Ariel Rot: «Le tenemos mucho cariño a Los Rodríguez, dejemos el bonito cadáver como está»

Iker Cortés COLPISA

CULTURA

Europa Press

El artista argentino acaba de reeditar «Hablando solo»,  su tercer trabajo en solitario, que se lanza por vez primera en vinilo y que ofrece varios extras

30 abr 2023 . Actualizado a las 15:12 h.

 Ariel Rot (Buenos Aires, 63 años) recibe de pie y entusiasmado con el bajo acústico que tiene entre sus manos. «Está muy bien que entre entrevista y entrevista pueda tocar un poco», dice mientras hace sonar algunas notas. El argentino está exultante. Acaba de reeditar Hablando solo, su tercer álbum en solitario, que sale por vez primera en vinilo y con un puñado de extras, y se lanza a girar con la banda.

—Se cumplen 25 años de Hablando solo. ¿Da algo de rabia? Lo digo por el paso del tiempo.

—Bueno, yo estoy en activo y eso no da nada de rabia. Quiero decir que estos 25 años han pasado, pero han pasado muy bien. Hablando solo fue como el comienzo de algo que podría haberse truncado, como me pasó en mi etapa anterior, ¿no?, con Debajo del puente y Vértigo, entre Tequila y Los Rodríguez. Sin embargo, fue el comienzo de algo que me llevó hasta lo que soy ahora. Y en los últimos tiempos me han pasado un montón de cosas interesantes: el programa de televisión Un país para escucharlo, juntarme con Kiko Veneno, retomar incluso esos conciertos con Tequila...

—Sobre el programa, ¿se sintió cómodo entrevistando?

—Sí, porque era hablar de música.

—Una película o una obra literaria surgen de algo muy meditado, pero una melodía es más un hallazgo feliz. ¿No es más difícil hablar de música?

—Sí, a mí siempre me pareció un defecto que te pregunten sobre las canciones. ¿Qué vas a explicar sobre ellas? Estás trabajando con un material casi invisible, ¿no? Y casi que le estás quitando un poco el placer al que lo escucha de entenderlo a su manera.

—Volviendo al disco, es el primero que recibe un tratamiento así. ¿Por qué no con Debajo del puente o Vértigo?

—Ni falta que hace, déjalo (ríe). En primer lugar, no se hacían tantas demos porque no teníamos estudio casero. Por otro lado, no son discos con los cuales, tal cual están grabados, yo me encuentre muy cómodo ahora. Este disco tiene la cosa un poco ceremonial, de voy a dejar de ser solamente un guitarrista y aprender a hacer esto de ser el líder.

—Da la sensación de que esa posición le generaba rechazo.

—Bueno, yo estaba muy cómodo en esa posición porque yo soy guitarrista de cuna, porque no tuve que esforzarme absolutamente nada. Aprender a tocar la guitarra fue como quien aprende a respirar. Pero claro, el esfuerzo también trae gratificaciones que fueron tener un cancionero propio, personal, y luego ser yo el que está transmitiendo esas canciones.

—Y supongo que un calor del público que, de alguna manera, solo recibe el líder de la formación.

—No, yo creo que hay algo un poco más, tal vez injusto, que es que el calor del público lo recibimos todos, pero el reconocimiento público lo recibe más el cantante. Es muy difícil para un guitarrista hacer su propio proyecto.

—¿Es adictiva esa sensación?

—Es mágica (ríe). Son unas sensaciones muy inusuales. Es una sensación de ceremonia compartida. Y en cierto modo tú te sientes un poco el brujo de la tribu y eso es muy maravilloso.

—¿Le siguen representando todas las canciones?

—No diría que tanto. Obviamente hay alguna canción que se podría quedar afuera. Pero bueno, por un lado me sorprendió y disfruté mucho de escuchar el disco en vinilo por el audio que tiene. Es un disco que está muy bien arreglado y muy bien tocado por Los Attractions. Tal vez lo que más miedo me daba era volver a escuchar mi voz y no fue para tanto (ríe).

—¿Por qué?

—Bueno, porque era mi primera experiencia como cantante, realmente. Las otras no cuentan. Las otras yo fui al estudio y dije, ¿esto cómo es? Así. Fue bastante traumático en realidad. Me costó muchísimo poder escucharme. Bueno, a ver, mi madre es profesora de canto y si nos ponemos un poco psicoanalíticos, pues ahí puede estar la respuesta.

—No publica temas nuevos desde el 2016. ¿Está inseguro?

—Siempre hubo inseguridad. Tú sacas un disco y hay días que piensas que es una mierda lo que estás haciendo. Necesitas la confirmación externa de que lo que estás haciendo es bueno. Es tan relativo... Y nuestra cabeza nos juegan tantas malas pasadas...

—¿Recuerda cómo se encontraba aquel Ariel, cercano ya a los 40?

—Estaba en un momento muy excitante. Empezaba una relación de pareja con la que es la madre de mis hijos. Por primera vez tenía mi propia casa. Maravillosa. Tenía vecinos músicos y nos juntábamos muchísimo a tocar. Y me había liberado de una sensación bastante tensa, que era todo el desgaste y el último tiempo con los Rodríguez.

—Desgaste en solo seis años. Sus grupos siempre han sido de mecha corta, ¿por qué?

—Porque éramos todos inquietos, no teníamos miedo y teníamos confianza en nosotros mismos y cuando las cosas se ponían mal... La decisión de dejar Tequila la tomé yo en cierto modo. O por lo menos yo dije: «Yo me voy». ¿Por qué? Porque tenía otras inquietudes musicales y creativas. Y con Tequila no las podía hacer. Con Los Rodríguez se empezó a crear una situación incómoda dentro del grupo. Por un lado Andrés tenía muy claro que quería hacer su carrera en solitario y eso se notaba. Nos habíamos distanciado. Julián no estaba bien.

—Presentaron una biografía de Los Rodríguez en el 2020. ¿Hay alguna posibilidad de volver?

—Le tenemos mucho cariño a Los Rodríguez, tanto nosotros como la gente. Tal vez eso sí nos da un poco de miedo. Eso impone. Dejemos el bonito cadáver como está.