Una concha de oro que se disputan Costa Gavras, Mike Leigh, Albert Serra y «Emmanuelle»
CULTURA

Jaine Camborda preside el jurado de una competición en la que también destacan François Ozon, Kiyoshi Kurosawa, Gia Coppola o Icíar Bollaín
20 sep 2024 . Actualizado a las 08:14 h.Arranca este viernes una 72ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián que llega con un aire disfrutón como hacía tiempo no se recordaba. Este ambiente previo caldeado no se deberá solo a que la inauguración del certamen corra a cargo del muy esperado remake de la Emmanuelle de Just Jaeckin, reversioneada para la ocasión en clave feminista por Audrey Diwan, ganadora del León de Oro en Venecia hace tres años con El acontecimiento. Y con Noèmie Merlant heredando el personaje de la ya desaparecida Sylvia Kristel.
Este punto de partida del festival -anunciado ya por la organización en el mes de mayo como el logro que como foco de atención mediática internacional supone, de manera palmaria e indiscutible- suma al evento el añadido de que la película de Diwan va a concurso por la Concha de Oro. Y eso pone sobre ella no solo la atención sociológica por ver cómo revienta necesariamente los cánones de una idea del erotismo hoy desfasada, sino que amplifica las ambiciones artísticas de esta Emmanuelle post Me Too ante el espejo.
A esa atmósfera de cierta euforia que se vive en Donostia contribuye el nivel de la sección oficial competitiva, con bastante nombre de peso, después de la levedad que presidió las últimas ediciones del festival. Son bien conocidas las dificultades que encuentra San Sebastián -único festival clase A de España- para conseguir una lista de primicias internacionales vistosa, después de que Cannes ejerza de festival atrapalotodo. Y mucho más desde que Venecia pasa sin solución de continuidad, la aspiradora y absorbe hacia el Lido todo lo que se mueva a poco que o bien su glamourazo o sus méritos creativos así lo prescriban.
En ese mar de los Sargazos en que navega San Sebastián, el equipo del festival se esmera por lucir en su concurso algo más que el celuloide con aspecto de algas flotantes que Cannes o Venecia han desechado. Y este año parecen haber salido con bien de esa travesía. Hay entre las 16 películas en competición nombres que merecen reverencia. Como figuras de autoridad, el británico Mike Leigh y el franco-griego Costa-Gavras son -en el mejor de los entendimientos- dos vacas sagradas de las de mayor contraste en el cine europeo de las cuatro o hasta cinco últimas décadas. Leigh regresa con Hard Truths a los territorios en los que mejor ha respirado su cine, los del drama social, y con una actriz, la eminente Marianne Jean- Baptiste, descubierta por el propio Leigh hace 30 años en Secretos y mentiras. Y a sus 91 años Costa-Gavras parece embocar un auto testamentario en su reflexión sobre la vida y la muerte de Le Dernier Souffle, para la que cuenta por primera vez con Charlotte Rampling y Ángela Molina.
De una generación posterior son el japonés Kiyoshi Kurosawa y el francés François Ozon. Y ambos son presencias constantes y nada anecdóticas en el line-up de los grandes festivales. Ozon -ganador ya de la Concha de Oro en 2012 con En la casa- presenta ahora Cuando cae el otoño, un neo-noir rural con Josiane Balasko y Ludivigne Sagnier. Y dosis de humor negro para nada infrecuentes en su cine. El también veterano Kurosawa llega al Kursaal por primera vez con Serpent's Path, remake de un thriller que él mismo dirigió en 1998 y que traslada ahora a Francia el revenge de un periodista cuya hija ha sido asesinada.
LOS TOROS DE SERRA Y EL OCASO DE PAMELA ANDERSON
De entre la cosecha a priori motivadora de esta 72ª edición, al nivel de expectación de la revisitación de Emmanuelle se mueve el catalán Albert Serra con su acercamiento al coso taurino, a su liturgia de fé, arena y sangre titulado Tardes de soledad. Con la polémica disparada ya por las protestas de los animalistas -con ese tic censor de quién se encrespa sin haber visto la obra-, no tengo dudas de que Serra ahondará en la materia sin otras barreras de corrección política que las de su provocadora búsqueda de una misa profana. Y el tercer gran foco de la sección oficial nos lleva al cartel presidido por Pamela Anderson. En The Last Showgirl, Gia Coppola nos brinda el eclipse de una starlette, una bailarina de un club de Las Vegas, que afronta el resacón incurable del ocaso. Parece que es un papel a la medida de quien brilló en las playas de Santa Mónica y luego devino celebrity y un poco muñeca rota. En este crepúsculo de las audaces que promete mucho la acompaña Jamie Lee Curtis.
En la categoría de candidatas a sleeper del festival (esto es, las tapadas) atentos al musical apocalíptico de Joshua Oppenheimer The End, protagonizado por Tilda Swinton. Y -sobre todo- a Cónclave, lo nuevo del alemán Edward -Sin novedad en el frente- Berger, con la retransmisión de las luchas de poder que rodean la elección de Ralph Fiennes como improbable nuevo Papa. Y John Lithgow y Stanley Tucci preparando dagas venecianas entre candilejas.
También en la lucha por la Concha de Oro que en nueve días decidirá un jurado presidido por Jaione Camborda -ganadora del máximo galardón del festival el pasado año por O corno- están muy presentes dos directoras españolas habituales del Kursaal: Icíar Bollaín con Soy Nevenka y Pilar Palomero con Los destellos. Completan esta sección oficial la chilena El lugar de la otra, de la candidata al Óscar Maite Alberdi, la argentina El hombre que amaba los platos voladores, de Diego Lerman y la gran apuesta del festival: la de incluir al debutante Pedro Martín-Calero y su thriller de terror El llanto. Pero ahora que nadie rompa el silencio: en unas horas, en el coso del Kursaal, renace Emmanuelle en traje de luces.