Jennifer Lawrence: «Un buen actor es aquel que no tiene miedo a reírse de sí mismo»

Iker Cortés MADRID / COLPISA

CULTURA

Jennifer Lawrence (Kentucky, 1990), hace unos días en Madrid.
Jennifer Lawrence (Kentucky, 1990), hace unos días en Madrid. Mariscal | Efe

La actriz estadounidense estrenó «Sin malos rollos», una actualización de las comedias universitarias con la misma escatología pero con menos pegada

26 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice Jennifer Lawrence (Indian Hills, Kentucky, 1990) que no tenía pensado volver a actuar al menos «hasta dentro de un año». La protagonista de Los juegos del hambre fue madre de su primer bebé en el 2022 y su intención era «seguir de baja un año más» para dedicarse al pequeño. Un guion de su amigo Gene Stupnitsky, director de Chicos malos y guionista de The Office, le hizo cambiar de opinión. «Es que llevaba muchísimo tiempo queriendo hacer comedia y este es el guion más gracioso que he leído en mi vida», dice con desparpajo Lawrence en Madrid, inmersa en la promoción Sin malos rollos, que llegó este viernes 23 de junio a la cartelera.

En la cinta, una suerte de actualización de las comedias universitarias gamberras a lo American Pie, con la misma escatología pero con algo menos de pegada, da vida a Maddie, treintañera que no pasa por su mejor momento. Camarera en un restaurante de playa, heredó la casa de su madre pero sus escasos ingresos le impiden hacer frente a los impuestos y le embargan el coche con el que se sacaba un sobresueldo como conductor de Uber. Si su situación no mejora, es posible que la casa sea lo siguiente.

Jennifer Lawrence, en el filme «Sin malos rollos».
Jennifer Lawrence, en el filme «Sin malos rollos». Sony Pictures

Consciente de ello, busca un vehículo de segunda mano con el que recuperar esa fuente de ingresos y entonces se topa con un curioso anuncio. Unos padres prometen regalar un coche a la joven que seduzca a su tímido e inexperto hijo de 19 años antes de que este se marche a la universidad, no solo para que tenga su primera experiencia íntima sino también con la idea de convertirlo en un tipo seguro de sí mismo. Lo curioso es que el anuncio se inspira en un clasificado real que apareció en Craiglist, web estadounidense con anuncios de todo tipo. Cuando Stupnitsky le dijo que estaba desarrollando una historia en torno a esa idea, Lawrence se moría de risa. «Simplemente pensé en lo gracioso que era imaginar al tipo de persona que escribiría un anuncio así y también a la persona que respondería».

Los actores Andrew Feldman y Jennifer Lawrence y el director Gene Stupnitsky, hace días en Madrid para la presentación del filme.
Los actores Andrew Feldman y Jennifer Lawrence y el director Gene Stupnitsky, hace días en Madrid para la presentación del filme. José Oliva | Europa Press

Ese chaval introvertido al que Maddie debe ayudar a salir del caparazón es Percy. Lo encarna Andrew B. Feldman (Manhasset, Nueva York, 2002), un actor y cantante curtido en el teatro musical que coprotagoniza su primera película y está entusiasmado. Con esa precariedad y esa falta de oportunidades de telón de fondo para la comedia, cabe preguntarle si cree que los jóvenes hoy están en peor situación que hace unas décadas. «Todo está, desde luego, más caro», responde. A su juicio, en algunos temas, tienen más oportunidades, «como cuando hablamos de la fama, que se ha democratizado con las redes sociales», afirma. «Pero ahora es más difícil ir a la universidad porque es mucho más cara y está reservada para gente como Percy, que nace en una familia rica. Así que sí, hay menos oportunidades para los jóvenes y eso da un poco de miedo».

Con la comedia como lubricante, Sin malos rollos aborda temas como las relaciones desiguales, el desarrollo hacia la madurez, la primera vez que tanto parece obsesionar a los estadounidenses e incluso la prostitución. ¿Todos tenemos un precio? «Yo apoyo a las trabajadoras sexuales —apunta Lawrence, también productora de la ficción—, pero Maddie no es una prostituta. Hay mucha oscuridad en este filme y sí que la aligeramos. Es una comedia negra, no muy apropiada, y los personajes están ahí para burlarse y reírse de todos, incluido de sí mismos». En este sentido, una parte importante de la película basa su humor en la comedia más física: los golpes, las vomitonas inesperadas o los atropellos más o menos involuntarios. Lawrence está convencida de que el buen actor es aquel «que no tiene miedo a reírse de sí». A su lado, Feldman, lo corrobora: «Desde luego. Considero que lo que hacemos es muy tonto. Y habrá personas que no necesariamente estén de acuerdo conmigo en nuestra industria, que se lo toman muy en serio. Y entiendo que obtenemos grandes interpretaciones de ellos, pero estamos jugando todos los días a fingir, a disfrazarnos», señala.

Buena parte de la culpa de que sigan metiéndose en la piel de nuevos personajes radica en los guionistas. La huelga iniciada a principios de mayo en Hollywood ha paralizado la industria. «Los apoyamos completamente», sentencia Lawrence. «Es una huelga crucial y esencial. Ya era hora», dice enérgico Feldman. «Cambió la distribución, la televisión y el cine, y eso no debería beneficiar solo a los que han hecho ese cambio sino también a los guionistas», inciden.