Buen arranque de la Seminci con «No mires a los ojos», de Félix Viscarret, sobre una novela de Millás
CULTURA

Intensa Penélope Cruz en su papel en «L'immensità»
23 oct 2022 . Actualizado a las 09:21 h.La Seminci tiene por loable costumbre abrir el festival con cine español a modo de declaración de principios y muy pocas veces ha logrado un pleno como No mires a los ojos, de Félix Viscarret, coautor del guion junto a David Muñoz sobre la novela Desde la sombra (2016), de Juan José Millás. El autor de la notable Bajo las estrellas (2007) se confirma cualificado calígrafo de la cámara, talentoso con el manejo del cuadro, del binomio espacio-tiempo, del ritmo, de la dirección de actores, para proponernos a un insólito Paco León, alejado de las sobrecargas de sus tiempos televisivos en Aída. Viste a un tipo solitario, sin amigos, pero buena gente, que por un incidente laboral se refugia en un armario para acabar en un dormitorio.
Desde ese cajón, se convertirá en un singular voyeur que sabrá de los secretos de la familia e influirá en la señora (Leonor Watling), a tratamiento psiquiátrico y que creerá estar ante el fantasma de su hermano muerto con el que jugaba dentro del mismo armario. Es uno de los niveles de la trama, porque el otro será ese mismo tipo intentando aclarar sus dudas, contando su historia a dos periodistas, el sensacionalista que encarna Juan Diego Botto y el serio, que encarna Iñaki Gabilondo. La habilidad de Viscarret, que cuida el diseño visual a límites de gran cine, está en fascinar el espectador con ese juego de voyeurismo, coqueteando con lo inverosímil, hasta una confluencia emocional resuelta con estilo inusual. Una de las cumbres del cine español del año, que no debería ser ajena al palmarés.
El romano Emmanuelle Crialese se vale de una gran Penélope Cruz, como madre de familia italiana de origen español, para que su L' inmensità supla la indefinición de un guion que pretende ser una radiografía de la sociedad burguesa italiana de los 70, sumida en un patriarcado, que hoy resultaría estomagante, pero entonces muy enraizado en la tradición católico-apostólica, que eso también sale. No acabamos de saber si lo suyo es un reproche o un ejercicio de nostalgia. Un matrimonio fracasado, aunque manteniendo las apariencias a causa de tres hijos a los que ella se mantiene apegado, la mayor una adolescente que se siente hombre.
Una disfuncionalidad familiar que nos deja a medias, con un padre que carga con todos los tópicos (dominante, machista, mujeriego, autoritario) y una madre muy parecida al santo Job pero en femenino. Si en el plano formal, Crialese lo borda, con una cuidada recreación de ambientes, en el resto nos quedamos a medias, más todavía con un cierre en plan la vida sigue y esto es lo que hay.