
ATLETISMO / CAMPEONATOS DEL MUNDO
08 ago 2001 . Actualizado a las 07:00 h.Niurka Montalvo, especialista en no fallar en las finales, inauguró el medallero español con un bronce en salto de longitud. La vencedora fue la italiana Fiona May, que aplicó sin piedad su venganza sobre la española y se resarció de la derrota que sufrió en Sevilla hace dos años cuando Montalvo se impuso en un polémico salto final que se quedó a milímetros del nulo. La saltadora de origen británico se adjudicó el título con un mejor salto de 7,02 metros, un centímetro por encima de la rusa Tatyana Kotova. Montalvo logró una marca de 6,88 que le subiría al podio. Los pronósticos se cumplieron a rajatabla. Fiona May, que fue la mejor en la calificación, se llevó el título con justicia. Realizó cinco saltos por encima de 6,85 (6,86; 6,97; 7,02; 6,73; 6,97; 6,80) y sólo se sintió acosada cuando Kotova, que tiene la mejor marca del año, se estiró hasta 7,01. La derrota de Sevilla encendió en su corazón un odio visceral hacia Niurka Montalvo. Una primera reacción le hizo pensar en la retirada, pero después se propuso un objetivo que ha alcanzado en Edmonton. La venganza se convirtió en su obsesión. El veto cubano pospuso el reencuentro. Pero este año, unas semanas antes de los mundiales bajo techo de Lisboa, aseguró que acudiría con la única intención de batir a la española. Aquella competición, lejos de saciar su sed de revancha, avivó su fijación por la campeona del mundo. Aquel día Niurka le arrebató la medalla de bronce por un centímetro en el último salto. Ambas volvieron a verse las caras en la Copa de Europa de clubes en Moratalaz. Allí, Niurka volvió a hacer una muesca en su revolver al vencer a su oponente por dos centímetros. La italiana reaccionó después de Lisboa. «Pensaba que no sería capaz de pasar ya del segundo puesto, y el cuarto de los Mundiales en sala de Lisboa fue la gota que colmó el vaso. Aquello me dio una patada en el culo y me hizo ponerme a trabajar a fondo», aseguró. El camino conducía inexorablemente hacia Edmonton. Pero en esta ocasión May optó por la prudencia. Eligió el silencio. Prefirió hablar sobre el foso. Y en el concurso logró, al fin, despojarse de toda su rabia. Niurka Montalvo, pese a todo, tuvo una actuación notable, ya que ha arrastrado molestias que le han impedido pulir su técnica. Ganó su final particular.