
FÚTBOL Ayer a la historia del Deportivo le marcaron un gol a puerta vacía. Porque el equipo se quedó sin manos, sin el guardameta. El de siempre. Juan Acuña Naya murió a los 78 años de edad. El que se dejó un hombro en una de sus estiradas imposibles para robarle el balón a los pies de rivales. El quinceañero Xanetas cuyo célebre despeje de puños surgió en el Inferniño cuando debutó con el conjunto coruñés.
30 ago 2001 . Actualizado a las 07:00 h.Con los guantes de Acuña se ha escrito gran parte de la trayectoria del Deportivo en sus glorias y miserias de mediados del siglo XX. En el meta se cimentó el primer ascenso del equipo a Primera, fue el seguro de vida para el espectáculo de la orquesta Canaro, el cerrojo en la lucha por la permanencia, el espectador en la mayor goleada en la máxima categoría y la leyenda que recaló en el Juvenil coruñés de Segunda. Siempre Acuña bajo palos, en lo bueno y en lo malo del Dépor, porque no quiso guardar porterías ajenas. En la selección, su calidad tuvo que luchar contra la historia, los amiguismos y los oscuros personajes. En la primera década de los cuarenta los partidos internacionales escasearon en Europa. En el Mundial de Brasil en 1950 el seleccionador antepuso a su sobrino Ignacio Eizaguirre al fútbol y lo utilizó como primer portero. Cuando Eizaguirre se lesionó, entró en juego Ramallets, que se autodescartó con su actuación ante Uruguay y Brasil. Todo indicaba que Acuña entraría en el once inicial, pero el falangista Armando Muñoz Calero, presidente de la Federación Española de Fútbol, lo borró de la lista de titulares por cuestiones personales. Mejor Eizaguirre lesionado que el gallego en estado de gracia. El deportivista agarró por el cuello a Muñoz Calero antes del partido y le espetó: «Es usted un hijo de puta». Como su destino en la selección, con la que sólo jugaría un partido incompleto. Pero la injusticia no pudo con su talento y está en el santoral de los grandes porteros españoles, al lado de Zamora.