
El cortometraje «Amanece la noche más larga», de Lorena Ares y Carlos Fernández de Vigo, propone vencer a los miedos que atenazan a las sociedades
21 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando Lorena Ares (Vigo, 1978) y Carlos Fernández de Vigo (Vigo, 1973) empezaron a trabajar en el cortometraje Amanece la noche más larga cuando el coronavirus no existía ni en la imaginación. Nadie podía pensar en algo como el asalto del Capitolio en EE.UU. Putin era un líder respetado por las democracias occidentales. Y la IA no estaba en la conversación con la preocupación de ahora. La distopía se encontraba en el terreno de la ficción y no en el telediario.
«Cuando nos pusimos a escribir el guion, a partir del relato de Ángel de la Cruz, estábamos a más de un año de la pandemia», sitúa Fernández de Vigo. «Ahora podemos dar la sensación de que lo veíamos venir, pero entonces nadie hablaba de una pandemia global y era totalmente de ciencia ficción pensar en estar todos encerrados dos meses en casa y hablar de posibles bombas atómicas tácticas en Europa. Lo que sí que estábamos era inquietos», añade.

De aquella inquietud surgió esta oscura pieza de nueve minutos que plantea «una reunión entre los cuatro jinetes del apocalipsis, en la cual hambre, peste y guerra están tratando de eliminar de la ecuación a una moribunda muerte», señala Lorena Ares. «Las tres primeras han mejorado sus cualidades para sembrar más el caos y muerte está débil porque está cansada de matar a tanta gente y pide que se mantenga el equilibrio». Tras esos personajes de fantasía oscura se encuentra una metáfora sobre «muchos de los miedos que tenemos, que nos atenazan y nos impiden actuar porque tenemos miedo al cambio, representado por la muerte», indica de Vigo.
La pieza se encuentra entre las nominadas al Goya a mejor corto de animación y emplea lo que denominan «animación al óleo». ¿En qué consiste eso? «El óleo a nivel narrativo nos aportaba la sensación de ser algo atemporal —señala de Vigo— y, por otro lado, nos permitía un efecto emocional en el espectador muy interesante. Este empieza viendo los primeros planos como si entrase en un museo con cuadros al óleo, ante los que se siente ajeno. Pero se le da un giro al lenguaje y se convierte en una exposición de espejos donde la crítica social adquiere un tono muy individual». En esa exposición se buscan referentes como las pinturas negras de Francisco de Goya. «Buscábamos algo que le pudiera dar mucha intención a la luz y crear un ambiente dramático. Y nos inspiramos ahí. Pero también teníamos paisajes muy basados en la costa de Fisterra y empezamos a pensar en las pinturas románticas de Turner», detalla Ares.
Con esos ingredientes, y tras cuatro años de trabajo, han rematado una obra inquietante que va más allá del colapso de un momento. Se proyecta al futuro que está por venir. «Se está fraguando un cambio de era que con tecnologías como la blockhain y la Inteligencia Artificial se va acelerar muchísimo —prevé el director—. Este mundo no va a ser el mismo mundo dentro de diez años que ahora. Y este es momento en el que las personas que quieren basar la vida en principios como la generosidad, la convivencia y al diálogo tienen que hacer cosas».
Por ahora, ellos han puesto en las pantallas este artefacto turbador. Ha sido presentado en el Festival de Animest (Bucarest) y proyectado en certámenes como Fancine de Málaga, PNR de Madrid o el FICAL de Almería. En el ámbito internacional ha participado en el FCCC (Festival de la Crítica cinematográfica de Caracas), Cinanima de Portugal y Bogoshorts de Bogotá. El 11 de febrero se sabrá si logra un cabezón. Incluso si hay doblete gallego con Alberto Vázquez, que opta al mejor largometraje de animación con Unicorn Wars. «El nivel es muy alto, nos sorprende que hayan quedado fuera trabajos muy buenos.