Alfonso Goizueta: «Siempre pensaba que el Planeta era un premio que no me darían a mí»

María Viñas Sanmartín
María Viñas BARCELONA / ENVIADA ESPECIAL

CULTURA

Alfonso Goizueta, finalista del Planeta.
Alfonso Goizueta, finalista del Planeta. Lorena Sopeña | EUROPA PRESS

El finalista del galardón recrea en su novela el carácter de Alejandro Magno

17 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Alfonso Goizueta (Madrid, 1999) lee muy despacio, se para y relee, porque además de por placer se ventila libros para instruirse, dice. Y escribe a mano. Admite que le divierte, pero lo hace sobre todo porque de esa manera «el cerebro va más lento» y así le salen mejor las palabras, asegura. De su puño y letra salió la novela de 600 páginas que lo ha convertido en el finalista más joven de la historia del Premio Planeta. «Tengo ocho o nueve Moleskines llenas», comenta entre risas.

—¿Cómo es tener el récord de juventud?

—Presenté la novela con un seudónimo y en una plica cerrada que no ponía mi edad. Es muy emocionante ser el premiado más joven, pero espero que se juzgue el libro por el texto en sí.

—Sus 23 años son un buen reclamo para que los lectores abran un libro sobre Alejandro Magno que, quizá, de otra manera nunca se animarían a leer.

—Si un lector joven abre mi libro porque tengo 23 años me daría por bien vivido. Una generación que lee es una generación que tiene la cabeza más formada, el pensamiento más formado, y que por tanto va a ser más libre siempre.

—¿Cómo fue el impulso de presentarse al premio?

—Siempre pensaba que el Planeta era un premio que jamás me darían a mí, porque ese tipo de cosas no suceden. «Solo le suceden a la gente que no eres tú», me decía. Entonces, cuando terminé la novela y pensé en cómo darle salida, pensé en el premio como una puerta más a la que llamar. Y cuando me dijeron que estaba entre los diez finalistas me di con un canto en los dientes. El domingo, cuando vi subir mi nombre, tenía el corazón a punto de estallar.

—«La sangre del padre» es una novela histórica, pero hubo vacíos que tuvo que llenar con la imaginación.

—Sí, aquello de lo que no había fuentes: el carácter, la manera de ser de Alejandro Magno. En mi caso, escribo porque también tengo demonios y pensamientos internos y los plasmo a través de la literatura. Me enseña cosas de mí mismo, al ponerlas en papel voy lidiando con ellas. Y me gustaría que al lector también le ilustrase algo de sí mismo, que este viaje del protagonista, que también es interior, le hiciese reflexionar sobre su propio existir.