
Antes cayeron Bonet, Mino, Maceda, Tendillo, Spasic, Rocha o Ruggeri. Campeones del mundo y especialistas contrastadísimos. Iván Campo es la última víctima. El síndrome del central del Real Madrid vuelve a atacar.
08 oct 2001 . Actualizado a las 07:00 h.Lesiones, falta de adaptación y, a la vuelta de la esquina, el fracaso. Todos los jugadores repitieron una trayectoria similar. El León de San Sebastián cierra ahora la lista, aunque su excusa, la ansiedad, parece diferente a las anteriores. El Manchester y el Inter llamaron a su puerta este verano. Incluso su posible fichaje fue utilizado por los candidatos a la presidencia del Athletic. Iván explotó, precisamente, en los días previos al choque ante el equipo bilbaíno. Dicen que en los últimos partidos ya jugó enfermo. Sin embargo, sólo tras su baja frente al cuadro vasco, el jefe de los servicios médicos del club, Alfonso del Corral, desveló que el jugador padece insomnio y cansancio como consecuencia de «un proceso de ansiedad». Según informó el galeno merengue, «Iván Campo es baja médica por un tiempo indeterminado». El defensa, de 27 años, cumple su cuarta y más aciaga temporada con la camiseta blanca. Llegó en la campaña 98-99, después de completar en el Mallorca de Cúper la, hasta entonces, temporada más brillante de la historia del club: subcampeón de Copa y quinto puesto en la Liga. También fue un gran año para el central. Acudió al Mundial de Francia y, aunque como lateral derecho -una posición diferente a la que está habituado-, jugó de titular en el primer partido: el que terminó con la dolorosa derrota ante Nigeria. Ahí comenzó la leyenda negra del central. «En mi primer año las cosas no me salieron como esperaba; esas circunstancias me hicieron pensar, reflexionar sobre lo que era mi carrera y mi manera de jugar», afirmó en una entrevista reciente. Nunca más volvió a ser internacional y sus actuaciones han alternado pifias clamorosas -la del Betis hace cuatro jornadas es sólo un ejemplo-, con oasis durante los que se destaca como uno de los pocos centrales españoles capaces de jugar el balón con criterio. Así, se erigió en pilar del equipo que conquistó la octava Copa de Europa ante el Valencia. «Sé lo que es sufrir con esta camiseta y sé lo que es triunfar con ella». Ahora, le toca la cara amarga.