Los setenta años de trabajo de Irving Penn aterrizan en exclusiva en Galicia

C. Devesa A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

La exposición sobre la obra de Irving Penn (en la imagen) abrirá al público este sábado en A Coruña
La exposición sobre la obra de Irving Penn (en la imagen) abrirá al público este sábado en A Coruña MOP

La muestra promovida por la Fundación Marta Ortega Pérez en A Coruña es la más completa sobre el autor, un mago de la cámara que superó los límites de la moda

22 nov 2024 . Actualizado a las 10:47 h.

«Única e irrepetible», así define la modelo Eugenia Silva la exposición Irving Penn: Centennial, que este miércoles fue preinaugurada para autoridades e invitados de Marta Ortega Pérez, presidenta de la fundación que lleva su nombre y que promueve una muestra que podrá verse por primera vez en España tras estrenarse en el 2017 en Estados Unidos.

Comisariada por Jeff L. Rossheime, que está a cargo de a cargo del departamento de fotografía del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (MET), la exposición es la retrospectiva más completa realizada sobre Irving Penn, fallecido en el 2009. El recorrido, que estará disponible al público desde este sábado hasta el próximo 1 de mayo en el muelle de Batería de A Coruña, ofrece un repaso a sus más de 70 años de trayectoria a través de 175 imágenes que muestran su versatilidad.

Fotografías de personalidades del mundo del arte, como Salvador Dalí o Pablo Picasso, se mezclan con otras de actrices icónicas, como Marlene Dietrich o Audrey Hepburn, y diseñadores, como Gianni Versace o Yves Saint Laurent. Pero Penn también puso el objetivo en personas anónimas, trabajadores urbanos y población indígena cuya expresión captó de forma magistral. El artista exploró además desnudos y destacó en la composición de naturalezas muertas y florales. Su obra es una oportunidad para mirar más allá de lo evidente.

Un mago de la cámara que superó los límites de la moda

«Un brujo con ojo de artista». Es la definición que hizo de Irving Penn (Nueva Yersey, 1917) la periodista Rosamond Bernier, amiga del fotógrafo que ascendió las imágenes de moda a la categoría de arte.

Durante su época de estudiante dio sus primeros pasos en la industria. Lo hizo de la mano de Alexey Brodovitch, su profesor de arte en la Escuela de Arte Industrial del Museo de Filadelfia, para el que empezó a trabajar como asistente en Harper’s Bazaar. Pintor frustrado, en 1938 Penn compró su primera cámara y asumió el cargo de director de arte en Junior League y en Saks Fifth Avenue, cadena de grandes almacenes de lujo de Nueva York.

Saturado de la moda, en 1941 se fue a México, donde pasó un año tratando de encontrar su camino hacia el arte. Al final de su estancia lavó todos los lienzos de lino que había pintado por no estar a la altura de sus expectativas y los utilizó como manteles. A su vuelta entró por primera vez en la que se convertiría en su casa, Vogue. El director artístico y editorial Alexander Liberman lo fichó como colaborador para realizar las portadas de la revista. Su inseguridad hizo que la relación entre los dos no siempre fuera fácil a nivel laboral, pero Liberman tuvo claro que Penn era «un ojo que sabía lo que quería ver». Y no se equivocó.

Imagen de archivo tomada por Irving Penn en Cannes en 1957 de Pablo Picasso.
Imagen de archivo tomada por Irving Penn en Cannes en 1957 de Pablo Picasso. Irving Penn

La primera portada de un bodegón en la revista la firmó Penn en 1943. Desde esa fecha sumó otras 164 primeras planas en la biblia de la moda. Sus fotografías para la revista se interrumpieron con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Durante los años del conflicto recorrió varios países y aprovechó para inmortalizar lo que veía. Así, demostró su versatilidad frente al objetivo y a su vuelta, Vogue decidió enviarle a diferentes lugares para plasmar las últimas tendencias. En uno de ellos, tras una sesión en Perú, Penn quiso alargar su estancia para retratar a la población de Cuzco. Lo hizo un estudio que alquiló para la ocasión y pagando a los que posaban.

Del glamur a lo cotidianio

Los espacios cerrados fueron su lugar seguro. El perfeccionismo de Penn se plasmó en su forma de trabajar, bajo la máxima menos es más. No empleó artilugios, la maestría de su ojo hizo que no los necesitase y que la luz natural fuese su mejor aliada.

El fotógrafo también salió de su zona de confort, apostó por los desnudos mediante un proceso experimental de decoloración y revelado. En su carrera no faltan retratos de personalidades, como Truman Capote, ni modelos, como Lisa Fonssagrives, que se convirtió en su musa y en su mujer. Durante su trayectoria combinó las tendencias con el valor de lo cotidiano, que convirtió en extraordinario. Para muestra, la serie Small Trades, en la que inmortalizó a barrenderos, pescaderos o carniceros. Porque Penn demostró que lo importante no es a quién, sino cómo. Su obra revela que en la sencillez está lo extraordinario.