Exposición y libro para recordar a la mujer que abrazaba los árboles del bosque de Cecebre, en Cambre
15 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Paseaban juntos por el bosque de Cecebre, ese donde los árboles hablan gracias a Wenceslao Fernández Flórez. Caminaban compartiendo complicidades. Sin miedo a que apareciera Fendetestas, pistola en mano, con su «¡alto!, me caso en Soria...». Ella abrazaba los árboles envolviéndolos con papeles. Él disparaba su particular cámara, la de las fotos cuadradas. Vari Caramés apresó así a Ángeles Sales, mimetizada entre las luces y las sombras de la fraga, como una habitante más. Ella frotaba los papeles en los árboles hasta dejar las cortezas marcadas. Después los pintaba con acuarela.
«Nena, tenemos que exponer un día juntos», proponía Vari. «Estás chiflado, concéntrate en lo tuyo», respondía ella, mientras seguía coloreando pieles de árboles. Formó así una pequeña colección que tituló Bosque, «o noso bosque animado», escribe Vari en un libro que recoge ahora obras de ambos. Ella se fue hace casi cinco años. Él sigue emocionándose al evocarla. Y dice que le gustaría que ella hubiese visto este proyecto. Al libro se unió la exposición Bosque animado (con Ángeles), que estuvo abierta en la galería Trinta, de Santiago, hasta hoy, día en que el fotógrafo presenta el libro en la sede de la Fundación Seoane, en A Coruña.
No hay relato programático, sentencia Caramés. El libro Bosque animado (con Ángeles) —editado por Fabulatorio— y la exposición son «puro corazón». Emotividad. «Quere ser unha lembranza e unha homenaxe a aqueles momentos en que as luces e os soños nos rodean e rumorean coma as árbores da novela», anota el artista ferrolano en la corteza del libro. Sí, podría llamarse corteza porque el cuidadísimo volumen que contiene las fotos de Vari está envuelto en una de las obras de Ángeles, uno de sus árboles pintados.
Un hilo conductor
Confiesa el fotógrafo que llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de preparar algo con Ángeles, pero necesitaba un hilo conductor, «no era aquello de pongo unas fotos mías y unos cuadros de ella; se trataba de hacer algo coherente». Un día, revolviendo en su estudio, encontró «unos negativos», unas fotos suyas del bosque. «Me di cuenta enseguida de que ya me estaba reclamando aquello. Porque lo ligué inmediatamente con la serie que había hecho ella». Además, en una de las fotos aparecía Ángeles, «muy integrada en el bosque. Visitamos Cecebre varias veces; a ella le gusta mucho ir por allí, y por otros espacios naturales».
Ángeles Sales «expuso varias veces, pero poco. Era muy pudorosa, muy tímida y entonces yo la empujaba. Por ejemplo, recuerdo una exposición maravillosa que hizo en la galería Sargadelos de Ferrol. Había quedado muy bien porque era amplia, con varias series, todas relacionadas con la naturaleza», relata.
El torrente de recuerdos fluye, caudaloso: «Era una persona muy creativa, desde diseñar ropa hasta hacerse colgantes con cosas que encontraba por ahí. Muy vinculada al mundo de la moda porque le gustaban la ropa y los complementos. Los últimos años, después de tener un par de tiendas, fue comercial de las marcas que ella llevaba. Yo era el copiloto, le ayudaba con los maletones. Teníamos muchas complicidades y una de ellas era esa».
Visto el material fotográfico, habló con Fabulatorio: «Me conocen muy bien, este es el tercer libro que hago con ellos. En cuanto vieron las fotos supieron que ahí había un libro. Era algo redondo, decían que era una especie de haiku, un poema visual. Que lo es porque son pocas piezas y describen muy bien el paseo por el bosque con ella. Quedó precioso. Es algo excepcional, muy cuidado y muy mimado, lo que se merecía Ángeles». El libro se presentó hace poco en Numax, en Santiago, y «hubo mucha gente», cuenta el fotógrafo.
La muestra
La segunda parte de la idea era una exposición: «Cuando hablé con Asunta Rodríguez, de la galería Trinta, que es mi galerista, enseguida se emocionó con el material... y le pareció muy tierno, muy especial».
En la muestra, hecha con «sensibilidad y mucho cariño», había una docena de obras de Ángeles y otras tantas fotos de Vari. La encabezaba un párrafo de El bosque animado: «La fraga recuperó de golpe su alma ingenua, en la que toda la ciencia consiste en saber que de cuanto se puede ver, hacer o pensar, sobre la tierra, lo más prodigioso, lo más profundo, lo más grave es esto: vivir».
Vari resume todo diciendo que libro y exposición son «un recuerdo. La palabra recuerdo viene del latín recordari, que significa volver a pasar por el corazón. Esto es volver a recordarla, volver a pasear con ella por la fraga. Un pequeño homenaje. Es un trabajo emocional, que sale del corazón. No tiene más historia. No es el típico trabajo teórico, conceptual... Aquí es puro corazón, muy honesto... Y nada más».