Coralie Fargeat, cineasta: «Por desgracia, la película ''La sustancia'' no es una caricatura»

Iker Cortés MADRID / COLPISA

CULTURA

Fargeat (París, 1976), el pasado noviembre, en el Festival de Cine Fantástico de Sitges, donde presentó el filme.
Fargeat (París, 1976), el pasado noviembre, en el Festival de Cine Fantástico de Sitges, donde presentó el filme. Quique García | Efe

«Las mujeres son cosificadas en todas las partes de la sociedad», afirma la directora francesa, que sirve un filme que navega por el terror, la comedia y el gore. La cinta opta a cinco globos de oro, incluidos los de mejor actriz protagonista de comedia o musical (Demi Moore) y mejor película de comedia o musical

05 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Demi Moore es Elizabeth, toda una estrella del fitness, que vive el sueño americano en un Los Ángeles atemporal. Imagen icónica de una cadena por cable, todo parece acabarse cuando, al cumplir los 50 años, su jefe (Dennis Quaid) la despide. «Fuiste la mejor», le escribe en la tarjetita que acompaña a las rosas que le ha enviado para celebrar el fin de ciclo con la compañía. Llena de rabia, impotencia e ira, Elizabeth acaba sufriendo un accidente de coche del que logra salir con vida. Será entonces cuando tenga conocimiento de la sustancia, un fármaco aparentemente experimental que le asegura perfeccionar su belleza hasta la máxima expresión. ¿La letra pequeña? Esa versión más joven y bonita de Elizabeth saldrá, literalmente, de su propio cuerpo y se llamará Sue (Margaret Qualley). Y aunque las instrucciones establecen que ambas son la misma persona, cada una de ellas se relacionará con el mundo exterior una semana, mientras la otra hiberna.

Esta es la contundente premisa de La sustancia, una de las grandes sorpresas de la temporada. Dirigida por la francesa Coralie Fargeat (París, 48 años), la cinta navega por el terror, la comedia, el body horror y el gore, con exceso de carne, vísceras y sangre, para hacer una sátira sobre la cosificación de la mujer. La cinta, que compitió por la Palma de Oro en Cannes —y se hizo con el premio al mejor guion— opta en la madrugada de este lunes a cinco globos de oro, incluidos los de mejor actriz protagonista de comedia o musical (Demi Moore) y mejor película de comedia o musical.

Violencias

«Las mujeres son cosificadas en todas las partes de la sociedad», asegura la directora, que hace unos días estuvo de promoción en Madrid. «Las meten en una cárcel muy poderosa, donde las hacemos creer que si no cumplen los parámetros de una fantasía ideal, no tienen ningún valor y ni siquiera merecen la oportunidad de existir. Y yo creo que cuando creces digiriendo esos mensajes tan potentes alrededor, es muy difícil pensar de otra manera y se acaba desarrollando una violencia hacia una misma muy potente», razona sobre una fantástica obra de imágenes poderosas y contundentes, pero quizá más simple y menos intelectual de lo que Fargeat quiere hacer ver.

Atrevida e hipnótica, La sustancia avanza con furia hacia su desenlace, sirviendo cada vez imágenes más grotescas: desde la forma en la que Harvey, el jefe de Elizabeth, engulle unas gambas a placer —para él, claro, no para el espectador— hasta la catarsis final. Pese a todo, Fargeat afirma que La sustancia «no es una caricatura». «Quería mostrar todos los comportamientos problemáticos, que por desgracia son reales, yo los vivo en primera persona y están en todas partes. Es verdad que los hemos juntado todos en una misma película, pero no creo que el exceso de violencia sea una caricatura. Por desgracia hay muchos Harveys», apunta sobre una cinta que ha encajado bien en Hollywood porque la meca del cine simboliza a la perfección ese culto al cuerpo.

Pese a los litros de falsa hemoglobina y la abundancia de látex y maquillaje que bien podrían recordar al David Cronenberg de la nueva carne, el éxito del filme entre el público ha sido arrollador, recaudando hasta el momento más de 74 millones de euros en todo el mundo y adentrándose con fuerza en el terreno del meme en internet.

«Body horror»

Todo un hito para una cinta que basa buena parte de su fuerza en el body horror, subgénero del cine de terror que muestra intencionalmente alteraciones grotescas del cuerpo humano. La directora es consciente del logro: «No es algo para todos los públicos y me he encontrado con mucha gente que nunca ve películas de terror pero me dice que se ha metido perfectamente en esta».

Cree que si ha conectado tan bien ha sido por la «sinceridad» de una propuesta en la que, dice, ella ha puesto todo su corazón. Pero no es la única razón. A su juicio, el tema es «universal» y haber apostado por «menos diálogos y más simbolismo» ha contribuido a que la cinta llegue de forma muy directa al público. «Se ha convertido en una experiencia más inmersiva donde los espectadores se plantean las mismas cuestiones que plantea la película», subraya la autora.

Cine de género y «experiencia audiovisual simbólica»

Ni siquiera la propia Coralie Fargeat se atreve a categorizar el filme La sustancia dentro de un género determinado. «Me encanta —sostiene— el término película de género porque para mí produce una expectativa de algo que te lleva fuera de la realidad, que permite un exceso y que te facilita crear emociones sin límites y ahí es realmente donde encuentro mi libertad y mi pasión en el cine». En este sentido, no le gusta a la realizadora hablar de cine de terror porque su intención, señala, no es aterrorizar a la gente. «Quiero que signifique algo para las personas, un exceso simbólico que prácticamente se convierta en poesía y que diga algo de quiénes somos como seres humanos. Por eso me gusta utilizar la palabra grotesco, que es algo tan irreal que crea su propia lógica, como un cuadro», continúa.

Titane, Parásitos, Todo a la vez en todas partes, La sustancia... Todas ellas son películas de género y cada vez tienen más repercusión en los grandes festivales y en las entregas de premios. «A mí me encanta que formen parte de ellos —arguye Fargeat— porque es una forma de mantener vivo el cine que, como el mundo, está en constante evolución, con nuevos autores y voces. Antes categorizábamos las cosas de forma más estricta. Ahora cuando hago una película no me planteo de qué genero va a ser, sino que voy a hacer una película que cree emociones y no va a ser con los diálogos sino con una experiencia audiovisual simbólica, que lleve al público en un viaje visceral e intelectual», concluye la también directora de la cinta Revenge (2017).