El hispanista era uno de los grandes estudiosos y valedores del «Quijote»
22 ago 2023 . Actualizado a las 10:18 h.Jean Canavaggio, reputado hispanista y cervantista, toda una autoridad en el Quijote y estudioso de la obra de Cervantes, falleció este lunes en París, a los 87 años, según confirmó su entorno familiar. Exdirector de la Casa de Velázquez en Madrid, hondo conocedor de nuestra literatura del Siglo de Oro, y miembro correspondiente de la RAE contribuyó con su erudita labor al diálogo cultural entre España y Francia.
Nacido en 23 de julio de 1936, hijo del periodista Dominique Canavaggio, se formó en la elitista École Normale Supérieure. Hispanista vocacional, se entregó pronto al estudio de nuestros clásicos y en 1966 tomó parte en una obra colectiva sobre la España de Felipe II, con otros hispanistas galos como Braudel, Chaunu, Guinard y Pierre Vilar. Tras su estudio Cervantes dramaturgo (1977) publicó ediciones de los Entremeses y Los baños de Argel y una monumental biografía del autor del Quijote en 1986.
En la niñez tuvo Canavaggio su primer acercamiento al Caballero de la triste figura gracias a «unos tebeos con dibujos muy llamativos». Sabía que a lo largo de los siglos se han hecho diferentes lecturas de un personaje que «ha sobrevivido a su escritor y conserva una vitalidad extraordinaria». A su juicio, la mejor manera de llevar la novela a los lectores más jóvenes no era «convertir el libro en una lectura obligatoria, sino tener un acercamiento progresivo con versiones adecuadas». Lamentaba la eterna paradoja persigue al clásico cervantino: un libro mucho más citado que leído. «Es una novela moderna, si bien no sigue los protocolos habituales y la gente no se lleva este tipo de lectura a la playa». «Nunca es tarde —repetía Canavaggio— para conocer las hazañas del español más célebre».
Análisis de interpretaciones
En Don Quijote, del libro al mito (Espasa) analizó las distintas interpretaciones que a lo largo de la historia ha tenido el más famoso caballero andante. Admitía que «todas son inteligentes», pero ninguna »debía entenderse de un modo exclusivo ni excluyente«. A su juicio tantos cambios se deben a «las diferentes lecturas que se han hecho de este clásico y a los distintos puntos de vista que ha tenido cada época».
¿Cuál fue el verdadero motivo que impulsó a Cervantes a escribir la que se convertiría en la más famosa obra escrita en castellano?, se preguntó Canavaggio admitiendo la opinión de algunos teóricos para quien su autor quiso ridiculizar el género caballeresco. Explicaba como la universal novela de Cervantes fue tomada por su coetáneos como un libro de risa, y su personaje como «un inadaptado, extravagante e insensato héroe de ridículas proezas». Calderón de la Barca llegó a escribir una pieza teatral titulada Los disparates de Don Quijote de la Mancha de claro «tono burlesco»; los ilustrados como Montesquieu afirmaban que el libro «representaba la decadencia española», y eran muy pocos —por ejemplo, Cadalso— quienes salían a la defensa del caballero andante.
En el siglo XVIII los intelectuales ingleses observan que Don Quijote no era tan diferente de sus lectores ya que, según el gran experto cervantino, «todos somos un poco Quijote en determinadas situaciones de la vida». Pero su impulso final llegó con el romanticismo alemán, donde se ensalza los ideales caballerescos y la nobleza que representa el hidalgo manchego. En España su auge llega con la Generación del 98 cuyos integrantes buscan en él un ideal patriótico que levantara los ánimos de un país en crisis.
Cine e iconografía
En su ensayo también hablaba Canavaggio de las versiones que otras artes como el cine o la iconografía han plasmado del Quijote. Para el estudioso, la mejor adaptación al cine es de G. W. Pabst (1932), «con interpretaciones a veces discutibles, pero con secuencias exquisitas». Autor de un Diccionario Cervantes (2020), también firmó Las Españas de Mérimée (2016), diversos estudios sobre el teatro del Siglo de Oro y participó en la monumental historia de la literatura española en seis volúmenes para Ariel, en la que analizó el siglo XVII.
En el 2004 la Casa de Velázquez le dedicó un volumen de homenaje. Académico correspondiente de la Academia de la Historia además de la RAE y en el 2017 recibió la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. En el 2005 le homenajea el Instituto Cervantes, cuando ya era catedrático emérito de Literatura Española en la Universidad de París.