Joanna Quinn triunfa con sus cortos de una peculiar ama de casa: «Beryl es parte de mi madre y de muchas mujeres que no tienen voz»
CULTURA

La madrina de Imaxinaria es feliz en su tarea como directora de animación
16 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Al final de casi todas sus respuestas habría que apuntar el típico [risas]. Joanna Quinn (Birmingham, Inglaterra, 1962) es de risa fácil, de bromas. Sostiene que es feliz en su tarea de directora de cine de animación, sobre todo dibujando. Dice que habla poco español pero antes de contar cómo la marginaron los productores de una de sus películas cuando fue nominada al Oscar [en las otras dos nominaciones todo fue normal] resume lo que viene como «un chismorreo». Y vuelve a reír. Cuando llegó a Annecy, el festival de animación más grande del mundo, con su primer corto, Girls Night Out (1987), descubrió el mundo del cine de animación. Ese corto, protagonizado por Beryl, una peculiar ama de casa, recibió tres premios en dicho festival. Fue el inicio de una carrera que la ha llevado a ser un referente mundial, recibir decenas de premios y participar este fin de semana en la tercera edición del Festival Internacional de Animación Afundación que se celebra en A Coruña.
—¿Cómo fue lo de ser nombrada madrina de Imaxinaria?
—Recibí un mail proponiéndome ser la madrina y ¿cómo iba a decir que no?. Además, nunca había sido madrina. Así que acepté.
—¿Cuando empezó a dibujar?
—Hice mi primera animación cuando estaba en la universidad. Estudié diseño gráfico y cuando hice mi primer corto fue como darle vida al dibujo. Aluciné!. Y lo tuve claro: esta es mi vida y esto es lo que quiero hacer. Voy hacer animación a partir de ahora.
—¿De dónde sale Beryl?
—Es parte de mi madre y de muchas mujeres que no tienen voz: las mujeres invisibilizadas. Por eso he querido darles voz.
—Lo de llevarla a ver un estriptis masculino, ¿es una gamberrada?
—Eso estaba en su vida. En los años 80 cuando empezaron estos espectáculos fue una gran idea porque era la primera vez que las mujeres normales empezaban a mostrar su sexualidad, su libertad. Eso fue una especie de vehículo para desarrollar la personalidad de Beryl.
—Tres premios a ese corto y luego muchos más, ¿cuantos?
—Cien... Más de cien.
—Dibuja en papel, a mano. Eso es lento, laborioso, ...
—Muy triste...
—¡No! Quizá solitario.
—Sí, muy solitario.
—Sus dibujos son muy meticulosos y el espectador en la película los ve en un momento.
—Sí. Mira… [busca una carpeta con grandes dibujos mientras bromea: «Estoy loca…». Por ejemplo. Estos doce dibujos, todos muy parecidos, son un segundo en el corto. Es una locura...
—O una maravilla...
—Por eso nuestra última película tardamos cinco años en hacerla. Es un proceso muy lento. Esto era antes de usar la tecnología digital. Además de los dibujos había que hacer también el fondo a mano para cada uno de los doce dibujos por segundo. Con el ordenador puedo ir cambiando el fondo.
—¿Prefiere cortos a películas?
—Si. Hacer una película es muy pesado. Tengo un cortometraje, Famous Fred, de media hora que ya es casi largo. Pero fue muy difícil. Cuanto más larga es una película menos tiempo puedo dedicar a los dibujos, para corregir, matizar. Además el equipo es mucho mayor. Me doy cuenta de que soy muy feliz creando animación. Para mi salud mental es más importante ser feliz mientras creo, mientras dibujo que con el resultado final. Lo que amo realmente es el proceso.
—¿Piensa mucho en el público?
—Siempre. Siempre. Porque Les [Mills] escribe los guiones y pensamos siempre en la gente, especialmente en las bromas. Trabajamos mucho la parte de los chistes, de las frases más graciosas. Es curioso porque a veces al público le hace gracia otras cosas que no teníamos previsto. Esto me sorprende muchas veces. Y me encanta.