Marisa Paredes, la última estrella del cine español

Miguel Anxo Fernández IN MEMORIAM

CULTURA

Marisa Paredes, en el Centro Lorca de Granada, hace apenas unas semanas, donde fue premiada.
Marisa Paredes, en el Centro Lorca de Granada, hace apenas unas semanas, donde fue premiada. Pepe Torres | Efe

El fallecimiento de la actriz madrileña deja huérfanos la profesión y el séptimo arte

18 dic 2024 . Actualizado a las 11:03 h.

No imagino a Chema Prado sin Marisa Paredes. Un paisano universal de Rábade, toda una vida vinculado al cine y que acercó a Galicia a una buena cantidad de ilustres del séptimo arte para ejercer de anfitrión y militante en gastronomía y patrimonio, siempre teniendo a su lado a Marisa Paredes. Muchas conversaciones —y debates— hemos mantenido mediando mesa y mantel, últimamente con más frecuencia cuando para el Ourense Film Festival producimos la muestra fotográfica Series, en la que ella, saltándose el protocolo en la apertura, no dudó en tomar la palabra para alabar el trabajo a la cámara de su compañero. Espontáneo gesto de ternura que, quizá a Chema no, pero a todos sorprendió.

Sus maneras, su mirada, su lenguaje corporal, incluso su dicción, eran los de una gran dama del cine que trabajó para varios de los grandes, desde Manoel de Oliveira, a Tanner, Ripstein, Del Toro, Begnini, Ruiz, y tantos otros, muchos directores españoles, desde Almodóvar —sobre todo, Almodóvar— a Chávarri, Suárez, Zulueta, Urbizu, Borau, Villaronga... Hasta aceptó hacerlo para un joven director gallego, debutante, Xavier Villaverde, en Continental, en 1989. Ahí fue cuando la conocí, en el estreno en Vigo, en Cinegalicia, todavía ella de camino hacia el estrellato.

Era además señora vehemente, que presumía de hija de portera, muy comprometida con el feminismo, el progresismo y las políticas sociales, que nos convocaba por WhatsApp a cuanta manifestación había —el último, la Marcha de la Paz en Madrid, enviado el 30 de noviembre— y asistía allí donde sabía que debía estar por su proyección mediática. Sé por Chema que en el trimestre que ahora termina su actividad fue febril (incluso recogió varios premios, como el Lorca en Granada a mediados del pasado mes). Y que no había modo de pararla, por mucho que le advirtieran. Suena a frase hecha, pero el cine español se queda muy, muy huérfano. Despide a su última estrella. Galicia, también.