La conservación de las estampas y su comprensión, claves de la reforma
15 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Solo faltaba reformar la sala para que la exposición permanente de los grabados de Goya en el Museo de Belas Artes da Coruña adquiriese la plena modernidad que encierran las estampas 200 años después de su creación. Las críticas a la monarquía, a la guerra por encima de los bandos, a los abusos de las clases pudientes, a los matrimonios de conveniencia, a la ignorancia, a la Iglesia, los inquisidores, la superstición. El tratamiento de los grandes temas con los que el pintor se distancia de los artistas de su época, cautivos del encargo, y preconiza la libertad e independencia de los románticos, se explica ahora desde un nuevo criterio museográfico que actualiza, de acuerdo con la última bibliografía, la interpretación, la catalogación y el discurso sobre la colección y, más importante aún, favorece la conservación de las 233 piezas, frágiles en extremo.
La iluminación led, puntual, embebida en el interior de las vitrinas de madera lacada; el excepcional paspartú de algodón 100 % que sostiene las estampas; la leve inclinación del plano sobre el que están dispuestas para reducir las tensiones del papel, y especialmente la nueva organización por series y grupos temáticos van a permitir a los técnicos manipular (y sustituir) las obras con comodidad en el incesante proceso de rotación al que están sometidas. Mientras unas se exponen a los ojos de las visitas, pero también a la luz, la humedad y los cambios de temperatura, otras descansan en condiciones controladas. «Estará exposto o 30 % de cada unha das series», avanzó el técnico Tomás Fernández Fuertes en la reapertura de la sala tras la remodelación dirigida en los últimos meses por el arquitecto Alfredo Sellier.
En la zona noble e íntima del museo, en las celdas antes habitadas por las monjas capuchinas y sobre el pavimento de pino tea original del convento del siglo XVII, Belas Artes expone las cuatro series completas de grabados con los que Goya inauguró a partir de 1778 una vía de experimentación de nuevas técnicas y a la vez su vehículo de expresión personal. «Las estampas son el pensamiento de Goya traducido en imágenes. Él es totalmente libre aquí», apunta el técnico Manuel Mosquera.
Ese año el pintor accede a la obra de Velázquez en el Palacio Real y decide copiar una serie en la que traslada al grabado los efectos pictóricos de los cuadros del sevillano, a diferencia del resto de grabadores, que se limitan a dibujarlos. Con tres aguafuertes de esta serie se inicia el excepcional recorrido coruñés. «Somos un dos poucos museos do Estado español que teñen o privilexio de expoñer as series completas dos gravados», recalcó la directora, Ángeles Pernas, al lado del director xeral de Cultura, Anxo M. Lorenzo, que incidió «na mellor comprensión desta importante produción artística que brinda a reforma».
La colección reúne cuatro series: Caprichos, Desastres de la guerra, Tauromaquia y Disparates. Goya tenía casi 60 años cuando grabó los primeros. Terminó los últimos con 80. Ahí volcará el espíritu ilustrado que irrumpe en la corte con el fragor de la Revolución francesa; los estragos de la guerra de Independencia, el hambre, la contienda encarnizada y los llamados Caprichos enfáticos que muestran un país devastado y anuncian la serie de los Disparates, gran incógnita en la obra del genio aragonés. Entre medias, la Tauromaquia, «unha especie de descanso despois de tanta violencia», descifró Tomás Fernández Fuertes.
En la inauguración de la sala, amenizada por los estorninos, Belas Artes presentó también la primera guía del museo, un recorrido por el arte europeo desde el siglo XVI hasta el XX a través de 280 piezas de pintura, escultura, dibujo, grabado, artes decorativas, cerámica y fotografía de los fondos del centro.