Dos gallegas en el caos del concierto de Harry Styles en Madrid: «No pasó un desastre porque Dios no lo quiso»
CULTURA
Colas de ocho kilómetros bajo un calor asfixiante, desmayos continuos en los accesos y en el recinto y una pésima organización convirtieron la experiencia en un infierno solo salvada por la actuación del cantante
17 jul 2023 . Actualizado a las 12:08 h.«Quería que mi hija fuera a un concierto con su madre que recordara toda la vida. ¡Y vaya si lo hizo!». El sueño de Gema Botana Pita y de su hija de 13 años de asistir a un concierto de Harry Styles se convirtió en realidad, pero todo lo que sucedió a su alrededor fue una auténtica pesadilla. No por la actuación del artista británico, que respondió a todas las expectativas, sino por la organización, o mejor dicho, pésima organización, del concierto celebrado en la noche del viernes en el Iberdrola Music de Villaverde (Madrid), el que fuera recinto del Mad Cool. Colas kilométricas para acceder al recinto por una única entrada, desde Getafe a Villaverde, con un calor asfixiante, mareos y desmayos continuos durante el recorrido y en el propio recinto sin apenas atención médica, caos, colapso en la M-45, embudos humanos asfixiantes, desorganización en la entrada y en la salida… Un infierno.
«No pasó un desastre porque Dios no lo quiso. Fue un desastre, la peor experiencia de mi vida. Que pagues casi 100 euros por una entrada y que pasen este tipo de cosas en una comunidad como Madrid me parece algo tercermundista. Soy una paciente oncológica a tratamiento y mi máxima ilusión era disfrutar ese día con mi hija, pero fue un desastre», relata Gema Botana, de 47 años, de camino a A Coruña.
Previniendo que acceder al concierto por Villaverde sería algo imposible -había numerosos jóvenes acampados en la zona del recinto desde hace varios días- optaron por consejo de una amiga hacerlo por Getafe, donde aparcaron cerca del estadio. La misma idea tuvieron otras miles de personas dispuestas a acudir a un concierto que reunió a más de 60.000 almas. La policía ya estaba organizando las colas para dar paso a la multitud. Pero le esperaban por delante ocho kilómetros, primero por la M-45, y luego por un descampado y el polígono industrial de Villaverde bajo un intenso calor, sofocado en algunos momentos por los bomberos que regaban al público con sus mangueras. «También había colas para rellenar las botellas de agua con la manguera. En mi vida vi tal cosa», cuenta Botana. Salieron de Getafe a las cinco y media de la tarde y accedieron al concierto a las nueve y diez.
Pero lo peor aún estaba por llegar. Cerca del recinto se habían dividido las colas en dos y sin apenas nadie de la organización a quien preguntar. La que venía de Villaverde y la de Getafe. El acceso no estaba delimitado por cintas, lo que incrementó el caos. «Nos han tenido 8 kilómetros andando en una cola para acceder al recinto por no estar delimitado el acceso con cintas, a pleno sol, con 36 o 38 grados como mínimo. Y después de hacernos dar vueltas a todo el polígono de Villaverde haciendo cola, cuando por fin llegamos a la entrada, una policía pensaba que nos estábamos colando y nos mandó al acceso de la cola de nuevo», explica Botana Pita. «Rompí a llorar y llorar de la impotencia en ese momento. Y casi me detienen, porque tanto yo como los que habíamos estado en la cola nos saltamos las restricciones y nos juntamos con los que llegaban al recinto».
Así fue como pudo entrar, cuando ya había finalizado la actuación de los teloneros de Harry Styles. Pero lo que había dentro no era mejor. Muchas personas llevaban allí desde el mediodía, en un recinto que tuvo que abrir las puertas de forma anticipada ante el aluvión. Y con un calor intenso las consecuencias no se hicieron esperar: «A mi lado se desplomaba la gente. Vi caer a una niña y luego a otros. Nadie los atendía y el público tenía que socorrerlos. Hubo tropecientos desmayos y fue una suerte que la cosa no pasara a mayores. Tampoco vi apenas a gente velando por la seguridad de un evento que reunió a 60.000 personas».
La pesadilla se compensó con un concierto que colmó sobradamente las expectativas y que concluyó sobre las doce de la noche. Pero quedaba el regreso. Otro infierno. «En la salida, el acceso a Getafe estaba cortado. Nos dijeron que era por seguridad, para que no hubiera avalanchas de gente. Teníamos que dar la vuelta a todo el polígono de Villaverde y cuando llegamos a Getafe, justo debajo del puente, se hizo un embudo de gente. Nos obligaban a ir al metro, cuando nosotros y muchos otros no íbamos allí». Entonces, muchos, entre ellos Gema y su hija, subieron por un desnivel para llegar a su destino. «Pudo ser un desastre», insiste.
Gema presentó denunció a la organización en Consumo, al igual que hicieron centenares de asistentes, que también denunciaron el absoluto caos vivido en las redes sociales. Un espanto similar vivieron los habitantes de Getafe norte, cuya asociación de vecinos denunció que el barrio quedó «colapsado y sin policías, con los vecinos atrapados en nuestras viviendas».