Críticas de los filmes «Ámsterdam», «L'immensità» y «Queso de cabra y té con sal»

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Christian Bale, Margot Robbie y John David Washington, en la nueva cinta de David O. Russell, «Ámsterdam».
Christian Bale, Margot Robbie y John David Washington, en la nueva cinta de David O. Russell, «Ámsterdam».

Los críticos de La Voz ofrecen su análisis de tres de los estrenos de la semana, «Ámsterdam», «L'immensità» y «Queso de cabra y té con sal», películas de la autoría, respectiva, de David O. Russell, Emmanuele Crialese y Byambasuren Davaa, una comedia y tres dramas de planteamientos muy diferentes

05 nov 2022 . Actualizado a las 14:22 h.

Los críticos de La Voz de Galicia Eduardo Galán Blanco y Miguel Anxo Fernández ofrecen su análisis de tres de los estrenos de la semana, «Ámsterdam», «L'immensità» y «Queso de cabra y té con sal», películas de la autoría, respectiva, de los directores David O. Russell (Estados Unidos), Emmanuele Crialese (Italia) y Byambasuren Davaa (Mongolia), una comedia y tres dramas de planteamientos muy diferentes.

Fotograma del filme de David O. Russell «Ámsterdam».
Fotograma del filme de David O. Russell «Ámsterdam».

«Ámsterdam», otro ojo de vidrio

por Eduardo Galán Blanco

«Mucho de lo que sigue realmente ocurrió», advierte el prólogo de Ámsterdam, la nueva cinta del director David O. Russell, eterna promesa del cine americano que —tras prometer una y otra vez— no acaba de conseguir una película redonda, por mucho que The fighter, El lado bueno de las cosas o La gran estafa americana hayan estado en el escaparate de los Óscar. Tampoco será esta la obra definitiva; una broma kubrickiana sobre el intento de golpe de Estado que —en plan trumpiana marcha sobre el Capitolio— las fuerzas vivas admiradoras del fascismo intentaron montar contra Roosevelt durante los primeros años de la década de los treinta, apoyándose en el descontento de miles de veteranos de guerra.

Ámsterdam tiene como protagonista a un médico abnegado, herido en la Primera Guerra Mundial —Christian Bale, más delgado y estrafalario que nunca, provisto de un ojo de vidrio— y enfrentado a la conspiración con la ayuda de un colega negro de las trincheras —John David Washington, hijo de Denzel—, también desfigurado por la metralla, sin olvidar la colaboración amorosa de una artista a lo Man Ray —o a lo Dora Maar— que encarna una morena Margot Robbie.

La narración está repleta de personajes estrafalarios —¡menudo reparto desperdiciado!— pues Russell quiere jugar a ser Kubrick, o los Coen; pero su humor no es genuino, ni loco, solo distante, un falso y desgarbado Grand Guignol descreído. Talento para la narración le sobra al director —los encuadres enfáticos a lo Welles, jugueteando con la ligera deformación de los rostros vapuleados por el omnipresente gran angular—, pero le falta alma. Su ojo polifémico de vidrio —como el del protagonista del filme— necesita algo de humedad.

Brillante a veces, virtuosa en la composición visual pero definitivamente coja en un guion que no te acabas de creer, con los años recordarás muchos planos de Ámsterdam pero te olvidarás de las secuencias.

«AMSTERDAM»

Estados Unidos, 2022.

Director: David O. Russell.

Intérpretes: Christian Bale, Margot Robbie, John David Washington, Robert de Niro, Rami Malek, Anya Taylor-Joy, Michael Shannon, Zoe Saldana, Chris Rock.

Comedia. 133 minutos.

Penélope Cruz, lo mejor del filme «L'immensità».
Penélope Cruz, lo mejor del filme «L'immensità».

La «mamma» Penélope

por Miguel Anxo Fernández

Cualquier esfuerzo por rememorar a la mamma Roma por excelencia, la inmortal Anna Magnani (en el filme homónimo de Pasolini era una prostituta, aunque rebosante de dignidad), es merecedor de aplauso, y la mamma vestida por Penélope Cruz (en un personaje de origen español) no lo será menos. Es ella con mucho quien tira de la nueva cinta de Emmanuele Crialese, L'immensità, que a su vez confirma que todo director o escritor aspira a emular a Fellini y a su Amarcord, aunque otra cosa es hacer pleno y otra quedarse a medias (es su caso). Hay, cuentan, bastante de autobiográfico en el retrato de esa familia romana y burguesa de los primeros años 70 del pasado siglo, pero en el guion reina la indefinición.

Por un lado, pretende ser una radiografía de la sociedad de esos años, convulsa en lo político y en lo social —eso aquí no se toca, una pena—, desarrollada en lo económico, pero también muy marcada por la influencia vaticana, se quiera o no, y eso sí lo aborda Crialese. El patriarca gobierna como el amo de la casa, con la esposa en su papel de sumisión. Pero, por otro, no acabamos de entender si va de reproche hacia un estado de cosas, ahora reprobables, o se queda en un ejercicio de nostalgia. Estamos ante un matrimonio fracasado, aunque se mantiene en lo aparente a causa de tres hijos a los que ella está muy apegada. La mayor es una adolescente que se siente hombre, llamada de atención de una disfuncionalidad general que nos deja a medias, con un padre construido con todos los tópicos (dominante, machista, mujeriego, autoritario) y una madre que pareciera haberse rendido desde el primer momento y que encuentra consuelo en una sala de cine. Si en el plano formal, es irreprochable, con una elegante recreación de ambientes, en el resto nos quedamos a velas vir. Más incluso con un cierre a la trama que viene a decir: «Vale, la vida sigue, señoras y señores, y esto es lo que hay».

«L’IMMENSITÀ»

Italia, Francia. 2022.

Director: Emmanuele Crialese.

Intérpretes: Penélope Cruz, Luana Giuliani, Vincenzo Amato, Aurora Quattrocchi, Giuseppe Pattavina, Filippo Pucillo, Elena Arvigo.

Drama. 98 minutos.

El expolio del subsuelo mongol aparece en el relato de la película de Byambasuren Davaa.
El expolio del subsuelo mongol aparece en el relato de la película de Byambasuren Davaa.

«Queso de cabra y té con sal», mirando a Mongolia

por Miguel Anxo Fernández

El paisaje del Gobi, al sur de Mongolia, es de una belleza plástica fascinante sobre pantalla grande y cuadro panorámico. Queso de cabra y té con sal, segunda ficción de su directora y coguionista, Byambasuren Davaa, también documentalista y quizá la autora más representativa de la modesta industria audiovisual de ese país soberano que es Mongolia, creado en el siglo XIII por el mítico Gengis Kan, con (casi) infinitos kilómetros cuadrados para poco más de tres millones de almas, y por si fuera poco, emparedado entre Rusia y China (vamos, como para dormir tranquilos…). De costumbres ancestrales y trazos antropológicos singulares, el contado cine que logran sacar adelante tiene a favor el componente exótico, que aprovechan para reivindicarse como lo que son: un pueblo. Allí rodaron filmes memorables el ruso Nikita Mihalkov (Urga, 1991), el francés Jean-Jacques Annaud (El último lobo, 2015) o el chino Quan’an Wang (El huevo del dinosaurio, 2019), pero no dejaron de ser paracaidistas seducidos por su cultura y su paisaje.

Davaa da un giro de tuerca mostrando la peripecia de una familia nómada con sus cabras (de ahí el queso) cuyo pequeño va a la escuela, ve vídeos en YouTube con sus amigos y sueña con participar en el Got Talent que se celebra en la capital, Ulan Bator. Pongamos que ese punto de llegada para la trama —en alusión a la tristeza de una infancia globalizada por las redes sociales…— no impide que en su desarrollo asomen otros mimbres, aunque evita el pancartismo cargante, como la implacable y progresiva sobreexplotación de sus recursos minerales (en este caso, oro) a cuenta de anular modos de vida tradicionales con seductoras indemnizaciones. El tema no es nuevo (el rótulo final produce escalofríos), pero una dramática circunstancia hace aflorar en el niño un complejo de culpa que ayuda al guion a desarrollar una vía de denuncia con agradecida eficacia. Vale la pena.

«DIE ADERN DER WELT»

Mongolia, Alemania, 2020.

Director: Byambasuren Davaa.

Intérpretes: Bat-Ireedui Batmunkh, Enerel Tumen, Yalalt Namsrai, Algirchamin Baatarsuren, Ariunbyamba Sukhee, Purevdorj Uranchimeg.

Drama. 96 minutos.