Bryan Adams se reafirma en A Coruña como el roquero para todos los públicos
CULTURA
Como un pantalón vaquero que sigue sentando bien pese al paso de tiempo, el canadiense repasó su carrera generando una mezcla de euforia y nostalgia en los asistentes
18 nov 2024 . Actualizado a las 12:59 h.Antes de empezar el concierto, sonaba en el Coliseum de A Coruña rock n' roll del que engrasa los oídos y sacude las caderas. Jerry Lee Lewis, Chuck Berry e, incluso, The Stray Cats. Se supone que se trataba de un guiño de Bryan Adams a sus orígenes musicales, esos que recordó al final del bolo hablando del día en el que le dijo a su madre que lo dejaba todo para entregarse a la causa. Su música, no obstante, sugiere una evolución de todo aquello hacia un territorio exento del lubricante del roll, donde manda el rock recio y melódico con miras al gentío extasiado. Puntualmente escorado hacia lo hard y con gusto por la balada sentimental, se trata de una exitosa formulación para todos los públicos que triunfó en los ochenta y noventa y que, en el 2024, se ve como un clásico que invita a la nostalgia.
Todo eso se demostró a lo grande en su pase coruñés, donde difícilmente hubo algún fan que mostrase reparos a la salida, después de más de dos horas y media de actuación. Que el When You're Gone acústico quizá debería haber sonado eléctrico para extasiar de verdad. Vale. Que el tramo intermedio con la versión del Rock and Roll Hell, que escribió para Kiss, pudo hacer decaer un poquito el bolo. Pues a lo mejor. Que lanzar esas pelotas gigantes y poner a volar con drones un coche le daba un toque circense a la actuación, de la que se podía haber prescindido. Desde un punto de vista purista, se podría admitir. Poquita cosa frente a las virtudes de un músico que, a sus 65 años, sigue generando algo infalible sobre las tablas. Consiste en marcar el ritmo con su pie izquierdo y poner el tren en marcha, dándole con la mano derecha a su guitarra -o el bajo, que también le da por ahí intermitentemente-, para que discurran canciones de esas que huyen gozosas hacia adelante, como si algo les quemase detrás.
No hubo que esperar mucho para que el músculo se contrajese. El Kick Ass inicial, proveniente de su último trabajo, ya dejó patente esa condición de sonido rocoso, directo y veloz. Con el artista paseándose por el escenario entre los tres micros puestos para él, dejó clara su concepción del bolo. Optimizando los ángulos para verse mejor en la gran pantalla, en bonitos planos en blanco y negro. Colocándose de lado para mostrar el perfil más telegénico. Y cantando con la misma voz de lija de sus años mozos e hinchándosele la vena al hacerlo. Cuando se atacaba a los clásicos de manera tempranera, con Can't Stop This Thing We Started y especialmente con 18 Till I Die, todo se multiplicaba.
Pronto llegaron también las baladas, estratégicamente distribuidas en el repertorio. Repudiadas por una pequeña parte de su público, sin embargo fueron adoradas por la mayoría en cuanto sonó Please Forgive Me. La primera de una lista en la que lógicamente no faltarían luego las inevitables Heaven, (Everything I Do) I Do It For You y Have You Ever Really Loved a Woman? También repartió guiños a otras canciones que aparecían entre sus temas. En el Coliseum sonaron pedazos del Blue Suede Shoes de Elvis Presley, el Do Wah Diddy de Manfred Mann y hasta un delirante Can't Take My Eyes Off You final para coronarlo todo. No figuraba en el set-list, pero lo abordaron como fin de fiesta.
Pero más allá de todo ello, lo que validó Bryan Adams fue la fortaleza de esos himnos que resuenan en emisoras como Rock FM de camino al trabajo de tantos, evocando tiempos de una juventud cada vez más lejana. Anoche se mostraron varias décadas después, vigorosos aún. Como un vaquero que sigue sentando bien, pese al paso del tiempo, e inyectando euforia entre los asistentes. Mención especial merece, por supuesto, Summer Of 69, estandarte eterno de guitarras, sintetizadores y neblina ochentera. Surgió en el tramo final del recital. Sus «oh, oh, oh, oh» fueron cantados con el corazón por un público encantado de reencontrarse con esas canciones y todas las emociones que trajeron de la mano. A las que sí, puede que les falte el roll. Pero se ve que tampoco nadie lo echa en falta.