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«She Came to Me», excéntrica comedia romántica con Marisa Tomei y Anne Hathaway

Jose Luis Losa BERLIN / E. ESPECIAL

CULTURA

Rebecca Miller y Anne Hathaway, en la ceremonia de apertura de la 73.ª Berlinale.
Rebecca Miller y Anne Hathaway, en la ceremonia de apertura de la 73.ª Berlinale. Clemens Bilan | Efe

La película de Rebecca Miller inaugura la 73. ª Berlinale con una historia que coquetea con el puro disparate

17 feb 2023 . Actualizado a las 08:26 h.

Las inauguraciones de la Berlinale nunca han sido precisamente campanudas. Hago memoria y me estremece recordar aquel espantoso delirio de Isabel Coixet titulado Nadie quiere la noche, en el que embaucó a Juliette Binoche para rodar en el Polo y donde la japonesa Rinko Kikuchi salía como esquimal desdentada. Qué cosa. También inauguró aquí un año la peor película de los portentosos hermanos Coen, algo llamado Ave, César que todos jurarían que no pudieron dirigir los autores de la procelosa oscuridad que te atrapa en la irrepetible Barton Fink. Como cuanto más lo pienso, más caigo en los desatinos con los que en este festival han roto aguas en tantas ediciones, casi me doy por contento con lo que nos ha tocado este año.

She Came To Me supone el retorno tras varios años sin dar señales de vida de Rebecca Miller, realizadora que se movió siempre en los lindes del cine indie. Y que tuvo bastante éxito con una de sus seis películas, la ciertamente interesante pero algo pretenciosa Personal Velocity, que consiguió premios en el siempre generoso Sundance y en los Spirit Awards. Pero, para qué engañarles, aunque quede feo decirlo, esta cineasta es más conocida por sus raíces ?es hija de Arthur Miller e Inge Morath- y por su compañero de vida, el tristemente retirado de la faena Daniel Day Lewis, que por su desigual carrera. Como no esperaba nada de lo que se nos  propone como comedia romántica neoyorquina y sofisticada, salgo de la sala con la sensación  de que he visto una película disparatada pero ocurrente. Es posible que sea un descalabro pero yo me lo paso bien con este enredo en donde se implican el juegotronista Peter Dinklage, un compositor de óperas con un angustioso bloqueo artístico y ataques de pánico, su mujer, una Anne Hathaway en rol de psiquiatra neurotizada con la limpieza, germófoba. Y una bohemia Marisa Tomei, que vive en su barco y desde muy joven ha sido adicta al sexo, que ella romantiza hasta el absurdo.

Peter Dinklage, en la alfombra roja para el estreno de «She came to me».
Peter Dinklage, en la alfombra roja para el estreno de «She came to me». Filip Singer | Efe

Hay también un matrimonio integrista que representa a la Norteamérica de Trump. Y la hija de éstos vive su peculiar romance de Montescos y Capuletos con el hijo de Dinklage y de Hathaway. Rebecca Miller conduce su vodevil a partir de decisiones de guión bizarras y algunas grotescas. Todos los personajes ?salvo los adolescentes, que resultan ser los más cabales- bailan al ritmo de sus respectivas neurosis. Tal vez ese aire de locura y de triunfo del amor que preside She Came to me sea bastante menos ocurrente de lo que cree Rebecca Miller. Pero es apreciable el descaro con el que ella conduce su película, sin miedo alguno a la catástrofe. Parece que por este proyecto pasaron Nicole Kidman, Steve Carell, Amy Schumer y Matthew Broderick. Y se apearon en marcha. Mucho mejor este casting final tan improbable, con Dinklage atrapado por una no buscada noche de pasión infiel con Marisa Tomei ?brilla soberbia esta actriz tan luminosa a la que Hollywood no supo nunca tratar- y Anne Hathaway entrando en un trance religioso como en una comedia de Los Javis. Es probable que después de esta noche de gala y fulgores berlineses She Came To Me pase a engrosar la lista ?tantas veces valiosísima- de películas malditas. A mí me parece lo más libre y descocado que ha dirigido Rebecca Miller. Y, sin entusiasmarme, no se me pasaría por la cabeza lapidarla.