lo laceraba íntimamente. En ese tormento solitario se debate también Bandini, un antihéroe frágil, proclive a la ternura y el ridículo, cuyas desventuras y tribulaciones son relatadas —sin derrochar palabras— entre la mordacidad y la candidez patética.