El Celta ya sueña con una nueva final de Copa del Rey

La Voz

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El equipo vigués accedió a semifinales ante un Mallorca que acabó con nueve El Celta consiguió el pase a las semifinales de la Copa del Rey haciendo valer su ventaja de la ida aún habiendo perdido ayer por dos a uno. La salida del Celta al campo fue como para frotarse los ojos en sus primeros veinte minutos. El cuadro vigués ha experimentado una mejoría que en partidos de este nivel le convierten en aquel equipo que enamoraba con su fútbol.

08 feb 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

El Mallorca fiel a la tradición de Luis Aragonés optaba por darle al rival la capacidad de maniobrar y hacer circular el balón. El juego de contraataque es su fuerte y a él porfiaban su destino. En eso y poco más, consistían los «riesgos exagerados» que el técnico local dijo que iban a tomar. Una ocasión de Yago a los tres minutos pudo enfriar el cargado ambiente de Son Moix. El grito desgarrado en la grada de lo que ya parecía un gol celeste fue de esos que se dan en el cine, en las películas de terror. El miedo se puede causar de otras formas y la mejor de ellas es la de demostrar poder. Los célticos impresionaban con su actitud de líder, esa que hasta ahora casi no se les había visto en esta temporada. A los insulares les jaleaba lo incierto del marcador y alguna que otra pelota muerta en el área en las que Novo o Carreras sembraban la escasa cosecha ofensiva. Las jugadas a balón parado son las que le han hecho daño un sinfín de veces a los vigueses. En ellas también consagró el cuadro balear sus armas, y de ellas fue de donde obtuvo su primer y desmesurado premio. El árbitro había indicado que añadiría dos minutos más al primer período. Con estos ya sobrepasados llegó un córner, que Nadal cabeceó de forma inapelable. Otra vez las jugadas de estrategia y la falta de altura y envergadura viguesas, que no de concentración, les llevaban a encajar un tanto. Dificultades Ya había algo palpable en contra, el marcador. El descanso dejó una sensación de que los celestes iban a pasar por un capítulo de sangre y sudor, quedaba por saber si sería con o sin lágrimas. Los locales estaban a un gol de su gloria y los célticos en un compás de indecisión entre conservar y el resultado y arriesgar para evitar sufrimientos. La actuación de Iturralde González era muy importante para el segundo acto. Su acumulación de cartulinas, cinco, para los isleños hacía presagiar alguna que otra expulsión. Víctor Fernández decidió modificar y por un lado librar a Karpin de su suplicio en forma de provocaciones y silbidos, y por otro de hacer debutar al peruano Jayo. El presagio de las expulsiones se cumplió y Olaizola tuvo que irse antes de tiempo. Con diez en el rival, el Celta pasó a ser más favorito y se apercibió de ello. En esa condición fue como fabricó el gol de la clasificación. Una jugada al primer toque es culminada con un centro y un cabezazo sensacional de Catanha. El Mallorca se había hundido y más al ser expulsado Etoo. Aún con nueve el segundo gol con un penalti que transformó Engonga les dio vida, pero el Celta ya había hecho lo más difícil y no lo tiró por la borda. Vigo ya puede soñar con una nueva final de Copa del Rey.