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Israel Fernández: «El cante es algo que viene de nacimiento, no se puede aprender»

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Israel Fernández
Israel Fernández .

Una de las figuras más importantes de la actual escena flamenca vuelve a actuar en A Coruña tras su triunfal paso por el festival Noroeste del 2022

26 abr 2023 . Actualizado a las 23:25 h.

En agosto del año pasado Israel Fernández (Corral de Almaguer, 1989) iba a actuar en el Castillo de San Antón de A Coruña. Formaba parte del cartel del festival Noroeste. Aparecía como una aislada nota flamenca en un elenco de artistas que mayoritariamente tiraban al pop-rock. Se pensó que el atrio de la fortaleza podía ser un sitio adecuado. Las entradas volaron y la insistencia de los que se quedaron sin ellas fue tal que el Ayuntamiento se vio obligado a trasladar la actuación a un espacio más grande, el Auditorio de Santa Margarida. «Me acuerdo perfectamente. Me sentí muy alegre y feliz por esa acogida tan bonita y ese público tan cariñoso», dice el cantaor. Triunfó a lo grande. Al terminar, había colas de devotos para hablar con él con un fervor casi religioso. «Estuve allí unas dos horas más», recuerda. Resultaba inevitable no pensar en otros mitos del pasado. Hoy vuelve a actuar en A Coruña (Ágora, 20.30 horas, entradas desde 18 euros). 

-Aquel día del Noroeste quien mirase alrededor vería un público mayoritariamente joven. ¿Siempre es así?

-Sí y para mí eso es el mayor premio. La juventud es el motor de todo, junto a la experiencia de los mayores.

-Hablamos de una juventud a la que le interesa un modo de hacer flamenco que tiene más de un siglo de antigüedad. 

-Siempre he sido un cantaor muy aficionado. Me gusta el cante desde chiquitito, es una emoción que lleva en mi vida siempre. Yo escucho flamenco desde 1890, que fue cuando nació Pastora Pavón, La Niña de los Peines, hasta ahora. 

-¿Con quién se identificaría más, por ejemplo, con Manolo Caracol o Enrique Morente?

-Bueno, los dos son diferentes. Bebo de las dos fuentes. Enrique es un genio en su forma de sentir y Caracol, otro. Lo que pasa es que Caracol fue maestro antes, claro. Y por respecto a la edad, él es maestro de todos, incluso de Enrique. Es una comparación de otra época. 

-La juventud suele sentirse atraída por los más innovadores y usted busca más a la raíz. ¿No le tira el rupturismo?

-Sí, pero primero hay que ir al cimiento para formar un buen muro. A partir de ahí uno ya deriva a su forma de sentir y de contar las cosas. 

-¿Hay que estudiar bien el flamenco antes de subirse a un escenario?

-Yo no estudio, escucho. Escuchar cante es mi forma de vivir. Estudiar es sacar una carrera, de abogado o farmacéutico. Yo lo que hago es disfrutar del cante.

-¿Era un niño raro en su época, escuchando a La Niña de los Peines en lugar de los grupos de las radiofórmulas?

-Es que mi familia es tan aficionada al cante y yo he mamado mucho de ahí. Mientras que mis amigos jugaban al fútbol o a la videoconsola yo jugaba a escuchar flamenco. Así fue como surgió todo.

-¿Se proyectaba entonces sobre un escenario?

-Nunca me he propuesto metas y nunca le dije a mi padre que quería ser artista. Simplemente, ha sido una cosa muy natural. Cuando me he querido dar cuenta, tenía una gran responsabilidad e ilusión de aportar mi trocito de corazón al flamenco, que es lo que me da vida.

-Ya que habla de responsabilidad, ¿pesa lo de ser considerado «el nuevo Camarón»?

-Ya lo dije una vez: al lado de Camarón yo soy un cacahuete [risas]. Eso es como Michael Jackson o Elvis Presley, gente irrepetible y no está bien que me comparen con él. Pero cuando a uno le dicen cosas así es el mejor de los piropos. Es una bendición y muy bonito. Pero yo, realmente, no me lo creo [risas].

-Como Camarón usted está llevando el flamenco más allá del universo del flamenco. Lo suyo trasciende al género, pero al mismo tiempo es muy ortodoxo en su modo de crear.

-Cuando uno pone amor y verdad tiene que haber un regalo de la vida. Es como cuando echas una semilla a la tierra. Cuando uno lo da todo, el flamenco y el público dan ese regalo. Todos estamos en el mismo carro. Los maestros siempre están presentes. Camarón dejó un camino para la juventud. Él es un espejo, igual que lo es Paco de Lucía. Y eso es así para siempre. 

-Cuida mucho la estética. Incluso ha hecho incursiones en la moda. ¿Se ve como un dandi?  

-Yo es que siempre he sido muy presumido, que es diferente [risas]. No pretendo nada, me pongo lo que me gusta y lo que me parece. No quiero crear tendencia, ni que me llame nadie por ir a la moda. Las cosas que he hecho en el mundo de la moda fueron por amigos, porque me apetecía. Me gusta la moda igual que la buena gastronomía. Todo lo que tenga arte, amor y sensibilidad para mí es una bendición. Si puedo participar, lo hago.

-Pero cuando sale al escenario su presencia es parte de la propuesta.

-Cuando salgo al escenario voy a entregarlo todo. Me inspiro del público y me influye todo. Yo pongo el corazón e intento que esté ahí toda mi verdad. El resto lo hace el público, que es soberano.

-Hay una descarga emocional muy grande. ¿Qué siente cuando se vacía y el público arranca con los «olés»?

-Alegría. Diría incluso que paz y felicidad. Son las palabras que me gusta mentar. También es verdad que cuando salgo de cantar al final me duelen las costillas. Parece que he estado cargando piedras en un tren dos días. Pero esa sensación de felicidad es maravillosa. Si yo sé que me he entregado a muerte conmigo mismo no estoy enfadado. Un día puedo cantar mejor, otro peor, pero la entrega es la misma.  

-¿Con qué edad se subió por primera vez al escenario?

-Tenía 10 u 11 años. Pero humildemente dicho y con verdad, yo cantaba desde los seis o siete años. De muy niño.

-¿En el escenario vio que era su lugar?

-Sí, pero sobre todo al cantar. El escenario es muy bonito, pero yo puedo cantar en la lumbre, con un amigo sentado en un bar o solo y eso es lo que me da la sensación. Es un don de una cosa muy bonita. Si la compartes en el escenario es el doble. 

-¿Y en ese cantar hay instinto o es algo aprendido?

-El cante es de nacimiento. Yo tengo escrito en notas que hay tres cosas con las que tienes que nacer, que no se pueden aprender. Se pueden mejorar, pero no aprender. Una es el cante. Otra, el compás, el ritmo. Con eso también se nace, porque el que no tiene ritmo nunca lo tendrá. 

-¿Y la tercera?

-La humildad y la nobleza. Eso viene de nacimiento. Porque también está la humildad y la nobleza aprendidas, pero las de nacimiento son  muy diferentes. 

-¿Es muy práctico cuando uno se convierte en una estrella como usted?

-Práctico no, esencial. Son virtudes clave para las personas.

 -Ha dicho en la entrevista muchas veces el término «verdad». 

-Con mis faltas y errores, intento ir borrando las primeras. La única forma de ser auténtico es con la verdad. El camino recto a la autenticidad es la verdad. Siendo verdadero eres auténtico.