Griselda Blanco, la sanguinaria narcotraficante a la que temía Pablo Escobar: «Tenía un ejército de jóvenes entrenados solamente para matar»
CULTURA
![Griselda Blanco en una imagen facilitada por el Departamento de Policía de Miami.](https://cflvdg.avoz.es/sc/L1cH-ciGnbkqMRcwuHCKwQTY2c0=/480x/2024/01/26/00121706268437880781483/Foto/36d99ffd.png)
Es la mujer que fue pionera en trazar las rutas de tráfico de drogas entre Colombia y Estados Unidos, en la década de los 70. Su biografía llega a Netflix con la serie «Griselda» y Sofía Vergara como protagonista
26 ene 2024 . Actualizado a las 14:44 h.A Griselda Blanco se le atribuyen cerca de 250 asesinatos. La Reina de la cocaína fue una de las mayores narcotraficantes de Colombia entre los años 70 y 80. Tuvo otros apodos. La bautizaron como La Viuda Negra, porque mató a dos de sus tres maridos. Otros la llamaban La madrina de la coca, porque fue una pionera en el multimillonario negocio del tráfico de drogas. Trazó rutas kilométricas —entre Miami y Colombia— que luego usarían otros. Entre ellos, Pablo Escobar. Suya es esta frase: «El único hombre al que alguna vez tuve miedo fue una mujer llamada Griselda Blanco».
Su vida está retratada en la miniserie de 6 episodio, Griselda, que ya está disponible en Netflix. La actriz colombiana Sofía Vergara es la encargada de dar vida a una de las mayores delincuentes de la historia.
Griselda Blanco nació el 15 de febrero de 1943, en Cartagena de Indias. Y murió 69 años más tarde, en el 2012, cuando salía de una carnicería del barrio de Belén, en Medellín, acompañada de su nuera. Dos sicarios le dispararon en la cabeza y huyeron a toda prisa en una moto. Hacía unos ocho años que había vuelto a su Colombia natal, tras pasar casi veinte en una cárcel de Estados Unidos. Esos ocho años los sobrevivió casi de milagro, a pesar de los enemigos que había dejado por el camino.
![Fotograma de la serie «Griselda», disponible en Netflix.](https://img.lavdg.com/sc/WYnDhqakepQo3ysZfhJJMUKx2Hg=/480x/2024/01/26/00121706260682110889863/Foto/efe_20231130_151646242.jpg)
Su carrera criminal empezó bien temprano. El expediente delictivo en el que figura su nombre recoge un primer incidente a los 11 años: el secuestro de un niño al que acabó asesinando después de que su acomodada familia se negara a pagar el rescate. Pero en realidad, su vida empezó a cambiar cuando conoció a su primer marido: Carlos Trujillo. Junto a él —un experto falsificador de documentos— emigró ilegalmente a Nueva York a los 21 años. Se casaron y tuvieron tres hijos: Uber, Dixon y Osvaldo. No tardaron en separarse y ya en la década de 1970 conoció a Antonio Bravo, la persona que la introdujo en el negocio del narcotráfico. Y Griselda Blanco acabó haciéndose con todo.
Mansiones en Miami
Como narcotraficante empezó a exportar la pasta base de cocaína que se producía en las selvas de Ecuador, Perú y Bolivia hacia Estados Unidos para comercializarla. El poder que cosechó la llevó a controlar las rutas del sur de Florida que ella mismo abrió. Un negocio de por sí violento que elevó a niveles nunca antes vistos generando todo un hito en Colombia y Estados Unidos. Se estima que dirigió un imperio que enviaba más de una tonelada y media de cocaína al mes. Ganó dinero —mucho— y amasó una fortuna que le permitió vivir a todo trapo en lujosas mansiones de Miami.
En lo personal, se deshizo de su segundo marido, Antonio Bravo, creyendo que le robaba dinero. Lo mató. Y pronto se volvió a casar. Lo hizo con Darío Sepúlveda y juntos tuvieron otro hijo, al que llamó Michael Corleone, en honor al personaje de El Padrino, del que ella era especialmente fan. Sepúlveda terminó asesinado en Medellín y ella fue sospechosa de encargar la operación.
Detención
Desde 1973, Griselda Blanco estaba en la lista de delincuentes bajo vigilancia de la DEA, y dos años más tarde, en 1975, fue acusada de cargos federales por conspiración de drogas, junto con treinta de sus subordinados. Huyó a Colombia antes de que pudiera ser detenida, pero a finales de la década volvió a Miami. Consolidó de nuevo su imperio en 1980, a base de violencia. Llegó a tener «un ejército personal de jóvenes entrenados solamente para matar sin cuestionamientos», algo que derivó en una suerte de escuelas de sicarios que siguen existiendo en ciudades como Medellín o Pereira, cuenta Williams Gilberto Jiménez-García, investigador de la Universidad de los Andes.
Sus andaduras no quedaron impunes y en 1984 fue arrestada y llevada a Nueva York para enfrentar los cargos por narcotráfico que la acechaban desde 1975. La declararon culpable y entró en prisión. Salió en el 2004 y fue deportada de nuevo a Colombia, donde se retiró de todos sus negocios. Hasta el 2012, cuando su cuerpo apareció tiroteado en una calle de Medellín.
«Griselda», la serie
La ficción sobre su vida que ha llegado a Netflix aporta una nueva visión a un género tradicionalmente dominado por personajes masculinos. Más allá de los estereotipos, la actriz protagonista, Sofía Vergara, sostiene que lo interesante en Griselda no es la trama criminal, «sino la vida de una mujer en un negocio compitiendo al nivel de los hombres más brutales y criando al mismo tiempo a sus hijos».
«Le tocaba trabajar 10 veces más fuerte que todos los demás para poder lograr su objetivo, que no era dinero, sino respeto (...) Eso es lo que la hace fascinante», resalta el director, Andrés Baiz, sobre la figura de la criminal.
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Pese a todo, Vergara aseguró que en ningún momento buscaron ni «glamurizar» la figura de la narco ni «romantizarla», pero sí «humanizarla». «No queremos que el espectador la odie desde el primer momento, sino que la entienda y vea cómo poco a poco fue convirtiéndose de humano a monstruo», puntualizó la actriz.