Vicky Luengo: «Subir al escenario y gritar ciertas cosas es muy placentero como mujer»

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Vicky Luengo en la representación de «Prima Facie
Vicky Luengo en la representación de «Prima Facie .

Presentará en Carballo el montaje «Prima facie», un monólogo que protagoniza sobre el abuso sexual y que es obra de la dramaturga australiano-británica Suzie Miller

21 oct 2023 . Actualizado a las 23:15 h.

Una abogada pasa de defender a violadores a sufrir ella misma una agresión sexual y padecer todos los desajustes del sistema. Este es el esqueleto argumental de Prima facie [locución latina que significa a primera vista]. Es la obra de la dramaturga australiano-británica Suzie Miller que ha triunfado en Londres y Nueva York y que ahora interpreta Vicky Luengo (Palma de Mallorca, 1990) bajo la dirección de Juan Carlos Fisher. En Galicia se estrenará en Carballo en el marco del festival Fiot. Será el próximo domingo 22 (Pazo da Cultura, 20.30 horas, 12 euros).

—¿Es «Prima facie» una obra de la que el espectador sale haciéndose muchas preguntas?

—No lo sé, espero que sí. Como no la he visto, no lo puedo decir [risas]. Pero aquí se habla de cosas importantes y plantea cosas sobre el escenario importantes.

—¿Es clave que el teatro tenga esa trascendencia social más allá del entretenimiento?

—Yo creo que es positivo que exista este tipo teatro, pero no todo el teatro tiene que ser así. Es maravilloso que exista todo tipo de teatro para que el espectador pueda elegir y variar lo que quiera ver. Pero creo que para mí el teatro es importante que también sea político. Con Prima facie tengo la impresión de que el escenario se convierte en un parlamento. Es destacable que así sea.

—Ha dicho que para usted esta obra es un grito de auxilio.

—Sí que lo es. La sociedad sigue sin entender las cosas. Los debates se ponen encima de la mesa, pero no se habla de lo que se tiene que hablar. La gente no sabe aún qué ocurre en el cuerpo de una mujer cuando es agredida sexualmente. Se habla de todo lo que rodea las leyes, que es importante, pero también es relevante saber lo que pasa en el cuerpo de la mujer para poder aplicar esas leyes. Y por eso digo que es un grito de ayuda. Acabamos de ver que, en lo que llevamos de año, ya van cincuenta mujeres asesinadas. Esto es un grito hacia que la vulnerabilidad y la víctima sean vistas y reconocidas como tal.

—¿Es una ficción muy real?

—Sí, está muy bien explicado el proceso que pasa una víctima de agresión sexual. Como no estamos acostumbrados a ello, para mucha gente es muy duro de ver.

—¿Qué fue lo primero que pensó al leer el papel?

—Pensé que lo quería hacer enseguida. El texto me conmovió y el cuerpo me contestó directamente. Me dijo: «Sí, hazlo».

—¿La representación le agota?

—Sí, es muy difícil. El cuerpo no sabe que eres actriz y hacerle cada noche pasar por esto es muy intenso. Pero vale la pena por todo lo que me dicen después.

—¿Siente usted que está haciendo algo más con esta obra?

—Siento que estoy haciendo algo importante. Hacia mí misma, porque es una manera de darme voz a cosas que yo aún no me había atrevido a decir en mi vida personal. Y hacia fuera, porque se me acercan muchas mujeres, y muchos hombres también, a darme las gracias y decirme que han entendido algo gracias a esa obra. En el teatro se genera una especie de comunión entre todas las mujeres y los hombres que quieren y se atreven a entender.

—¿Qué le dicen esos hombres a quienes, en principio, les costaría más ponerse en su papel?

—Sí que lo hacen. Los que se atreven, porque eso significa perder muchos privilegios que los hombres tienen. Muchos vienen conmovidos y me dicen que piensan en sus hijas, que incluso se plantean haber cometido ellos algunas vez una agresión sexual, que la obra les hace plantear si ellos alguna vez sin saberlo habían cometido algún abuso.

—¿Y qué les dice?

—Le agradezco mucho la valentía de poderlo hablar y de ponerse en ese lugar de vulnerabilidad. Y me doy cuenta de que lo que estoy haciendo con la función es muy importante. Aunque me canse mucho, lo quiero seguir haciendo.

—Habla de cosas que usted no se atrevía a decir. El tema está continuamente en los medios, ¿queda mucho por hablar?

—Sí, porque lo que se habla en los debates de los medios de comunicación no tiene mucho que ver con lo que yo hablo en el monólogo teatral. En los debates se cuestiona a la víctima constantemente. Cuando sucedió lo de Jenny Hermoso, estaban siempre con lo que ella había hecho o no, que si lo había dicho demasiado tarde, que si lo había aceptado. Me parece que tenemos que dejar de cuestionar a la víctima ya, ipso facto. En la obra he encontrado una voz para hablar. A la mujer se la ha silenciado y se le ha puesto una mano en la boca históricamente. Subir al escenario y gritar ciertas cosas es muy placentero como mujer.