Indiana Jones o el espíritu de la aventura en estado puro

X. F. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Harrison Ford, en un fotograma de «En busca del arca perdida».
Harrison Ford, en un fotograma de «En busca del arca perdida». CBS

La sabia mezcla de un protagonista carismático, secundarios entrañables y una narración ágil explica el éxito de la saga

29 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera vez que el público se encontró a Indiana Jones, en el arranque de En busca del arca perdida, lo vio de espaldas: una silueta en la jungla, ataviada con un sombrero fedora y una chaqueta de cuero. Pasados tres minutos, Steven Spielberg revela el rostro del héroe tras hacer gala de su destreza con el látigo. Más de cuarenta años después, esos mismos atributos forman parte de una iconografía que han hecho del arqueólogo aventurero interpretado por Harrison Ford uno de los personajes más reconocibles de la historia del cine.

Esos complementos de vestuario y atrezo son la cara visible de una identificación que sostiene el éxito de la saga, pero que va más allá de la mera caracterización de su protagonista, para enraizarse a niveles de mayor profundidad. Indiana Jones, como personaje, apela al espíritu de la aventura pura, esa que conecta con el imaginario de la infancia, las posibilidades ilimitadas de la fantasía y la necesidad de soñar.

«La literatura es la infancia al fin recuperada»: el filósofo Fernando Savater tomó esta cita de Bataille para titular un ensayo en el que reivindicaba los relatos de Stevenson, Verne y Conan Doyle, entre otros, creadores de aventuras en escenarios exóticos y personajes carismáticos entre los que no desentonaría el Allan Quatermain de Las minas del rey Salomón. No es casual que Spielberg y George Lucas mirasen hacia este clásico como inspiración de Indiana Jones, pero también se remitieron a su propia niñez: el Doc Savage de las revistas pulp que leían es un modelo obvio; las aventuras producidas por Republic Pictures en sesiones matinales también desempeñaron un papel notable.

Pese a estos moldes —y otros como los arqueólogos de carne y hueso Hiram Bingham y Roy Chapman Andrews—, o quizá precisamente gracias a ellos, Indiana Jones no resulta un héroe imposible, sino más bien todo lo contrario. Conforme la marvelización se ha ido adueñando del género de aventuras, gana peso en el arqueólogo esa rara cualidad de ser alguien ordinario —más o menos— que, en circunstancias excepcionales, también vive episodios excepcionales. Si en Indy el látigo y la ropa de reminiscencias militares simbolizan la aventura, cuando Ford aparece en pantalla como Henry Walton Jones Jr., los trajes de tweed y la pajarita lo muestran más como un hombre de ideas que de acción. Pero cuando se aleja del aula y se interna en túneles, templos o yacimientos arqueológicos, se transforma en un aguerrido aventurero: es el reverso idealista de una realidad prosaica en la que no resulta difícil proyectarse. ¿Quién no sueña con romper con su rutina y perseguir ocultos artefactos con prodigiosas propiedades mágicas?

Cuando el doctor Jones se convierte en Indiana, su sabiduría no solo no lo abandona, sino que lo asiste. Sabe leer lenguas muertas, descifrar iconografías arcanas, interpretar símbolos correctamente. El conocimiento es clave. En no pocas ocasiones lo salva de morir, tanto por lo que sabe como por lo que intuye que no debe saber. Frente a la ambición desmedida y sin escrúpulos de sus rivales, sabe que hay veces que se deben cerrar los ojos y no ver si quiere seguir con vida. Es, también, un ejemplo a seguir frente a los excesos del poder.

Un héroe vulnerable

Este carácter templado no lo exime de ocasionales demostraciones de temeridad e inconsciencia. La vulnerabilidad de los héroes los acerca siempre a su público, y a Indiana no le faltan cualidades pero también defectos. No le dan miedo ni las ratas ni los escorpiones, pero sí las serpientes. Puede ser romántico y encantador, pero también tiene un punto cínico. También es importante que estas particularidades aparecen en contraste con la entrañable y eficaz galería de secundarios con los que se rodea al protagonista: Karen Allen, Ke Huy Quan, Kate Capshaw, John Ryhs Davies, Sean Connery... y ahora Phoebe Waller-Bridge y Mads Mikkelsen. Son parte de un paisaje humano que, junto con el exotismo de los paisajes —y las épocas— y una narración ágil y evocadora, apuntalan los filmes.

A sus 80 años, Ford ya no volverá a calarse su fedora. La explotación comercial y ampliación del universo Indiana —videojuegos, novelas, cómics, parque de atracciones— hace pensar que la franquicia podrá seguir sin su principal activo hasta ahora. El malogrado River Phoenix, cuando interpretó al personaje en su juventud, dio pistas de que es posible. Pero tampoco será fácil. Para muchos, Harrison Ford seguirá siendo Indiana Jones cada vez que los rigores de la realidad hagan necesario recuperar la infancia.